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Las diez noticias clave de la jornada

Urnieta, donde se ceba la pandemia del coronavirus

A la cabeza de Euskadi. La población urnietarra no se explica qué ha sucedido las dos últimas semanas para rozar los 3.000 positivos por cada 100.000 habitantes

Miércoles, 4 de noviembre 2020, 06:15

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Urnieta se llevó un leve respiro ayer, cuando por primera vez en varios días bajó de los 10 positivos diarios. Los cinco nuevos casos situaron su tasa en 2.843,30 por cada 100.000 habitantes. Es el único municipio de más 5.000 residentes que supera los dos mil en todo Euskadi, tras casi sextuplicarse sus cifras en poco más de dos semanas. El repentino impacto del covid llevó a su Ayuntamiento a suspender sus cursillos y toda la actividad deportiva en el municipio, entre otras medidas, como el cierre de los parques de 20.30 a 9.30 horas. Estas restricciones no habían menguado la pujanza de la pandemia, lo que llevó ayer al alcalde, el jeltzale Jorge Segurado, a solicitar ayuda al Gobierno Vasco ante la creciente preocupación del consistorio y los propios urnietarras.

En general, en el municipio no aciertan a determinar qué ha podido suceder para que en dos semanas Urnieta haya pasado a ser una localidad que convivía con discreción con el covid, a liderar el ranking vasco y tener que realizar un cribado masivo.

Jorge Segurado | Alcalde

«Pedimos ayuda al Gobierno Vasco porque la curva no baja»

Jorge Segurado asumió la alcaldía hace menos de un mes. LOBO ALTUNA

Tras más de cuatro años como concejal, Jorge Segurado no lleva ni un mes como alcalde. Tomó el bastón de mando en octubre. El día 13, martes. Y parece que el mal fario se ha cebado con la pandemia en Urnieta, donde hace nada la incidencia del Covid estaba por debajo de la barrera de los 500 casos por cada 100.000 habitantes, pero se ha disparado «en dos semanas y pico sin haber un motivo claro». El Ayuntamiento adoptó sus medidas antes de que el Gobierno Vasco implantara las suyas. «No ha sido suficiente, porque la curva no revierte». De hecho, ayer mismo envió una misiva al Departamento de Salud para «solicitar un poco más de ayuda. La comunicación ya era fluida, pero debemos hacer algo porque somos 6.200 habitantes y todos los días estábamos teniendo diez-trece contagios nuevos». El primer edil no cree que «hayamos hecho nada distinto a otros pueblos». Admite que «muchos positivos se han dado en familias que se iban contagiando todos», pero «debemos lograr atajar esto».

Itziar | Estanco

«Aún hay que recordarle a más de uno la mascarilla»

Itziar observa «de todo» desde el mostrador de su estanco. LOBO ALTUNA

Itziar podría hacer un retrato social desde el mostrador de los dos estancos en los que trabaja: en la estación del Norte en Donostia, y este en la transitada calle Idiazabal que cruza Urnieta. «En general, la gente se comporta», asegura antes de enumerar una lista de acciones inapropiadas en plena pandemia y que «no» son tan aisladas. «Aún hoy hay que recordarle a más de uno que se ponga la mascarilla». Esta tolosarra se confiesa «población de riesgo», por lo que extrema las precauciones. «Cuando me ponía guantes, me decían que era una exagerada. Y mira cómo estamos. Todas las pandemias tienen dos y tres oleadas, así que esto no me sorprende». Al ver las cifras de contagio, ha suprimido el café diario y la compra la realiza «cada diez días. Trato de protegerme yo, pero también a los demás. Cuanto menos nos movamos, mejor». Por ello, afea a quienes compran un paquete de tabaco diario en lugar de un cartón cada más tiempo. Durante el confinamiento de primavera, «había quienes venían al estanco cuatro veces». Que si un lápiz, una goma, una revista... «Deberíamos ser más responsables».

Idoia Mintegi | Peluquería

«La gente no tiene ganas ni de ponerse guapa»

Idoia Mintegi, junto a su hijo Erik Elorza en la peluquería. LOBO ALTUNA

Aún no se ha inventado la manera de rasurar barbas o hacer depilaciones faciales sin tener que quitar la mascarilla al cliente y acercarse a menos de metro y medio. «Más vale no tener miedo a contagiarte», señala expresiva Idoia Mintegi desde la peluquería que regenta con su nombre. «Desinfecto todo con alcohol tras cada uso, pero no puedo estar todo el día temiendo el virus». Es más, considera que «cuanto antes lo pasemos todos, mejor. Porque a este paso no nos vamos a morir del Covid, sino de pena. La gente no tiene ganas ni de ponerse guapa». Percibe cierta pesadumbre en un pueblo en el que «estábamos muy bien en cuanto a contagios, y de pronto estamos fatal». ¿Qué ha podido pasar? «No lo sé. No nos hemos portado peor que en otros sitios. Tengo clientas que no han celebrado sus bodas de oro o que la comunión acabó con la misa, y chicos que se rapan la cabeza en casa». A su lado, su hijo, Javier Elorza, no tiene «la sensación en la calle de que haya tantos contagios, pero las cifras son las que son».

Víctor Chaparro | Hostelería

«Los clientes se preguntan cuándo nos van a encerrar»

Víctor Chaparro agradece la actitud responsable de su clientela. LOBO ALTUNA

En una plaza a la entrada de la localidad, el bar Celtics acoge clientes del supermercado cercano y de los bloques de viviendas de los aledaños. Muchos son habituales, por lo que según el responsable del local que abrió hace 14 años, el donostiarra Víctor Chaparro, «están habituados» a no sentarse más de cuatro personas. «Desde que empezó la pandemia, no dejo juntarse a más». Es la mejor manera de controlar su terraza con 18 mesas que le «salvan» de bajar la persiana. «Un bar sin terraza sería insostenible». Entre su clientela, las conversaciones ya no versan sobre el virus, «sino sobre cuándo nos van a encerrar». No vería mal este paso. «Se debería cerrar todo» para tratar de controlar un virus sin freno en Urnieta, donde ha visto escenas «injustificables» que «se han dado también» en otras localidades. «Si cierra el comercio y hostelería, tampoco podríamos juntarnos en casas», advierte. Entiende que «no es fácil» acertar con las medidas, pero no ve «justo» el cierre perimetral por municipios: «No es lo mismo vivir en San Sebastián como yo, que en un pueblo más pequeño. El límite debería ser por distritos».

Carlos Rosco | Alimentación

«Si un pueblo no ha hecho cribados no sabe su realidad»

Carlos Rosco no encuentra una razón que justifique la incidencia del coronavirus en Urnieta. LOBO ALTUNA

Jamones Rosco es un negocio familiar muy sensible a la realidad social: la venta a particulares supera las cifras de 2019, pero marcha «fatal» la distribución en hostelería, que «está reventada» y suponía un gran volumen en su facturación, según explica Carlos Rosco. La exportación internacional no se ha resentido como la local, que ha acusado «mucho el bajón del turismo». Carlos Rosco describe diáfana la radiografía social, pero se le apaga la luz al referirse a Urnieta. «No tengo ni idea de qué ha podido pasar», porque ha observado alguna imprudencia entre sus vecinos, pero piensa que si Urnieta tiene tantos positivos en parte es debido a que «se hicieron test masivos. Si en otros pueblos no se han hecho esos cribados, no pueden conocer su realidad». Más que la pandemia en sí, le preocupa «más» las enfermedades que «no están siendo detectadas o tratadas porque se prioriza el Covid».

Nasser Parra | Limpieza

«Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad»

Nasser Parra ve las calles más limpias porque hay menos gente para ensuciar. LOBO ALTUNA

A sus 20 años, Nasser Parra cumple casi todos los espectros posibles: vive en Lasarte-Oria, trabaja para FCC en Urnieta y estudia un grado superior de diseño gráfico en Donostia. Y es joven, un sector al que señalan muchas miradas acusadoras. «No me doy por aludido. Entre semana no salgo -se levanta a las cinco- y los sábados es el único día que coincido con mi novia», se defiende. Pero va más allá: «Primero se acusó a los mayores, que no hacían caso, luego a los niños, a los adultos... ¿Que se han hecho botellones? Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad». Teme que «antes de que cante el gallo estaremos todos encerrados en casa», pero no cree que el cierre de comercios y hostelería sea la solución. «Son sitios muy protegidos», lo que le da pie para apelar al sentido común individual. De algún modo, el autoconfinamiento ha llegado a Urnieta según deduce este lasartearra de su escoba: «Las calles están mucho más limpias estos días, señal de que anda menos gente» por el «respeto al virus». En su caso, «le tengo más miedo a lo que veo en medios de comunicación y redes sociales, que al virus. Antes o después, todos lo vamos a acabar pasando».

Marisa Hernández | Frutería

«Algo hemos hecho mal como sociedad para tanto contagio»

Marisa Hernández alude a algunos comportamientos sociales para justificar los contagios. LOBO ALTUNA

«¿Puedo coger yo misma la lechuga?», le pregunta a Marisa Hernández una clienta de su establecimiento de frutas y verduras. «La gente, en general, se comporta bien en el día a día», señala esta hernaniarra que no duda en situar el origen de la segunda oleada: «En los bares y restaurantes. En la calle y los comercios, mantenemos las distancias, nos limpiamos las manos... Pero vamos a un bar y la fastidiamos. Y el problema no es de los hosteleros, sino de los que consumimos. En el primer pote, todos mantenemos la distancia. En el segundo, la respetamos un poco menos, y al tercero estamos ya todos juntos. Somos latinos, nos gusta el contacto. Y el hostelero no puede estar todo el día llamando la atención a la clientela. Tampoco es su función». Marisa reside en Hernani, donde los porcentajes de contagio son algo menores pero también en zona roja. No ve comportamientos distintos entre estas localidades vecinas que justifiquen las cifras en Urnieta. «Está claro que algo hacemos mal como sociedad si hay tanto contagio».

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