«En cualquier momento podemos ser cómplices de alguna situación injusta»

– En el teatro, el cine o la literatura es habitual plasmar el encuentro de una víctima con su verdugo. Lo raro es que la víctima esté ante un testigo de lo no vio o no quiso ver.

– Esta es la gran licencia que se permite la obra. Quiero señalar que el noventa por ciento de lo que se dice son testimonios reales. Solo es ficción el encuentro entre Primo Levi y Maurice Rossel, que nunca se produjo.

– Su personaje es Rossel.

– Era un médico suizo, al parecer querido y respetado en su pueblo. Un buen hombre que miró para otro lado. Cuando el director y yo hablábamos de mi personaje me decía que estaba interpretando a un mediocre. Pensando en todo lo que ocurrió en el Holocausto, no descubro la pólvora, pero creo que si fue posible es porque gente como tú o como yo mira para otro lado. Esto se lo escuché mucho a Eduardo Madina cuando me decía que habría que hacer un museo de la indiferencia. Se refería a que la indiferencia es la que hizo posible el terror de ETA.

– ¿Cómo llega cada uno de esos personajes al encuentro y cómo salen de él?

– Voy a hacer 'spoiler'... Rossel llega ignorante. Lá única entrevista que concedió fue la que reproducimos por medio del personaje que hemos creado de la periodista. En ella parece que no fuera con él la cosa, pero estoy convencido que fue poseído después por un gran remordimiento. Creo que sale modificado. Esta pregunta es el abc de la interpretación y de cualquier texto dramático: si no hay arco, si no existe modificación... Y también te digo que una cosa es lo que se dice y otra lo que pasa, eso es esencial en la interpretación.

– ¿Como actor de qué manera se acerca al infinito dolor que supuso el Holocausto?

– Estuve en Auschwitz una vez que fui a presentar una película en Polonia. Cuesta encontrar las palabras, pero qué bien que eso quedará ahí para recordarlo, como gran testimonio del horror. Como actor al final buscas en el dolor. Lo he dicho otras veces, eres como actor como eres como persona. Y no se puede contar lo que no se conoce. Con esto no quiere decir que si interpreto a un asesino me tenga que ir a la calle a matar a gente. Pero sí que busco en esos lugares simbólicos, donde sientes las cosas que puede vivir el personaje.

– El dramaturgo Juan Mayorga, que escribió 'Himmelweg', una obra sobre la visita de Rossel al campo de concentración, dijo que ese hombre le interesaba «porque se parece a mucha gente que conozco o porque me reconozco en él».

– Estoy de acuerdo. Ante determinadas situaciones el silencio es cómplice. Veía estos días los gritos racistas en el fútbol y pensaba que en cualquier momento hemos sido cómplices ante alguna situación injusta. Porque no hemos reaccionado o por cualquier otra razón. Es así, no podemos ser héroes todos los días, pero está bien tener la humildad de reconocerlo.

– ¿Qué significa en su carrera volver al teatro tras diez años?

– En este tiempo he sido padre dos veces, he tenido la suerte de tener proyectos interesantes en cine. El teatro es maravilloso, pero tienes que irte los fines de semana. Tiene su servidumbre, pero espero seguir haciéndolo.

– ¿Qué necesita para sentirse libre en su trabajo? ¿Poder decir no a ciertas propuestas?

– Exacto. Eso y no tener miedo a equivocarte. Creo que la libertad es esa. La libertad es atreverte. A lo que sea.