Las diez noticias clave de la jornada
La saxofonista Lakecia Benjamin disfrutó de su primera noche en San Sebastián, ante un público que ansiaba la llegada de Diana Krall. Su salida al escenario con una introducción a piano solo hizo que todo el mundo se olvidara de la fina lluvia y se embelesara con la diva del jazz. SARA SANTOS
57. Jazzaldia

Noche de estrellas en el ocaso del festival

El talento emergente de la saxofonista Lakecia Benjamin y el éxito consagrado de Diana Krall despidieron en la Trinidad la 57 edición del Jazzaldia

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Lunes, 25 de julio 2022

Sin los conciertos de la Zurriola pero aún con los últimos coletazos musicales sonando en las Terrazas del Kursaal, iba a ser el escenario de la plaza de la Trinidad el último en apagar sus focos, enfundar los instrumentos y despedirse con lágrimas en los ojos. Incluso el cielo lloró, en la mañana de su adiós, esa lluvia que había reprimido los días previos. No es Jazzaldia si no es pasado por agua, y la «edición del reencuentro» tenía que reecontrarse con ella.

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Fue una noche de estrellas, pero no tanto por las que se suponían tras los densos nubarrones, como por las que lideraron sendos cuartetos sobre las tablas de la 'Trini'. El éxito incontestable de Diana Krall era el gran atractivo en el cierre del festival y es que en la pianista canadiense convergen todos los públicos: los entendidos en jazz, los curiosos del jazz y los 'apóstatas' del jazz. No era extraño entonces esperar que la plaza volviera a lucir con un lleno hasta la bandera tras dos jornadas bajo el canto de los grillos.

Pero antes de la estrella que más brilla, se abría el cielo con el haz de luz de un astro emergente. Lakecia Benjamin iluminó de funk y rhythm & blues la plaza con su saxo alto, ese con el que ofreció un homenaje a dos de los artistas con el apellido más popular del jazz. Alice y John Coltrane, pareja sentimental y musical, formaron parte del cuarteto que desarrolló álbumes trascendentales como 'Om' y 'Meditations', antes de la muerte del saxofonista en 1967. El tributo que Benjamin tenía preparado nace de su último disco 'Pursuance' (2020), título homónimo del clásico 'standard' recogido en 'A Love Supreme' (1965).

La Trinidad presentó un lleno total en su última noche para escuchar a Diana Krall y su cuarteto, a pesar de la lluvia

La saxofonista lució pantalón a juego con el brillo de su saxo, del que arrancó con un vibrato eterno que puso chispa a la mecha. Aunque siempre abierta a marcharse 'out' en sus improvisaciones, se le podía adivinar una enorme tradición en su vocabulario jazzístico. Desde el blues al bebop, ofreció todo su carácter también 'a solo' y en un imponente dúo con Strickland que crecía en intensidad. Precisamente, fue el arreglo de 'My Favourite Things' uno de los más ovacionados. Partiendo de una melodía archiconocida que respetó en toda su esencia, abrió el espectro a otros entornos más étnicos que proponía Benjamin y seguía su cuarteto.

Alabanzas a las 'tapas'

Enamorada de la ciudad y de la que había sido su primera visita a la Península, la neoyorkina no se dejó ni un halago en la guantera: ni siquiera a los pintxos que inocentemente describió como 'tapas'. Con su encantadora personalidad intentó animar a un público más frío de la cuenta que parecía guardarse todo para Krall. Algo con lo que incluso la saxofonista bromeó, sabedora de que el plato fuerte aún estaba por llegar.

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'A Love Supreme' sirvió como cierre perfecto con su versión afro-jazz y un directo mensaje acerca de la unión de culturas, de idiomas y, en definitiva, de seres humanos. Tuvo que pedir varios aplausos para su banda, especialmente, para el pianista Victor Gould quien se había afanado en creativos solos de teclado. Por supuesto, aprovechó para dejar su cuenta en redes sociales por si caía algún nuevo 'follower' y ofreció un bis con sabor latin que siempre gusta. Durante los minutos de descanso para el refrigerio, la diva del piano jazz se preparaba en su camerino para hacer brillar su estrella ante la audiencia. No tanto ante los fotógrafos que tuvieron que sacar lo mejor de sus teleobjetivos para conseguir el retrato perfecto.

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