Elcano se baja del pedestal

Puede que la mayor contribución a la divulgación de la gesta de Juan Sebastián Elcano haya sido declarar el próximo martes día festivo en su patria chica. Esquivar el madrugón llevará a buen seguro a decenas de miles de vascos a recordar con gratitud al navegante de Getaria que el 6 de septiembre de 1522 llegó medio agónico a Sanlúcar de Barrameda después de haber completado la mayor hazaña náutica de la historia. La fecha pondrá también punto final a la conmemoración oficial del quinto centenario de la Primera Vuelta al Mundo, una efeméride que se ha prolongado durante tres años, los mismos que duró aquel viaje, y que ha servido para rescatar el lado más humano del marino, una figura sobre la que siguen planeando aún muchas incógnitas.

El cierre del aniversario se formalizará en Sevilla, donde se celebrará un festival que se prolongará hasta el domingo, y en Getaria, que volverá a escenificar un año más el desembarco del más ilustre de sus vecinos. Se trata de una representación que precisamente cumplirá un siglo, ya que se empezó a hacer en 1922 con motivo del cuarto aniversario de la Primera Vuelta al Mundo. «Los getariarras tendrán doble celebración, la del quinto centenario del viaje y la del primero de la representación», sonríe Xabier Alberdi, director del Museo Marítimo Vasco de San Sebastián y uno de los historiadores que con más atención han seguido los pormenores del aniversario.

La referencia para hacer un balance de la conmemoración que está a punto de cerrarse no puede ser otra que el cuarto centenario. De aquella efeméride nos quedan, además de la escenificación del desembarco, estampas como el monumento del escultor Victorio Macho que preside desde entonces la entrada a Getaria o el cuadro que pintó Ignacio Zuloaga. «Eran otros tiempos y en aquella época estaba en boga lo de hacer esculturas y cuadros para los aniversarios», reflexiona el historiador. «Ahora hay una visión más crítica de los acontecimientos porque también tenemos más elementos de juicio: conocemos mucho mejor el contexto en el que se llevó a cabo aquel viaje gracias a la infinidad de documentos y estudios que han salido a la luz desde entonces».

La 'elcanología', en efecto, ha dado un gran paso adelante en los tres últimos años. Providencial en ese sentido fue el hallazgo un par de años antes del inicio del aniversario de lo que se dio en llamar el archivo personal de Elcano en el palacio Laurgain de Aia. Un descubrimiento a cargo del director del Archivo Histórico de Euskadi, Borja Aguinagalde, que permitió recuperar documentos personales del marino que se daban por perdidos.

Entre los textos que estaban en Laurgain destaca la carta original que el propio Elcano envió al rey Carlos I nada más tomar tierra tras haber completado la vuelta al globo. Es un documento de incalculable valor en el que el marino comunica al monarca que había descubierto «toda la redondeza del mundo» y le pide diferentes mercedes tanto para él como para los supervivientes de la expedición que le acompañaban. La carta incorpora en uno de sus márgenes la contestación del secretario de Carlos I, Francisco de los Cobos, razón que explica que Elcano la conservase entre sus papeles personales en vez de haber quedado depositada en el Archivo de Indias.

El estudio de los documentos personales del navegante ha proporcionado algunas pistas sobre su personalidad. El propio Aguinagalde ha realizado varios trabajos de investigación que han sacado a la luz aspectos hasta ahora inéditos de Elcano. En uno de ellos aporta información sobre su familia, que «no estaba en la élite de Getaria en lo que a ingresos se refiere, pero tampoco era pobre. Eran personas con recursos que, como toda la gente de mar, arriesgaban mucho porque el mar o te enriquece o te arruina». Al historiador, que se imagina a Elcano como un hombre «con capacidad de liderazgo y cierta soberbia», le llama sobremanera la atención que en la carta en la que da cuenta de su descubrimiento a la corte recurra al tratamiento de 'tú' para dirigirse a Carlos I, «algo del todo insólito a la hora de dirigirse al rey de Castilla».

Otro documento que arroja luz sobre la personalidad del navegante es el testamento que hizo redactar en vísperas de su muerte. Aunque los doce folios de sus últimas voluntades descansaban desde hace siglos en el Archivo de Indias, ha sido ahora cuando se han publicado algunos de los trabajos de investigación desarrollados en los últimos años. Destaca entre ellos el libro 'El Testamento de Juan Sebastián Elcano (1526). Palabras para un autorretrato', que recoge las pesquisas realizadas por el catedrático y paleógrafo Manuel Romero Tallafigo.

«Elcano fue ante todo un sabio del arte de la navegación», resume el historiador, que ha condensado en el libro cinco años de trabajo. «Conocía cómo había que tratar a los hombres, cómo había que guiarse por la mar, cómo seguir las indicaciones de los que sabían de astronomía... No es casualidad que cuando toma el mando de los restos de la flota de Magallanes la expedición empieza a ir como un guante y alcanza las Molucas, que era el objetivo del viaje. A la vuelta no solo mantiene la moral, sino que realiza una proeza náutica que todavía hoy llama la atención. Es un hombre que combina arrojo y prudencia, que se gana la confianza no solo de sus tripulaciones, sino de los inversores que financian las expediciones. En el testamento se ve que estaba muy bien relacionado con los capitalistas de Burgos que fueron los que pusieron el dinero».

Pero el aniversario no solo ha propiciado los trabajos de investigación académicos. Fuera de los círculos de los historiadores ha habido también un sorprendente movimiento en torno a la figura de Elcano. La gran revelación del quinto aniversario ha sido sin duda el ingeniero Tomás Mazón, que además de contribuir a la divulgación de la gesta de Elcano con la página web 'rutaelcano.com', que ha recibido cientos de miles de visitas, ha recuperado documentos inéditos como el testimonio del grumete de la 'Victoria' ante los portugueses después de haber sido capturado en las Molucas.

Tantas horas de dedicación a la figura del navegante le han permitido al ingeniero reconstruir algunos detalles de su personalidad. Así, frente a los que sostienen que el dinero fue la única motivación que guió a Elcano, Mazón recuerda que cuando regresó victorioso de dar la vuelta al mundo «era una figura de referencia en la corte, donde se había hecho una sólida posición. Sin embargo, a los dos meses ya estaba pidiendo al emperador en una carta que le volviese a mandar a las Molucas. A pesar de que tenía la vida resuelta, su sueño era regresar al océano jugándose otra vez el pellejo. Eso demuestra que su prioridad no era el dinero».

Los muchos trabajos que han salido a la luz con motivo de la conmemoración han aportado pinceladas que dibujan un retrato de Elcano mucho más completo del que se tenía hace un siglo. «Digamos que en este aniversario su figura se ha humanizado», resume el historiador Xabier Alberdi. «Hemos pasado del Elcano héroe de las estatuas y los cuadros a un Elcano más terrenal, una figura que se desenvuelve en un contexto histórico que ahora conocemos mejor y que nos proporciona más elementos de juicio a la hora de valorar su comportamiento».

Especial interés tienen para el director del Museo Marítimo Vasco las aportaciones realizadas estos años en torno al papel que desempeñó el poderoso sector naval vasco en la política de expansión imperial, sobre todo en lo que se refiere al desarrollo tecnológico. «No hay que olvidar que las dos naos que consiguen llegar a las Molucas, la 'Victoria' y la 'Trinidad', estaban hechas en astilleros vascos», apunta el historiador, para quien «es un hecho absolutamente lógico que fuese Elcano el artífice de la vuelta al globo si se tiene en cuenta que era heredero de los conocimientos náuticos acumulados durante más de un siglo de predominio naval vasco».

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