La obra de Louisa May Alcott fue un éxito tan grande que, como se suele decir, a petición popular escribió una segunda parte. La unión ... de las dos es lo que conocemos normalmente como 'Mujercitas'. Las niñas, jóvenes y pronto mujeres adultas que lo protagonizan significaron en su momento una mirada que iba algo más allá de lo que la sociedad permitía a la hora de que una mujer joven imaginara su vida. Es cierto que la autora cedió a las presiones y terminó por llevar en cierta manera hacia lo 'correcto' aquellas ilusiones juveniles de sus criaturas literarias.
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La producción teatral que ha llegado al Victoria Eugenia se centra, como es normal, en los personajes femeninos. Lo hace enfrentando esos dos mundos: el de las ilusiones, los deseos, las ingenuidades si se quiere. Y el de la realidad siempre dispuesta a dictar sus sentencias. La inclusión del personaje de la autora, los juegos entre realidad y ficción, son también elementos positivos que vienen a sumarse.
La función resulta demasiado discursiva, algo acelerada y tiende a resultar monótona. Se hace larga, especialmente la primera parte, pero recupera cierta temperatura después, cuando el juego teatral se libera un poco del exceso de texto y se hace con la función.
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