La 'guerra y paz' de Postigo... y de todos nosotros

Fernando Postigo fue el fotógrafo que siempre estaba ahí, un tipo que daría pie a una potente película sobre la Donostia y Gipuzkoa de los últimos 50 años. Él es todo un personaje, y su trabajo, una crónica de lo que hemos vivido en este país. Hace años el reportero donó sus fondos al museo y esta primera exposición es un 'fresco' de quiénes somos. Impresiona cómo conviven en las imágenes la vida y la muerte. Es la guerra y paz de Postigo y de todos nosotros.

Las imágenes de atentados y disturbios (el asesinato de López de Lacalle, la liberación de Ortega Lara, las barricadas en el Bule) se superponen con la 'normalidad' de la ciudad, con su viejo bar Eceiza de Ondarreta, Txantxillo con sus bolsas, Leonard Cohen en autobús, Buñuel en el Victoria Eugenia o un Kursaal en construcción. Como explica Postigo en un vídeo, su trabajo le llevaba en apenas unos minutos de la tragedia a la comedia, siempre a bordo de su moto. Repasar la exposición es una terapia: cómo hemos vivido, cómo hemos sobrevivido.

Para quienes trabajamos tantos años con Fernando, recorrer sus imágenes es una terapia añadida: adivinamos en cuáles de esas fotos fuimos el plumilla que la acompañaba, aunque Postigo, por mucho que llegáramos juntos a la entrevista o el reportaje, siempre iba por libre. Como en la vida.

El periodismo tiene épica pero es sobre todo menú del día. Para una generación de Tribuletes Postigo fue también nuestro compañero en la Encuesta Fotográfica, aquella vieja sección. Cuántas mañanas abordando a la gente bajo el sol o la lluvia. Solo falta uno de esos 'caretos' en una muestra que se queda corta: queremos más.

Aún seguimos conjugando lo extraordinario con lo cotidiano: hoy dan miedo las reapariciones del virus y tratamos de cumplir las recomendaciones sanitarias, pero la vida sigue. Veranea en Gipuzkoa, o en Euskadi, nos dicen las instituciones, y en una semana con días libres procuro cumplir, con mascarilla y prudencia. ¿Hay mejor maravilla que un baño en Getaria a la hora de la puesta de sol con kokotxas posteriores en el Kaia? Más: disfruto de Sutan, el restaurate de los Txapartegi en la bodega Irusta de Hondarribia, en la falda de Jaizkibel. Paseo una vez más desde Hendaya hasta San Juan de Luz por la Corniche, ese paisaje de acantilados con baño final en la bahía de Iparralde. Y me queda excursión a Tolosa para conocer el nuevo museo del chocolate del gran Rafa Gorrotxategi, otro de los que se crecen en tiempos de incertidumbres. Como Andoni Luis Aduriz, que reabrió ayer Mugaritz. Como Pedro Subijana, que también ayer sopló las velas de los 50 años de Akelarre. Como Juan Mari Arzak, que ayer cumplió 78. Todo pasa aquí el día de San Ignacio, gure patroi haundia...

Es tiempo de ser prudentes, pero no de arrugarse. Lo demostró el Jazzaldia, que redondeó edición pese a las adversidades. Vivir esas noches en la Trini nos hizo sentirnos felices y seguros en una especie de MascariJazz, entre saxos y mascarillas. Hoy arranca la Quincena Musical: hay menos conciertos grandes pero otro 'glamour', el de la resistencia. Y ese también nos engrandece. Cuidémonos, pero vivamos.

mezquiaga@diariovasco.com