Joxe Mari Sors: «La inversión cultural requiere una mirada a largo plazo»
Fue uno de los fundadores en 1972 de Elkar Taldea, que recibirá este viernes la Medalla de Oro de Gipuzkoa que concede la Diputación
Elkar Fundazioa recibirá este viernes la Medalla de Oro de Gipuzkoa 2022 en reconocimiento al impulso que ha proporcionado al euskera y la cultura desde ... su creación hace 50 años. El presidente de la fundación, Joxe Mari Sors (Errenteria, 1951), será el encargado de recoger una distinción que «nos da fuerza para seguir adelante» en un panorama cultural cada vez más complicado tras la irrupción de las tecnologías digitales. Sors, uno de los fundadores del grupo, se muestra convencido de que la inversión en cultura necesita una mirada a largo plazo.
Publicidad
– ¿Qué representa para Elkar esta distinción?
– Lo primero que me viene a la cabeza es un 'pufff' (risas). La verdad es que para nosotros representa mucho. Es un premio al trabajo de muchos años y de mucha gente implicada en el proyecto. Es un reconocimiento que además nos da fuerzas para seguir adelante.
– Fue uno de los fundadores de Elkar en 1972. ¿Cómo recuerda aquella primera etapa con la perspectiva que dan los años?
– Nuestros primeros pasos fueron duros, como suelen serlo todos los inicios, con el agravante de que en el mundo de la cultura vasca lo fueron todavía más porque estamos hablando de la época franquista. El euskera no estaba reconocido, había poca producción y todo estaba por hacer. También es verdad que al mismo tiempo eso tenía una vertiente ilusionante en la medida en que la gente estaba deseando tener libros escritos en euskera y libros sobre temática vasca.
«El libro digital está a la baja pero ha llegado para quedarse y convivir con el de papel»
– El premio también reconoce el éxito de la gestión. «Elkar se ha convertido en uno de los mayores motores económicos de Gipuzkoa», se lee en su justificación.
Publicidad
– No hay mucho secreto. Desde el primer momento pensamos que teníamos que abarcar toda la cadena de valor del libro: había que producir libros porque no había, teníamos que darles visibilidad y para eso había que montar librerías y pusimos en marcha la distribuidora porque también queríamos que estuviesen en toda la red de librerías de Euskadi. Dudamos entre hacer una cooperativa o hacer una fundación. Al final nos decantamos por la fundación porque queríamos que todo se reinvirtiese en la cultura, que los recursos no fuesen a bolsillos particulares sino que sirviesen para fortalecer la cultura. La clave de nuestro desarrollo ha sido la reinversión de todos los recursos que se han generado.
«El principio fue duro pero también ilusionante porque la gente estaba deseando tener libros en euskera»
– Pero la industria cultural tiene sus peculiaridades.
– Claro. Aunque nuestra idea también era hacer una empresa potente, buscábamos sobre todo el trabajo en común con otras editoriales, las colaboraciones en otros ámbitos culturales, el respaldo a iniciativas en espacios de la cultura vasca que estaban más debilitados. Otra cosa que tuvimos clara desde el principio fue nuestra independencia: estábamos abiertos a trabajar con otras entidades pero siempre que las decisiones quedasen fuera de los avatares políticos. En fundaciones como la nuestra a veces se suele dejar sitio en el patronato a las instituciones, pero nosotros siempre tuvimos claro que las decisiones deben depender de gente independiente de la cultura. Es decir, la cultura tiene que estar al servicio de toda la sociedad, sin partidismos.
Publicidad
– «Nunca se deben hacer las cosas solo porque sean negocio». Es una frase suya.
– Es así. Está claro que no se puede ir a pérdidas, pero hay que buscar un equilibrio entre las producciones que son culturalmente interesantes y viables en lo económico y las producciones que igual no son tan rentables pero que son culturalmente importantes. Esa es la clave. Primero identificamos en qué tipo de campos debemos trabajar y luego intentamos que la rentabilidad, o más bien la sostenibilidad, sea global. La experiencia de estos años me ha enseñado que muchas decisiones culturales que suelen ser incomprendidas a corto plazo terminan siendo aceptadas con el paso del tiempo. Multitud de creadores que no fueron reconocidos en su momento son hoy figuras universalmente aclamadas. El cambio cultural no se ve venir de la noche a la mañana, es de largo recorrido, es un maratón. Hay que tener la respiración tranquila y la vista a largo. El que invierta en cultura para buscar rendimientos inmediatos igual acierta, pero seguro que a medio plazo desaparece. La cultura tiene que calar en la gente, hay que trabajar, preparar a la sociedad. La inversión cultural necesita tiempo para generar recursos, hay que mirar a largo plazo.
«Escogimos el modelo de fundación para poder reinvertir en cultura todos los recursos que se generasen»
– ¿Cuántas veces ha oído hablar del fin de las librerías en este medio siglo?
– Recuerdo que a principios de los ochenta nos enseñaron en la Feria de Frankfurt los primeros lectores digitales. Ya entonces se decía que aquello se iba a comer el mundo y que el papel iba a desaparecer; resulta que ahora se utiliza el papel más que nunca. En Estados Unidos hay un repunte a la baja del libro digital, que del 30% ha pasado a ser el 22% de las ventas. Incluso Amazon está empezando a abrir tiendas físicas. El libro digital no se va a comer al de papel, va a haber una convivencia entre ambos soportes y eso beneficia a todos porque supone una mayor difusión.
Publicidad
– Habla de la situación del mercado editorial en EE UU. ¿Echa en falta una mayor mano dura contra la piratería?
– En EE UU la piratería es un delito federal y por lo tanto está muy castigado. Aunque aquí cada vez se hacen más esfuerzos, creo que la ley sí tendría que ser más expeditiva. También habría que hacer más pedagogía: si todo el mundo acepta que hay que pagar por un teléfono móvil, ¿por qué se cuestiona que haya que pagar por el contenido? Se dice que la cultura es de todos, claro que sí, pero hay gente que crea contenidos y que tiene que tener una compensación por ese trabajo como la tiene el que cultiva lechugas. Falta una conciencia y creo que habría que insistir en esto desde la etapa escolar.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión