Los gudaris de Trintxerpe
Guerra Civil ·
Un libro rescata la epopeya de las 2.000 gallegos, muchos vecinos de Pasaia, que combatieron en Euskadi con los batallones republicanosTrintxerpe, la llamada 'quinta provincia gallega', fue una de las poblaciones vascas que más efectivos proporcionó a los batallones republicanos que combatieron en Euskadi al Ejército de Franco. Un libro que acaba de editar la Diputación de Pontevedra apunta que al menos 2.000 gallegos, la mayoría vecinos del barrio pasaitarra, nutrieron las filas de las fuerzas comandadas por el Gobierno Vasco que plantaron cara a los sublevados. La publicación, 'Gallegos en el Ejército de Euzkadi 1936-1937', obra del historiador gallego Sergio Balchada, rescata una faceta poco conocida de la resistencia a las tropas franquistas en territorio vasco.
No tenía Trintxerpe muy buena prensa entre los sectores de la sociedad guipuzcoana que recibieron con frialdad la noticia de la proclamación de la II República en 1931. El barrio que había acogido a principios del siglo pasado a los miles de gallegos que habían dejado su tierra de origen en busca de un mejor futuro estaba mal visto por el tradicionalismo. Los pescadores que habían venido de poniente no solo tenían escaso apego a la religión -algunos periódicos de la época se escandalizaban de que solo el 7% de ellos asistiesen a misa los domingos-, sino que además exhibían una fuerte conciencia de clase que se reflejaba en una alta tasa de afiliación sindical.
«Es cierto, Trintxerpe tenía mala fama entre la sociedad donostiarra más pudiente», apunta el historiador Sergio Balchada. El autor del libro recuerda que en vísperas de la Guerra Civil ideologías como el socialismo, el comunismo y el anarquismo habían calado hondo entre los trabajadores de la mar de Pasaia. «Las movilizaciones para mejorar las condiciones laborales, sobre todo la que acabó con la muerte a tiros de siete trabajadores, muchos de ellos gallegos, en una manifestación en Ategorrieta en mayo de 1931, contribuyeron a concienciar a los vecinos de Trintxerpe de la necesidad de hacer un frente común», continúa Balchada. Sindicatos como la Unión Marítima y La Polar, vinculados a UGT, y sobre todo El Avance Marino, de la CNT, adquirieron gran pujanza en el puerto pasaitarra de la mano de los trabajadores gallegos.
Las agrupaciones sindicales vinculadas a la industria pesquera fueron las primeras en movilizarse en Gipuzkoa cuando se produjo el golpe de estado de julio de 1936. «Era gente muy combativa que no dudó en echarse a la calle a defender la República en cuanto vieron la amenaza que se venía encima. No tardaron en organizar milicias montando puestos de control y patrullas armadas que asumieron gran protagonismo en la defensa de San Sebastián cuando se produjo la sublevación de los militares del cuartel de Loyola».
Uno de los episodios más rocambolescos de esa defensa tuvo lugar el 22 de julio, cuando milicianos de Trintxerpe se hicieron con el control de un torpedero de la Marina atracado en el puerto de Pasaia con el propósito de forzar el abandono de los edificios de la capital que habían sido tomados por las tropas sublevadas. Los milicianos guiaron la nave hasta la bahía donostiarra y abrieron fuego contra el Club Náutico y el Gran Casino (actual Ayuntamiento), que habían sido ocupados por los militares, pero tuvieron que retirarse ante el acoso de las baterías de Ametzagaña.
Lejos de desistir de su propósito, los milicianos pusieron rumbo a la desembocadura del Urumea, desde donde intentaron disparar contra las fuerzas sublevadas que se habían atrincherado en el hotel María Cristina. «No tenían adiestramiento militar y no sabían manejar los cañones, así que en vez de acertar al teatro María Cristina dispararon al Victoria Eugenia, donde estaban los de su mismo bando. De todas formas -añade el historiador- la presencia del torpedero hizo mella en la moral de los sublevados, que a las pocas horas terminaron por descolgar sábanas blancas y rindieron el hotel».
Anticlericalismo
Balchada sostiene que los gallegos de Trintxerpe, sobre todo los que formaban parte del sindicato anarquista El Avance Marino, desempeñaron un papel capital en el fracaso de la primera intentona de tomar la ciudad por parte de los partidarios del alzamiento. «Los milicianos gallegos fueron la fuerza principal en los combates que se entablaron contra los militares sublevados», insiste. Cuando en septiembre las columnas de los requetés del ejército de Mola se hicieron definitivamente con Pasaia y San Sebastián, los gallegos se sumaron al contingente de población que abandonó la capital donostiarra y puso rumbo a Bilbao.
La creación a finales de octubre del llamado Ejército de Euskadi puso fin al movimiento de los milicianos. Los gallegos, añade el historiador, se integraron en dos batallones: el CNT número 1 Bakunin y el CNT número 6 Celta. Los venidos de Trintxerpe eran mayoría aunque también se sumaron oriundos de Galicia que trabajaban en industrias de la margen izquierda del Nervión y desertores del Ejército de Franco. «Los pescadores de Pasaia, además, tuvieron una presencia significativa en las tripulaciones de la Marina Auxiliar de Euskadi, formada por barcos de pesca y bous artillados. Alrededor del 10% de los hombres que se enrolaron en esa unidad naval eran originarios de Galicia».
El batallón Bakunin fue destinado a Amurrio, en el frente de Álava. A los vecinos de la localidad alavesa no solo les llamó la atención el acento gallego de sus integrantes, sino el hecho de que algunos de ellos apareciesen ataviados con ropajes eclesiásticos que habían robado en alguna iglesia. «Hacían gala de un anticlericalismo militante y eso les costó más de un enfrentamiento con los mandos del Gobierno Vasco, que se oponían por ejemplo a acciones como la quema de iglesias, que eran el pan de cada día en otros frentes donde combatían tropas anarquistas», apunta el historiador Balchada.
Tanto el Bakunin como el Celta sufrieron un reguero de bajas en los combates contra las tropas sublevadas en diferentes frentes. Cuando los militares a las órdenes de Franco toman Bilbao, los dos batallones 'gallegos' se replegaron hacia Cantabria junto al resto de las menguadas tropas del Gobierno Vasco. La firma en agosto de 1937 del llamado Pacto de Santoña entre los responsables de las tropas vencedoras y vencidas significó en la práctica la disolución del Ejército de Euskadi. Los gallegos del Bakunin y el Celta se dispersan: algunos continuarán rumbo a Asturias y Cataluña para seguir defendiendo la República mientras que otros se convertirán en víctimas de la represión de los vencedores. «Cada cual siguió su camino, pero los que regresaron a Trintxerpe tuvieron que hacer frente a un entorno muy hostil porque estaban muy marcados por su actividad sindical en los años previos al levantamiento», acota Balchada.
Una enseña gallega para el batallón Celta
Los componentes del batallón Celta, que fue junto al Bakunin el que mayor número de gallegos integró en las tropas que se enfrentaron al Ejército de Franco en territorio vasco, se hacían llamar «milicias antifascistas gallegas». Uno de sus capitanes, Manuel Lampón Ríos, publicó en diciembre de 1936 una solicitud en el periódico comunista 'Euskadi Roja': reclamaba una enseña «que lleve como emblema algo que simbolice la región gallega» para el batallón. «No he llegado a averiguar si al final el capitán se salió con la suya y consiguió alguna bandera, pero es una anécdota que revela el sentimiento identitario de aquellos milicianos», indica el historiador Sergio Balchada.
El escritor ha recabado testimonios tanto en Galicia como en Euskadi para escribir el libro. «No he llegado a encontrar supervivientes de aquellos batallones por razones obvias, pero sí he rescatado vivencias interesantes de gente como Josetxo Fariña, cuyo padre, que era originario de Corme, murió en la guerra luchando en el batallón Celta». Fariña, vecino de Trintxerpe ya fallecido que había recopilado una ingente cantidad de información sobre los gallegos que combatieron en la Guerra Civil, fue una valiosa fuente a la hora de reconstruir algunas de las historias que aparecen en el libro. Su autor, Sergio Balchada, tiene previsto presentarlo el próximo domingo día 8 en Trintxerpe (sala de actos de la tenencia de alcaldía, 12.00 horas).