Un equipo y un director

Análisis ·

Education First y Juanma Garate entendieron y ejecutaron lo que pedía esta vez la Clásica de Donostia.

Domingo, 1 de agosto 2021, 09:35

Toca destacar a un equipo y a un director en esta Clásica: Education First y Juanma Garate. La unión entre los dos deparó una actuación ... sobresaliente rematada además con la victoria. Los corredores del conjunto estadounidense dan la cara habitualmente y el exciclista irundarra supo mover sus piezas en un recorrido que conoce como anillo al dedo. Les acompañó esa pizca de fortuna para que todos los astros coincidan. Pero el trabajo, aunque Powless hubiera acabado segundo o tercero, estaba bien diseñado y hecho.

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Garate movió en la ascensión a Erlaitz a Simon Carr, precedido por un ataque de Mikel Landa. La ilusión que levantó el de Murgia se apagó pronto. Pero demuestra buen talante. Quedó la duda de si fue Landa el 'bahrain' que rodó por el suelo al pie de Murgil. De todas formas, que llegara a cuatro minutos es buena señal.

La clave de la carrera estuvo en el descenso de Erlaitz, fundamental con la lluvia y una meteorología adversa. Era un buen lugar para moverse y lo aprovecharon varios corredores, entre ellos Mohoric. Ahí estuvo atento Education First de la mano de Powless, en una maniobra que encontró recompensa kilómetros más adelante gracias a la ayuda de Carr. Poder sacrificar a uno en favor de otro importa, aunque corras el riesgo de que otro saque partido de ello.

Doble baza sin éxito de Deceuninck

Deceuninck también filtró en esa avanzadilla a un corredor, Honoré, lo que le permitió jugar a dos bandas, con el danés por delante y Alaphilippe, gran favorito, detrás. Llegó un momento, cuando creció la renta del quinteto de fugados, en el que había que elegir una de las cartas. La formación belga optó por Honoré, quizá porque no había excesiva confianza en un Alaphilippe que venía de descansar después del Tour. Sus compañeros aparecieron poco y tarde.

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Pudo salirles bien. Sin embargo, la caída de Honoré en el descenso de Igeldo trastocó los planes del Deceuninck. Seguro que iba fuerte porque tuvo arrestos para enlazar de nuevo tras estar a punto de sobrepasar la barrera y caerse al vacío, y quién sabe si a las aguas del Cantábrico. Por lo menos, no se hizo daño. No es poco. Y curiosamente, quien originó el accidente con su colada, Mohoric, siguió sobre la bicicleta tras sacar el pie del pedal.

Faltó capacidad en el grupo perseguidor. Tiró a fondo Trek, a quien no se le puede reprochar nada. Pusieron toda la carne en el asador en favor de Mollema. No bastó porque los hombres de cabeza iban rápido. Había calidad en la escapada.

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Erlaitz jugó esta vez un papel decisivo

Quizá por la eliminación de uno de los dos pasos por Murgil, pero también por la meteorología, el papel de Erlaitz en el desenlace fue distinto al que nos habíamos acostumbrado a ver desde su incorporación al recorrido de la Clásica. La selección que provocó la ascensión diezmó a los equipos, lo que se dejó sentir después en la caza por la zona de Pasaia y Donostia. Caminó la escapada lo suficiente para llegar a Murgil con una ventaja sustancial, decisiva para la suerte de la carrera.

En ese terreno, los grandes favoritos no tuvieron a su disposición bloques enteros capaces de controlar al quinteto. Ni Trek, ni Ineos, ni UAE llevaban arsenal suficiente.

Van Vleuten remata el trabajo de Movistar

Disfruté con una grandísima carrera de féminas, con nuestra Ane Santesteban metida de lleno en la pelea. Por cierto, las chicas de Movistar se dejaron ver más que los chicos. Y su principal baza, Annemiek van Vleuten, remató la labor de sus compañeras con una actuación de campeona, lo que es. Venía de demostrarlo en Tokio, donde ganó el oro en contrarreloj y la plata en ruta.

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Y estuvo a punto de caerse en la misma curva que Honoré. Lo de la última raya vale también para las campeonas.

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