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En acción. Nestor Basterretxea durante la presentación de una exposición en el año 2004. Ignacio Pérez

Cien años, cien Basterretxeas: el gigante que lo hacía todo

El lunes se conmemora el centenario de su nacimiento en Bermeo, y murió en Hondarribia hace diez. En 90 años de intensa vida fue escultor, cineasta,diseñador y activista: nada humano le era ajeno. El artista inabarcable, en 10 puntos

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Sábado, 4 de mayo 2024, 02:00

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Su presencia física imponía: alto, corpulento y con barba blanca de apóstol laico. Pero en cuanto reía con una de sus sonoras carcajadas el ambiente se relajaba. El gigante del arte era profundamente humano. Nestor Basterretxea habría cumplido 100 años este lunes, 6 de mayo. Nació en Bermeo en 1924 y murió en Hondarribia, en 2014, tras 90 años de intensa vida. Hizo de todo: fue abanderado del arte vasco junto a sus compañeros del grupo Gaur, dejó obras espectaculares como la de la presa de Ibiur y simbólicas como la Paloma de la Paz. Pasó a la historia con la genialidad colectiva de Arantzazu o el filme 'Ama Lur' y fue comprometido activista político: un Nestor, cien Basterretxeas.

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    El final como principio

    «No se ha ido, solo se retira a descansar»

A Basterretxea, amigo de jugar con los lenguajes, le hubiese gustado empezar la historia de sus 90 años por el final. Una tarde de julio de 2014 su familia y sus amigos se reunieron en la iglesia de Zorroaga en la última despedida. Su hijo, Mikel Basterretxea, leyó un mensaje del doctor Manuel Ekain Patarroyo enviado desde Colombia. «El gigante no se ha ido, solo se ha retirado a descansar. Morir es desaparecer de la memoria de los demás y el gigante vive en todos», decía. El artista trabajó casi hasta el final en su casa de Idurmendieta, en la falda de Jaizkibel. «Sé que estoy cerca de la muerte, pero el arte me ata a la vida. Y me siento cada vez más libre», dijo a una de las últimas visitas.

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    Una vida novelesca

    Bermeo, América, Irun, Hondarribia: crónica errante

También fue escritor. En 2006 publicó sus memorias en la editorial Alberdania. 'Crónica errante', la tituló. Y así fue su vida. Nació en Bermeo, en el seno de una familia nacionalista que dejó el País Vasco ante el avance franquista en la Guerra Civil. Pasaron cinco años en Iparralde y luego los Basterretxea se asentaron en Buenos Aires. Allí empezó a forjarse el Nestor artista. Su encuentro con Jorge Oteiza, que también se había trasladado a Argentina, marcó el giro. Regresa a Euskadi en 1952, se vincula a las vanguardias con Equipo 57, participa en la creación del grupo Gaur, se asienta en Irun y termina viviendo en Hondarribia.

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    Una obra múltiple

    «Me interesan todas las herramientas posibles»

3«Hice de todo porque no sé parar quieto», bromeaba. «Me interesan todas las herramientas que pueda utilizar el artista. Rodamos en 1968 la película 'Ama lur' con Fernando Larruquert y comprobé que el cine es el arte que engloba todas las demás. Pero trabajé de todo: diseñé muebles, gracias a lo cual mi familia vivió un tiempo. Dicen que quien mucho abarca poco aprieta, pero en algunos campos ya he apretado».

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    Su propio balance

    La Cosmogonía, Arantzazu y la escultura del Parlamento

En una de sus últimas entrevistas, cuando ya hacía balance de su vida, le pedimos también un balance de su propia obra. «Me satisface ver mis esculturas en los museos, pero más en las plazas o en las calles, porque el arte tiene que salir al encuentro de la gente», decía. Forzado a elegir entre su propia trayectoria, respondía: «La Cosmogonía Vasca, un intento de interpretar la simbología y estética de mi país mediante 18 obras, es quizás mi principal aportación, pero sin olvidar las pinturas murales de la cripta de la basílica de Arantzazu, censuradas por la Iglesia y repintadas años después, y la escultura Izaro, en el Parlamento Vasco, un árbol de siete ramas. Pero también me quedo con otra cosa que he aprendido: que la vida pasa tremendamente deprisa y que haría falta otra vida para volver a empezar, pero corrigiendo errores».

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    Tres símbolos

    El triángulo guipuzcoano: la basílica, la presa, la paloma

Si alguien quiere buscar el rastro de Basterretxea en la piel de Gipuzkoa cuenta con tres obras fundamentales: sus pinturas en la basílica de Arantzazu, con la censura y polémicas previas; la gran pieza de la presa de Ibiur, inaugurada en 1994, y la simbólica Paloma de la Paz, que estuvo en la Zurriola, pasó a Anoeta por las obras del Kursaal y regresó a Sagüés, junto al mar .

Basterretxea en la inauguración de la Paloma de la Paz en su primer emplazamiento, en la desembocadura del Urumea, en 1990. Usoz
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    Faceta pública

    El hombre de paz, el comprometido

Esa Paloma de la Paz fue epicentro de concentraciones por la paz en años duros del terror de ETA. El compromiso de Basterretxea con numerosas causas públicas en favor del euskera y el autogobierno vasco, y su militancia en favor de la paz, fueron constantes. También fue 'compañero de viaje' de Eusko Alkartasuna durante largo tiempo.

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    Donostia, 1966

    La formación de Gaur, el grupo que lo cambió todo

El grupo Gaur cambió el arte vasco desde su exposición en la galería Barandiaran de Donostia en 1966 y ahí estaba Basterretxea, en esa alineación de lujo con Amable Arias, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Rafael Ruiz Balerdi, José Antonio Sistiaga, José Luis Zumeta y sobre todo Oteiza, su amigo. Las familias Basterretxea y Oteiza vivieron en un mismo edificio, casa-estudio, en la mítica casa irunesa vecina a la muga con Hendaia.

Imagen del artista, con sus útiles de pintura en plena juventud. Cortesía de la familia Basterretxa Irurzun/Artium
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    La familia

    La compañera de vida y sus cinco hijos

Estuvo casado con María Isabel Irurzun, fallecida solo unos meses antes que el artista, con la que tuvo cinco hijos, dos de ellos gemelos. «En casa siempre había gente, podía ser el tío Jorge (por Oteiza) o cualquier amigo. Nunca sabíamos cuántos íbamos a sentarnos a comer», rememoran hoy sus hijos. «El arte se respiraba».

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    El arquitecto frustrado

    El fundador de Espiral y Biok en Donostia

Su sueño había sido ser arquitecto, y lo fue en la práctica. Y diseñador de muebles: fundó la tienda Espiral en Donostia en 1960 y trabajó en Biok. Creó sofás como 'Zumaia', la mesa 'Bermeo' o la serie 'Orio'.

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    Viaje de ida y vuelta

    El 'derbi' en su vida: Bizkaia / Gipuzkoa

Al final Basterretxea confesaba sentirse «cada vez más vizcaíno». «El vizcaíno es más resolutivo. Bilbao no ha cambiado sólo por tener más dinero, sino por mayor carácter. Si se hubiera planteado un Guggenheim en Gipuzkoa aún estaríamos discutiendo cómo. El vizcaíno piensa y actúa; el guipuzcoano piensa y vuelve a pensar». ¿Quizás por eso el centenario se está celebrando más en Bizkaia?

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