Danbolinzulo confirma la presencia de dos culturas durante el Paleolítico en Gipuzkoa
Los dibujos de la cueva de Zestoa evidencian que las representaciones del arte rupestre ibérico convivieron con la tradición gráfica francesa o continental
Juntos pero no revueltos. Lo que hoy conocemos como Gipuzkoa acogió durante las primeras fases del Paleolítico superior al menos a dos culturas diferentes: ... una extendida por el territorio peninsular y conocida como ibérica y otra con presencia mayoritaria en suelo francés denominada continental. Ambas tradiciones culturales convivieron sin llegar a mezclarse durante un amplio periodo histórico, según las conclusiones a las que han llegado los autores de un estudio sobre los dibujos hallados en la cueva Danbolinzulo de Zestoa, la más nororiental de las adscritas al arte ibérico.
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Gipuzkoa era ya un territorio fronterizo muchos siglos antes de la invención de las fronteras. Hace entre 20.000 y 30.000 años convivieron en esta esquina del Cantábrico al menos dos culturas. Las últimas investigaciones sobre las representaciones del arte rupestre hablan de la coexistencia de una cultura ibérica o cantábrica con otra tradición conocida como francesa o continental. Cada una de ellas tenía sus propios códigos gráficos: en la ibérica se representaban sobre todo ciervos y cabras con predominio de colores rojos mientras que en la francesa eran más frecuentes animales como los bisontes, los osos, los leones o los caballos sin preferencia por un color determinado.
En el territorio se han hallado cuevas con representaciones de ambas tradiciones gráficas, tal y como se pone de manifiesto en el trabajo de investigación sobre Danbolinzulo que acaba de publicar en formato de libro la Diputación de Gipuzkoa. El volumen, titulado 'Danbolinzulo. Zestoa, Gipuzkoa, País Vasco: arte rupestre paleolítico y ocupación humana', recopila los estudios sobre los dibujos hallados en la cueva y confirma la convivencia en el mismo territorio de las dos tradiciones culturales.
«La relevancia de Danbolinzulo viene dada porque hasta ahora no se habían encontrado representaciones del arte ibérico en una localización tan próxima a los Pirineos«, apunta la investigadora y arqueóloga Blanca Ochoa, una de las principales especialistas vascas en arte rupestre que es a su vez coautora del libro, en el que también han intervenido Asier Abaunza, Álvaro Arrizabalaga, Marcos García-Diez, María José Iriarte-Chiapusso, Irene Vigiola-Toña y el grupo Antxieta Arkeologi Taldea.
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Pinturas expuestas
Danbolinzulo se sitúa en la falda del monte Ertxiña, muy cerca del núcleo urbano de Zestoa. La cueva, desde cuya entrada se domina parte del valle del Urola, fue explorada por primera vez en 1980 por el Grupo de Arqueología Antxieta de Azpeitia. Sin embargo, hubo que esperar a 2014 para confirmar la presencia de pinturas rupestres en la gruta. Posteriormente, un estudio más detenido a cargo de los especialistas de la UPV/EHU Blanca Ochoa, Irene Vigiola y Marcos García-Díez confirmó la existencia de 35 grafías, 17 de ellas correspondientes a representaciones de animales (cabras y cérvidos). «Es una cueva que ha estado muy expuesta al clima exterior y eso ha tenido consecuencias en la conservación de las pinturas, que están bastante deterioradas y no son fáciles de detectar a primera vista«, indica la arqueóloga Ochoa.
A la cueva se accede por un hueco de dos metros de anchura por 0,8 de altura que probablemente sería más grande cuando estaba habitada. La entrada desemboca en una cámara de 25, 5 metros de ancho, 10 de largo y 7 de altura dividida en dos por una columna. Buena parte de los dibujos han salido a la luz gracias a las nuevas técnicas fotográficas y los programas informáticos. «En los ochenta, que fue cuando se realizó la primera exploración, los espeleólogos no tenían más apoyo que la luz frontal del casco y de esa forma los dibujos eran prácticamente indetectables. Ahora podemos introducir en la cueva potentes focos gracias a los avances en baterías y analizar a su luz hasta el último rincón«, señala Ochoa.
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Los dibujos fueron realizados con técnicas similares a las empleadas en otras cuevas de la cornisa cantábrica y del resto de la península. Buena parte de las pinturas fueron primero silueteadas y luego rellenadas de color rojo. «Los autores utilizaron óxidos de hierro, pigmentos que no se pueden datar con radiocarbono porque son inorgánicos«, precisa Ochoa. »Para datarlos –añade– hemos recurrido a los métodos tradicionales: comparar las pinturas con otras similares de las que conocemos su fecha. Este tipo de figuras rojas, generalmente cérvidos o cápridos con cuerpos deformados y acompañados de signos como puntuaciones, son frecuentes en la cornisa cantábrica y en el resto de la península en un amplio periodo de tiempo anterior a hace 20.000 años«.
Sin comunicación
Quienes se refugiaban en Danbolinzulo pertenecían a una cultura diferente a los que frecuentaban en esa misma época otras grutas muy próximas. «Es la cueva de arte ibérico o cantábrico más próxima a los Pirineos que se ha hallado hasta ahora«, revela Ochoa. »Eso quiere decir que durante un tiempo convivieron en un mismo territorio la cultura ibérica o cantábrica y la francesa o continental, que tiene sus representaciones más próximas en Altxerri o Aitzbitarte«.
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Apenas once kilómetros en línea recta separan a Danbolinzulo de Altxerri, una distancia que invita a especular sobre que se dieran posibles interacciones entre ambas tradiciones culturales. «No se han hallado representaciones de estilos mezclados, lo que apunta o bien a una ausencia de comunicación entre ambos territorios culturales o quizás al refuerzo de marcadores identitarios en la zona de frontera«, concluye la arqueóloga Ochoa, que aventura que »el área en la que se localiza Danbolinzulo habría actuado como bisagra entre grupos de ambas culturas«.
Los últimos hallazgos ponen fin al «vacío vasco»
Danbolinzulo es una de las 17 nuevas cavidades con arte paleolítico que han puesto en entredicho el «vacío vasco», un concepto que había hecho fortuna entre arqueólogos que no se explicaban la ausencia de yacimientos rupestres de tamaño medio en Euskadi. «Teniendo en cuenta la profusión de cuevas con arte en Asturias y Cantabria por un lado y en el suroeste de Francia por el otro llamaba mucho la atención que en el País Vasco solo se conociesen tres conjuntos con arte paleolítico», apunta la arqueóloga Blanca Ochoa. «A partir de 2006, sin embargo, han salido a la luz más de una quincena de cuevas que han dado al traste con ese vacío y han confirmado que lo que hoy conocemos como Gipuzkoa actuó a modo de corredor entre el continente europeo y la península ibérica».
Los descubrimientos obedecen sobre todo a la actividad de grupos de aficionados a la espeleología que colaboran estrechamente con investigadores y arqueólogos. La investigadora Ochoa no descarta que todavía queden por salir a la luz importantes yacimientos del paleolítico. «A más prospecciones, mayor posibilidad de descubrimientos y hay altas probabilidades de que se encuentren nuevos yacimientos», sonríe.
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