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Distorsión y libertad. El nuevo cuarteto del compositor y guitarrista estadounidense sorprendió al público con la fuerza del directo. FOTOS SARA SANTOS

Furia y urgencia sacuden el free jazz de la Trinidad

Noche incendiaria. El cuarteto de Marc Ribot Hurry Red Telephone transformó la plaza con su explosiva fusión de improvisación, y Dee Dee Bridgewater recibió el premio Jazzaldia

Elene Arandia

San Sebastián

Sábado, 26 de julio 2025, 02:00

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Encorvado sobre su guitarra, Marc Ribot parece absorber todo el peso del mundo en sus hombros mientras abre las puertas del infierno a patadas y recita conceptos terroríficos entre capas de distorsión. No hay introducción ni saludo; el sonido emerge de inmediato, un volcán activo en sí mismo que irrumpe con una furia iconoclasta y una visceralidad eléctrica que sacude el aire, con la lluvia que se contiene en la Plaza de la Trinidad.

Así, y esta vez con el tiempo a favor, arrancó anoche Hurry Red Telephone la segunda noche de la Plaza de la Trinidad. El recién creado cuarteto de Ribot nace del deseo de continuar un proyecto interrumpido por la muerte de sus antiguos compañeros Roy Campbell y Henry Grimes, con quienes formó el trío Spiritual Unity en honor a Albert Ayler, al que él mismo definió como «la mejor música que jamás haya tocado». Aunque sus raíces conceptuales beben del free jazz ayleriano, Ribot traduce esa herencia a nuestros días con un concepto igual de radical, pero más amplio y contaminado: una síntesis febril de improvisación libre, actitud punk, ruido controlado y pura necesidad expresiva.

Hurry Red Telephone, nombre extraído de un verso del poema 'Several Tremendous' de Richard Siken, surge del deseo de explorar este lenguaje junto a Chad Taylor, su batería y socio musical de toda la vida, y con la incorporación de Ava Mendoza, una guitarrista feroz e imprevisible, y Sebastian Steinberg, contrabajista y viejo compañero.

El nombre no es casual: es una cita poética de un poema que Siken escribió tras un derrame cerebral, un intento desesperado por reconstruir la palabra y el sentido desde el borde del colapso. De igual manera, esta música nace desde la urgencia de recomponer algo auténtico con los restos de lo perdido, reflejando esa tensión vital entre fragilidad y explosión creativa. Y lo hace 'a gritos'.

La llamada urgente de Ribot, ahora desde un teléfono rojo, es una alerta constante que avisa de que esta música no espera y exige toda nuestra atención. El directo fue in crescendo y navegó con soltura entre free jazz, no-wave, minimalismo, rock y un funk intenso que recordaba la energía imparable de James Brown. Ribot, enfundado en su guitarra, lanzó destellos eléctricos junto a Mendoza, que respondía con riffs punzantes e imprevisibles, mientras Steinberg, en momentos de calma tensa e imperturbable en medio del caos, sostenía el temblor con un bajo que avanza a medio camino entre la plegaria y el terremoto, trazando una línea invisible entre lo profano y lo revelado con la intensidad volviendo a crecer a punto de estallar. Chad Taylor desplegó solos atronadores que cortaban el aire, y que hicieron que todos, dentro y fuera del escenario, volvieran la mirada hacia él.

Esperamos que una vez consolidado el repertorio se animen a grabarlo en disco y a darle forma definitiva a esta erupción sonora, que sin duda será difícil de ignorar.

Premio Donostia a Dee Dee Bridgewater

Dee Dee Bridgewater recibió el premio Donostia

El director del Jazzaldia, Miguel Martín, fue el encargado de presentar sobre el escenario a Dee Dee Bridgewater minutos antes de su actuación, con motivo de la entrega del segundo premio del Festival Donostia. Destacó que Bridgewater es una de las voces femeninas más importantes del jazz vocal, cuya carrera «importante» la ha consolidado como una figura imprescindible en la historia del género. Desde el primer momento, el público la recibió entre aplausos, reconociendo su entrega total sobre el escenario, su generosidad y su fuerza arrolladora.

A sus 75 años, Bridgewater destacó que aún ama profundamente la música y confesó que su pasión sigue intacta tras más de medio siglo sobre las tablas. Además, continúa defendiendo con firmeza la necesidad de visibilizar y dar espacio a las mujeres en los escenarios, especialmente a las jóvenes, a las mujeres negras y, en general, a todas las mujeres que luchan por hacerse oír en el mundo del arte.

Dee Dee Bridgewater hizo su aparición con su habitual colorido en su atuendo reflejo no solo su estilo inconfundible, sino también de la energía y vitalidad con la que se entrega al escenario.

Para dar vida a su propuesta We Exist!, Dee Dee Bridgewater se rodeó de un trío excepcional de mujeres músicas: Carmen Staaf en el piano, Rosa Brunello en el bajo y Shirazette Tinnin en la batería. A través de su propuesta Bridgewater reivindica la visibilidad de las mujeres —sobre todo las jóvenes y negras— dentro del panorama del jazz, un género históricamente dominado por hombres.

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