La escritora donostiarra, que en la actualidad reside en Ormaiztegi, en el bosque, su espacio. ALEX ITURRALDE

Maite R. Ochotorena: «Busco remover un poco las conciencias, y si la razón se queda corta, tiro de la magia»

'La mensajera del bosque' combina elementos propios del thriller con un toque de fantasía y una profunda conexión con la naturaleza Maite R. Ochotorena Escritora

Miércoles, 20 de enero 2021, 08:10

Hace diez, veinte años, Maite R. Ochotorena (San Sebastián, 1970) era tan escritora como ahora, aunque no dio el paso hasta que, con 44 años, ... después de un periplo vital y profesional intenso y muy variado, se atrevió a admitir que su camino era la escritura. Desde entonces, esta amaratarra que ha vivido en Legazpi, en la Rioja, en Vitoria o en Madrid y ahora reside en Ormaiztegi, ha publicado ocho novelas y ha generado una comunidad de lectores numerosa, entusiasta y fiel. Ahora, Planeta ha editado, en papel y con la potencia de una gran editorial, una de las novelas que autoedita y distribuye a través de Amazon: 'La mensajera del bosque'. Sale hoy a la venta, y para quien ha ido avanzando paso a paso, con un tesón a prueba de desengaños, supone «abrir una gran ventana, poder llegar a más lectores».

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– Dadas las circunstancias, es probable que sea una de las donostiarras con más razones para celebrar el día de San Sebastián.

– La coincidencia me hace una ilusión enorme. Que la novela salga a la venta hoy es como un regalo. Tal como están las cosas, soy de las afortunadas que tienen algo para celebrar...

«Me costó mucho dar un golpe en la mesa, decidir que tenía que luchar por ser quien realmente era y dedicarme a escribir»

«'La mensajera del bosque' fue un gran paso. Tuvo muchas reseñas y fue número uno en Amazon durante mucho tiempo»

«En lugar de pensar que la naturaleza está a nuestro servicio, tenemos que darle el lugar que le corresponde»

– Podría ser un premio a la tenacidad, porque no da la impresión de que el camino haya sido fácil. Tampoco su trayectoria profesional parecía orientada a la escritura.

– En principio, no parece muy acorde con lo que soy o quería ser, porque siempre he soñado con escribir, pero me he acabado dando cuenta de que todo me ha servido para lograr lo que quería. Desde empezar a estudiar Derecho y dejarlo; estudiar para ser guionista y dedicarme un tiempo a esa profesión, que es donde me surgió la oportunidad de entrar en el mundo de los videojuegos, en el que en aquellos momentos no había muchas mujeres. Durante siete años me dediqué de pleno a ser grafista y aprendí muchísimo, tanto a nivel técnico como a explorar mi vertiente más creativa y a estar siempre abierta a explorar cosas nuevas.

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– También ha tenido experiencias menos creativas.

– Sí, tuve trabajos tremendos. He sido comercial, he trabajado en una tienda de telefonía, he hecho muchas cosas que en principio no tenían nada que ver con mi carácter, pero me dieron las tablas necesarias para hacer lo que vino luego.

– Que fue dejarlo todo y escribir.

– En 2014, cuando lo de los juegos ya quedaba lejos y llevaba años trabajando en un mundo que te consume, con un estrés que mataba la creatividad, hubo un momento en el que las cosas cambiaron. Me encontré sin trabajo y en una encrucijada: ¿seguía trabajando de comercial y negándome a mí misma? Y decidí que no podía ser.

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– Empezó a ir de puerta en puerta con una maleta con ruedas, ofreciendo sus libros. Porque para entonces ya tenía libros.

– Sí, mi primera novela, 'El secreto de la Belle Nuit', la escribí en un momento de mi vida muy difícil, fue una válvula de escape y una manera de demostrarme que podía hacerlo, que nadie me podía decir quién soy. Estuvo mucho tiempo en un cajón, al igual que la segunda parte de la bilogía, 'La sombra de Fourneau'. No estaba preparada para dar el paso; me sentía muy insegura, muy ninguneada, y me costó mucho dar un golpe en la mesa y decidir que tenía que luchar por ser quien realmente era. Aprendí que la única forma de ser libre es ser honesta con una misma. La primera novela la había editado una editorial pequeñita de Barcelona. Cerró, los libros se quedaron en el almacén, y les propuse cogerlos yo, salir a la calle y enseñarselos a la gente. Así empecé. Coger esa maleta y llenarla de libros fue mi forma de decir basta y de decidir que lo iba a intentar por todos los medios.

– ¿Qué tal le fue?

– Lo odiaba, porque soy muy tímida, pero mi experiencia como comercial me sirvió para ser capaz de coger el carrito y empezar el periplo. Recorrí todo el País Vasco, Navarra, La Rioja, Burgos... Llegué hasta Madrid. Iba tan lejos como me llevaba mi coche. Así conseguí los primeros lectores, a los que siempre estaré inmensamente agradecida.

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– ¿Nunca pensó en rendirse?

– Sabía que era una carrera larga. Muchos escritores se frustran porque no ven resultados inmediatos, y siempre les digo que es un camino largo, que hay que ir sembrando y que los frutos van viniendo poco a poco. Siempre surge el miedo cuando piensas que a lo mejor no vas a conseguir nada, que tal vez a nadie le guste lo que escribes, pero no puedo evitar seguir escribiendo. Es mi motor, lo que me ha hecho abrirme camino. En el momento en el que empecé a dar salida a esa necesidad, a dejar de negarlo y a luchar por ello, me sentí libre. Ser tú misma siempre te hace feliz.

– Del carrito real pasó a las redes y al carrito virtual.

– Me escuchó muchísima gente. A través de ellos empecé a moverme en las redes y me impulsaron a conocer Amazon. Como yo ya tenía formación para maquetar mis propios libros, para autoeditarme, todo resultó bastante fácil. Y cada vez que salía un libro todos estaban ahí, apoyándome y dándome visibilidad.

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– 'La mensajera del bosque', de 2018, ¿fue una novela más?

– No, creo que con 'La mensajera de bosque' di un gran paso. Fue número uno durante mucho tiempo, tuvo muchas reseñas. Y gracias a que mi agencia literaria creyó a muerte en mí y en mi forma de escribir. y la defendió ante Planeta, estamos aquí y tenemos otra gran ventana para llegar a más gente. Como escritora también fue importante, porque me di cuenta de que podía incorporar matices de lo sobrenatural y utilizar esos elementos sin arriesgar la historia, haciéndola más potente y plasmando otra parte de mi personalidad.

– ¿Qué le aporta esa mezcla?

– Yo lo que busco es conmover, remover un poco las conciencias sobre ciertos temas, y me parecía que cuando la razón se queda corta se podía tirar de esa parte mágica. 'La mensajera' supuso un antes y un después; sabía que estaba apostando fuerte, pero una vez tomada la decisión la novela salió prácticamente sola.

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– Está etiquetada como thriller, y tiene su psicópata, sus muertes sin resolver, su investigación, sus policías..., pero tal vez esa consideración se quede corta.

– No creo que la novela encaje en un solo género. Como quiero emocionar al lector y mantenerlo en vilo, echo mano de todo lo que encuentro: suspense, terror, amor, fantasía...

– La novela transcurre en 2017 en una ciudad, Madrid, en la que se producen transformaciones inexplicables. A pesar de ser una novela urbana, la naturaleza tiene mucho peso.

– Así es. No entiendo por qué en las grandes ciudades desterramos la naturaleza y tenemos que alejarnos para disfrutar de ella. Parece que estamos empeñados en mantenerla apartada y constreñida a espacios muy pequeños, en lugar de incorporarla a nuestras ciudades. Deberíamos dejar de pensar que está a nuestro servicio y empezar a darle el lugar que le corresponde.

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– ¿Ese es el mensaje que llega del bosque?

– Es un mensaje muy claro, que trata de recordarnos que formamos parte de este mundo. De hecho, la amnesia que sufre la protagonista, Cira Stoian, es un símil de ese olvido, y a lo largo de toda la novela lucha por buscar respuestas, aunque le suponga un trauma. Lucha por recordar, porque tiene la sensación de que detrás de toda esa oscuridad hay algo hermoso que hay que proteger.

– Hay una lucha constante, y con mucha acción, entre la vida y la muerte. Y la esperanza procede en un lugar tan poco mágico como la Cañada Real.

– Elegir la Cañada Real era una manera de colocar a la naturaleza en entorno hostil, un modo de hablar de la fuerza de la vida, que siempre se abre camino, y si encuentra obstáculos lo sigue intentando. Que haya vida en este mundo me parece un milagro, y parece que no somos conscientes.

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