El año de los libros, una aventura con final feliz
En positivo. Aunque los balances no estén todavía cerrados, los libreros adelantan que el Covid no solo no ha podido con el libro y la lectura, sino que los ha reforzado
Que un ensayo de 400 páginas sobre los libros en el mundo antiguo –'El infinito en un junco' Irene Vallejo–, lleve más de 20 ediciones y haya vendido en poco más de un año 150.000 ejemplares puede ser un simple hecho insólito o un indicador del renovado interés de la ciudadanía por los libros y la lectura, una de las pocas luces que se atisban en un paisaje cultural arrasado por la pandemia.
El presidente del Gremio de Libreros de Gipuzkoa y responsable de la librería Zubieta de San Sebastián, Adolfo López Chocarro, se inclina por la segunda opción y, aunque los balances no están aun cerrados, se atreve a adelantar que las librerías, el libro y la lectura no solo no han sucumbido al virus, sino que han salido reforzados.
No es solo una opinión personal. «Casi todos tenemos sensaciones parecidas», afirma, y atribuye los buenos resultados a una suma de factores: «Venimos diciendo desde el confinamiento que, a falta de otras alternativas, la gente ha vuelto a la lectura y, en consecuencia, el libro se ha revalorizado. Además, las campañas y las iniciativas para apoyar a la cultura, como los bonos, han funcionado muy bien. La tercera pata es la conciencia creciente sobre la importancia del comercio local. Cuando estábamos cerrados las muestras de apoyo y las ganas de ayudar fueron increíbles, y desde que volvimos a abrir se ha mantenido. La respuesta de la gente ha sido y sigue siendo increíble».
«Los militantes han comprado más desde el minuto uno, pero se ha acercado a la librería mucha gente nueva»
Adolfo López Chocarro Zubieta (San Sebastián)
«Se ha producido un cambio de hábitos, está tomando forma una nueva realidad en el mundo del libro»
Mikel Esnal Grupo Elkar
«Las limitaciones de movilidad nos han beneficiado. Mucha gente ha descubierto la librería de su pueblo»
Sihara Nuño Noski! (Errenteria)
Tampoco es un fenómeno local, sino algo que se viene constatando a nivel estatal y europeo, y que ya se empieza a basar más en evidencias que en meras impresiones; en datos como el facilitado hace unos días por la Federación de Gremios de Editores de España, según el cual el número de lectores frecuentes se ha incrementado en un 15%.
Es probable que de ese colectivo procedan los clientes nuevos que se han acercado en los últimos meses a las librerías consultadas. «Los que ya militaban han comprado más desde el minuto uno, pero hemos notado que mucha gente que era esporádica o que compraba de vez en cuando un libro en un centro comercial se ha incorporado a la comunidad de la librería», asegura el responsable de Zubieta.
También Sihara Nuño, que en 2017 abrió junto con Juan Manuel Uría la librería Noski! en el casco histórico de Errenteria, observa y celebra «la llegada de mucha gente nueva, que se familiariza con la librería, nos pide consejo, empieza a tener cara y nombre...». Confía en que no sean aves de paso y en que «sigan con esos hábitos, porque eso es lo que nos da vida a los libreros y a las librerías. Cuando llegue el momento de volver a viajar, ojalá lo hagamos con varios libros en la maleta».
Mejor de lo esperado
A pesar de los meses de cierre y de que la pandemia se haya llevado por delante campañas fundamentales como la vinculada al Día del Libro, o haya obligado a reformular citas como Durangoko Azoka –que pese a ser mucho más que una feria tiene una componente comercial importante–, parece que en la mayoría de los casos las cuentas anuales van a cuadrar.
El informe de la Federación del Gremio de Editores, que cifra en un 60% las pérdidas causadas por el confinamiento, constata una recuperación sostenida, que está siendo especialmente sólida en el último trimestre del año. En el caso de Euskadi, las campañas de bonos tanto del Gobierno Vasco como de la Diputación –«un éxito total», en palabras de López Chocarro– han contribuido a afianzar y a animar esa tendencia.
Mikel Esnal, director gerente del grupo Elkar, que cuenta con 17 librerías en toda Euskal Herria y también gestiona otros tramos de la cadena de valor del libro, como la distribución y la edición, tiene una visión amplia de la situación. Confirma que «aunque es complicado remontar los efectos de haber estado cerrados dos meses, el año ha ido bastante bien, mejor de lo que se esperaba, sobre todo en el último trimestre. La campaña navideña está siendo en general muy buena».
«La gente está volviendo a leer, está regresando a las librerías, se ha incrementado el consumo de libros», constata Esnal, precisando que el aumento de ventas se ha notado tanto en tienda como on line, «una tendencia clara que durante el confinamiento fue obligada pero después se ha mantenido. Es evidente que se ha producido un cambio en los hábitos de consumo y que está tomando forma una nueva realidad en el mundo de libro».
La satisfacción, no obstante, no se puede extender ni a todos los libros ni a todas las librerías, porque refleja, sobre todo, la realidad de «las librerías que tienen un perfil más relacionado con la literatura. Para las que tienen una mayor dependencia del libro de texto ha sido un año malísimo, porque esos materiales han tendido a la digitalización. En ese caso la recuperación será mucho más difícil».
Si cabe hablar en estos términos, también se han beneficiado de la pandemia, en opinión de Esnal, «las librerías pequeñas de los barrios y los pueblos. Muchas librerías de las capitales tienen un tipo de comprador de fin de semana que viene de los pueblos cercanos. Los confinamientos perimetrales lo han impedido y, al mismo tiempo, han impulsado el comercio local».
Un «año explosivo»
Suscribe lo antedicho Sihara Nuño, el 50% de la pareja de poetas que apostó por Errenteria porque «un lugar que algunos consideraban gris y tenía una historia complicada nos pareció el más adecuado». Aunque en la base de la situación relativamente tranquila que atraviesan las librerías se encuentre el hecho de que «los libros nos han hecho tanta compañía que la gente se ha reconciliado con la lectura», Nuño atribuye un año que califica de «explosivo» a que «han ocurrido otras muchas cosas al mismo tiempo, a un cúmulo de factores».
Junto con las campañas de apoyo como los bonos y, en su caso, «la apuesta del Ayuntamiento por el comercio local», a limitación de la movilidad es uno de esos factores. «Al no poder salir de Errenteria, la gente ha callejeado, ha ido buscando las calles menos transitadas y nos han descubierto», recuerda, contenta por haber podido aportar algo positivo en circunstancias difíciles a través una profesión que le apasiona y que requiere notables dosis de empatía. Y, obviamente, contentísima por «haber conseguido, por primera vez en tres años, llegar a fin de mes y pagar la renta sin demasiadas preocupaciones».
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