Gurutze Beitia y Gorka Aginagalde vuelven a unirse en la comedia 'Juntos y revueltos'

«Nuestros dos personajes son dos amigos que se juntan en un mismo banco de un parque desde hace años para hablar de lo divino y lo humano», explica Gurutze Beitia, que reconoce que deseaban escapar del «típico montaje de monólogos». Los temas que tratan son bien diferentes, «desde la muerte o la propia vida. Yo en mi monólogo hablo sobre todo de la edad, de cómo te cambia la vida, de las cosas que haces ahora y no antes, todo eso que con los años se lleva de una forma diferente. Es una derivación de otro monólogo en el que me centraba en el tema de la menopausia».

El monólogo de Gorka Aginagalde va más sobre los amigos, la cuadrilla, «pero tampoco puedo decir más porque seguimos haciendo cambios. 'Juntos y revueltos' la estrenamos a finales de noviembre y aún se encuentra en periodo de meter nuevos textos, pero estamos encantados con las primeras reacciones del público, se divierten mucho».

Entre Gurutze y Gorka la sintonía en el escenario y fuera es intensa. «Somos muy buenos amigos, la obra en el que él es Patxi y yo su mujer cubana la hacemos desde hace dieciséis años y nos la siguen pidiendo». Pero cuando Gurutze y su compañero leen los guiones de aquellos años se dan cuenta «de que todo ha cambiado mucho, a veces nos preguntamos cómo podíamos hacer esas cosas en público».

En escena entre ellos ya no hay secretos. «Es una gran ventaja que con solo una mirada ya sabemos por dónde va él y por dónde yo, qué está pasando, si hay que retomar algo». Se complementan bien con el humor y se atreven con todo, «desde un humor tipo clown o ácido a otro muy blanco, pero depende también cuándo y dónde lo hagamos, no es lo mismo el Principal por la tarde que una sesión golfa en un café, donde se puede ser más políticamente incorrecto».

Echando la vista atrás se da cuenta Gurutze que «entonces decíamos cosas increíbles vistas desde hoy, algunas muy machistas. Hoy quizás nos vamos al otro lado en el tratamiento del humor y puede que seamos los propios artistas los principales censores porque nadie te ha dicho nada, pero nos cortamos. No deberíamos hacer eso, estoy muy de acuerdo con el cómico británico Ricky Gervais cuando dice que el humor no debe tener cortapisas». Es un tema complicado, «pero para nosotros depende también mucho del tipo de público que haya delante, en una residencia de ancianos evitaré ciertos chistes que en otros escenarios me atrevo sin problemas».