Martxelo Rubio: «Lo normal en un casting es que te rechacen. Tienes que aprender a convivir con el no»

– Cada vez que habla de su papel de Gorka en '20.000 especies de abejas' señala que es de lo más especial que ha hecho.

– Cuando me comentaron que iba a participar en la película supe que me había tocado la lotería. Es un papel que me ha motivado desde el momento uno. Hice un trabajo de campo, sobre todo leyendo mucho y en especial un libro titulado 'Tránsitos' que recomiendo a todo el mundo. Me dio herramientas para entender. Es un papel pequeño, pero importante y bonito porque refleja el desconcierto de muchos padres. Está contado desde un sitio elegante y respetuoso. Estoy feliz.

– ¿Como padre ha empatizado con el personaje más de lo habitual?

– Sin duda. Para un padre, lo más importante es que sus hijos no sufran. Además, si encima no entiendes muy bien las razones de ese sufrimiento te cuesta aceptar la situación. Yo estoy enamorado de mis hijos y verlos sufrir es lo peor que me puede pasar.

– Con la cercanía de los Premios Goya algunas salas han repuesto '20.000 especies de abejas'.

– Me parece fantástico porque la misión de esta película, por su manera de abordar un tema tan sensible, es que se vea, que viaje y que cambie conciencias.

– ¿Esperaba estar entre los nominados?

– De corazón, no. El día que se dio a conocer la lista de nominados, a mí se me había olvidado por completo. Estaba en la sala de espera del médico con uno de mis hijos y el teléfono empezó a sonar y a llenarse de mensajes. Telmo, preocupado, me preguntó qué pasaba. Entonces me di cuenta y le dije que creía que me habían nominado. Cuando vi que era cierto me emocioné y me sigo emocionando ahora (se le quiebra la voz). Mi hijo me abrazó y me arropó. Fue un momento en el que cambiamos los roles y para mí ese fue otro premio tan importante o más que un Goya. No me lo esperaba, con todo lo que he vivido con esta película ya he sido recompensado, lo del premio es lo de menos.

– ¿En su barrio, el Antiguo, qué le dicen?

– Está siendo muy bonito. A mí me había tocado entregar hace años un par de Goyas de categorías menores y entonces, según comprobé, no tenían la repercusión de ahora. Los primeros días iba por la calle y mucha gente me decía algo y siempre bueno.

– ¿Espera ganar?

– No espero ganar aunque nunca lo descartas del todo. Por un lado mi papel es pequeño. Además, en la categoría de actor de reparto hay nombres de mucha presencia como Coronado, Silva y sobre todo Álex Brendemühl, que es muy respetado en la profesión y nunca ha tenido un Goya.

– Ahora le llamarán más.

– No lo sé. También hay una maldición sobre el tema de los nominados y premiados. No creo que el mundo cambie de repente y sea la primera opción para muchos papeles, como por ejemplo le ha pasado a Urko Olazabal, que tenía un papel de reparto fantástico en 'Maixabel,' pero sí entrar en el radar y que pueda estar entre varios nombres.

– ¿Sirve esta nominación para hacer balance de sus casi cuarenta años de carrera?

– La verdad es que sí. Empecé sin ningún mérito, con un peliculón como '27 horas' (dirigida por Montxo Armendariz y donde compartía reparto con unos jóvenes Antonio Banderas y Maribel Verdú) porque Javier Aguirresarobe me animó a presentarme. Me puso en el mercado. Pero también he tenido mi travesía del desierto y he trabajado sirviendo copas para mantenerme. Ahora, echando la mirada atrás, veo que he hecho cosas que han sido importantes para mí y para otros.

– En una parte importante de su carrera ha estado acompañado por su pareja, la actriz, escritora y directora Sandra Ferrús.

– Sandra es una maquina, tiene un talento impresionante. Soy mejor actor desde que estoy con ella. Me da muchas herramientas para enfrentarme a los trabajos. Ha escrito cosas maravillosas y me ha dado papeles fantásticos.

– Después del éxito de '27 horas' se marchó a estudiar a Madrid. ¿Cómo recuerda esa etapa?

– No fue una época dura. Salía de Donostia y llegaba a una ciudad grande. Estando en el escaparate como estaba, fue una vivencia muy buena. Llegaron épocas duras y Madrid me comía un poco.

– Habla de épocas duras. ¿Son tan complicadas?

– Para la mayoría de los actores es parte del negocio. Lo normal es que vayas a un casting y que te rechacen. Tienes que aprender a convivir con el no y a confiar en ti. Hay muchas veces en las que podía haber tirado la toalla, pero a mí esta profesión me encanta y ahora entiendo que ha merecido la pena seguir.

– ¿Considera que ha sido infravalorado como actor?

– Ha habido momentos que he tenido el reconocimiento que merecía y otros no. Ahora lo tengo.

– Cuando volvió de Madrid comenzó en 'Goenkale'.

– A 'Goenkale' le estoy muy agradecido. Además de ser una escuela intensiva dio, me dio estabilidad. Era muy importante tener trabajo todas las semanas. Estuve dos veces. Las dos primeras temporadas y las siete últimas.

– ¿De qué trabajos guarda mejor recuerdo?

– Desde luego '27 horas', por todo lo que abrió. También hice una película que no tuvo nada de éxito y de la que nadie habló, 'Jone sube al cielo', dirigida por Joseba Salegi y producida por Luis Goya, de la que tengo muy buen recuerdo. En teatro están 'El silencio de Elvis', 'La panadera' o 'Mi amigo John Wayne', entre otras.

– En DFeria va a estrena con la compañía Vaivén 'El patio de las moreras', escrita y dirigida por Sandra Ferrús.

– Es una historia con algo de autoficción, sobre cosas de su existencia pero ficcionadas. También tiene un toque de realismo mágico. No puedo contar mucho por no desvelar aspectos que deben sorprender al espectador.

– ¿Cómo va a ser la celebración si gana el Goya?

– No hemos pensado nada especial. Me da pena que no puedan ir nuestros hijos a la gala de Valladolid. Cuando Sandra ganó el Max fuimos los cuatro y resultó muy bonito compartir esta experiencia, pero esa gala es más pequeña y familiar que los Goya.