El patrimonio industrial, en fase terminal
El elevado coste de la compra y rehabilitación de los antiguos talleres de Eibar lleva a que en su mayoría sean derribados o rehabilitados para viviendas
A. E.
EIBAR.
Viernes, 24 de septiembre 2021, 01:03
La desaparición del edificio que alojó a la empresa de El Casco, en la calle Blas Etxebarria, vuelve a demostrar la merma de espacios históricos ... con los que Eibar contó y las dificultades de su perpetuación. Una promotora de viviendas, como ha ocurrido en otros casos –con Alfa y Mendiguren y Zarraua–, está promoviendo la urbanización y construcción de nuevas unidades residenciales. Sobre otro edificio industrial como el de Gaspar Arizaga se promueve mantenerlo, en forma de viviendas también, por parte de otra promotora.
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Anteriormente, el arquitecto bilbaíno Iñaki Uriarte calificó de «hecatombe» la pérdida de la vieja fábrica de la empresa Alfa en Eibar, cuyas instalaciones fueron derribadas en 2004 para dar lugar al nuevo entorno urbano, en el que se edificaron 200 viviendas y un centro comercial.
Y, es que, con el paso del tiempo, los talleres más céntricos están pasando a ser viviendas y los que se mantienen en pie tienen muy poca viabilidad de transformación, salvo que alguna institución o empresa aporte un elevado capital para su rehabilitación o derribo, para otros usos.
En base a cálculos que se hicieron por la asociación Eibar Creaktiva, entre la compra y rehabilitación de dichos edificios industriales, su coste aproximado es de 12 a 15 millones de euros, montantes que asustan a las instituciones a la hora de costearlos para ubicar algún servicio.
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Rehabilitación
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Para viviendas Los edificios industriales más importantes de Eibar como Alfa, El Casco y Orbea han sido derribados para construir casas.
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Reconversión Otros edificios como Aguirre y Aranzabal (AYA), Mendiguren y Zarraua, Gaspar Arizaga albergan otros usos.
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Causas Los elevados costes de venta y rehabilitación interior y exterior impiden el mantenimiento de los edificios. Los inmuebles ubidados encima del río padecen mayores problemas para su reconversión.
El caso de Aguire y Aranzabal (Aya), hoy Portalea, ha sido uno de los únicos edificios que se ha conseguido conservar, gracias al apoyo decidido del Ayuntamiento, para ubicar todos los servicios culturales que alojaba la Casa Consistorial, a los que se incorporaron el Museo de la Industria Armera y otros nuevos, pero para todo ello hubo que contar con una fuerte inversión.
A lo largo de los barrios de Matxaria, Txonta o en Barrena transcurren también diferentes talleres sobre los que no existen proyectos para su conservación. Sí contó con un proyecto de construcción de viviendas el edificio de Beistegui Hermanos, en Bittor Sarasketa, pero la falta de acuerdos entre propietarios no permitieron que saliera adelante.
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El problema del río
En el año 1937, Eibar quedó destruido con el bombardeo de la guerra y el incendio posterior. Un arquitecto municipal, Raimundo Alberdi, dirigió una serie de proyectos consistentes en la puesta en marcha de nuevas industrias. Todas ellas quedaron emplazadas en diferentes ubicaciones. En el ámbito constructivo podemos ver la existencia de curvaturas de chaflanes, la unión de industria y vivienda un tanto tosca, todo ello unido con el taller en planta baja y las viviendas en pisos superiores. Ante ello, la asociación Eibar Creaktiva planteó al Ayuntamiento la transformación del edificio Laspiur, en la calle Bidebarrieta, que por estar encima del río no ha recibido actuación alguna, para su transformación en equipamiento museístico. El plan incluía el reforzamiento de los oficios eibarreses en el ámbito del diseño de producto, con la puesta en marcha de talleres para productos de diseño, con marca de prestigio y elevado precio: relojería, joyería, bisutería, complementos, moda, calzado..., así como las artes industriales tradicionales: cerámica, joyería, damasquinado, armas de lujo, artes electrónicas, visuales, videojuegos, etc. No obstante, tras encargarse un plan de viabilidad, por parte del Ayuntamiento, el cuantioso coste de la compra y rehabilitación, antes de la pandemia, dejó sobre la mesa este proyecto, en beneficio de otras prioridades.
También encima del río se encuentra la empresa Gabilondo que ocupa una amplia zona de la calle Barrena, sin que nadie se lanzara a su compra y rehabilitación. En caso de derribo de estas industrias al estar por encima del río, el departamento de Aguas del Gobierno Vasco exige que queden al aire libre, con lo que la superficie para llevar a cabo los proyectos es mínima. Por ello, estos «monumentos laborales», van camino quedar vacíos como símbolos de la industrialización, sin que puedan ser comprendidos y algunos conservados e integrados en la formalización de un renovado escenario que reconsidere sus cualidades formales y sus posibilidades de reutilización. Sólo quedarán en el imaginario eibarrés el denominar como Alfa a la zona de Ego-gain o a las torres de Urkizu como de Orbea. De ahí que aquella civilización industrial, como signo de modernidad, y las fábricas como centros de prosperidad pasarán al olvido y recordadas exclusivamente como un emplazamiento conveniente, de una época pasada y que por razones funcionales acogieron naves industriales, para organizar un proceso de transformación.
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La comisión Ego Ibarra para fomentar la conservación del patrimonio industrial y difundir el valor histórico de los procesos industriales del pasado llevó a cabo la recopilación documental de la historia arquitectónica de más de cien edificios industriales eibarreses y el análisis de su valor estilístico. El trabajo realizado por el arquitecto Mikel Aparicio reflejaba los datos y documentos compilados en una investigación que se pueden visualizar en la web, bajo un criterio cronológico (PDF) basado en planos históricos. El libro 'Ciudad Taller', de José Ronco, evidencia la riqueza arquitectónica que dispuso Eibar, producto de una alargada pujanza económica.
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