De izquierda a derecha: Taliah Webster, Buddy Duress, Josh Safdie, Robert Pattinson y Benny Safdie

La gente rabiosa hace cine rabioso

Mientras Sofia Coppola, Kirsten, Nicole y compañía hacían el tonto intentando enmendarles la plana al Siegel y al Eastwood de 'El Seductor', los hermanos Safdie se hacían con el poder en Cannes con la ayuda de Pattinson, Iggy Pop y Oneohtrix Point Never. Al fondo, unos planos secuencia abrumadores destilando aromas de Kafka y Orwell y mucho cine furioso y tupido dentro: Une femme douce de Serge Loznitsa

begoña del teso

Viernes, 26 de mayo 2017, 12:30

Dijeron la Coppola y sus chicas que querían contar la historia del soldado yanqui herido en la Guerra Civil Americana y rescatado (es un decir) por un puñado de damas del Sur, del Sur de donde era Scarlett OHara, desde el punto de vista de ellas, de las mujeres ya que Donald y Clint lo contaron desde el del varón ansiado que era él.

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Pavadas. Paparruchas. Para vender feminismo (falso) de cartón en las escalinatas del Grand Auditorium. Se diría que ni Sofia ni sus estrellas ni su guionista ni su director de fotografía fueran capaces de reflejar el deseo, el furor sexual no reconocido, el olor a macho herido, la belleza oscura y gótica de las plantaciones sureñas en esta obra tan de satén y encaje, sin carne ni rubores. En ese pedacito de celuloide desperdiciado titulado 'The Beguiled'.

Y entonces aparecieron ellos. Siendo ellos los hermanos Ben y Joshua Safdie , independientes hasta el último movimiento de su cámara callejera y trepidante. Y nos ofrecieron 'Good Time', la película que probablemente no le guste a Almodóvar, presidente del Jurado. Pero que al resto del Universo (mayúsculas) maravilla. Nerviosa, excitante, con una primera hora expandida y concentrada en una sonoridad jamás escuchada entre los terciopelos del Auditorium, tira a dos hermanos a la mierda americana de la que al final surgió Trump y logran oro puro. De 22 quilates de celuloide. Rodado en 35 mm con cámaras Koak Vision 3 250D 5207, Vision 3 500T 5219 .

Oro más puro que el de la gran Palma que deberían (si hay justicia en el planeta Cine, que no) con la feroz 'Une femme douce' del ucraniano Sergei Loznitsa donde los fuera de campo tienen tanto poder y significado como aquello que queda dentro de la mirada de la cámara.

Sacudidos por experiencias tan extremas, los espectadores no dejamos de esbozar una sonrisa compasiva y sarcástica cuando al entrar en una (buena) sala comercial de Niza para recuperar todo el cine francés en competición ya estrenado también entre San Juan de Luz y Bayona leemos en la pantalla una frase que recomienda al público no abandonar los salones cinematográficos al uso pues según ellos, los exhibidores, 'El cine ha de estar en las salas no en vuestras manos'.

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Un poco (demasiado) soberbio, ¿no? Por de pronto, la música de Iggy y Oneohtrix la llevamos puesta en YouTube ¿Pasa algo?

Al fondo de todo esto, tan lejos de Twin Peaks, refugiados del otro mundo vagan por las plazas, las calles y las estaciones de tren entre Ventimiglia (Italia) Montecarlo y Niza donde ayer 80 desheredados de la alfombra roja en busca de asilo durmieron donde pudieron y, acosados por las fuerzas del orden fueron acogidos en los distintos templos de las distintas religiones profesadas o no en las riberas de la Promenade des Anglais. Acaso alguno de esos caminantes sin rumbo habrá soñado con hacer cine. O simplemente con verlo. En cualquier soporte. Hoy solo miran, de lejos, las pantallas que anuncian el próximo tren. Hacia cualquier (o ninguna) parte.

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