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Izaskun Mendizabal ante la cafetería que abrió junto a Eli Domínguez en 1997. Limia
Zumarraga

Izaskun Mendizabal se despide tras 27 años al frente del Kakueta

El miércoles será su último día. Recuerda con cariño la acogida que le dio Elizkale y se muestra contenta de tener relevo

Viernes, 26 de enero 2024, 19:19

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Los años han transcurrido al mismo compás de la vida misma en la cafetería Kakueta.Los días de fiesta, las crisis económicas, los cambios de la sociedad y de la propia Zumarraga como pueblo, han formado parte del día a día entre desayunos, cafés, tragos y pintxos de media mañana y tarde en el local de Elizkale, al frente del cual Izaskun Mendizabal terminará su andadura el próximo miércoles, 31 de enero, tras haber compartido 27 años de su vida con la clientela, las tiendas y vecinos del barrio.

Fue en mayo de 1997 cuando Izaskun se lanzó a la apertura del establecimiento junto a Eli Domínguez. Ambas fueron socias durante 7 años, hasta que en 2004, y por circunstancias de la vida, Eli decidió dar el salto a otro sector profesional. «Vivimos unos años muy buenos juntas», recuerda con cariño Izaskun sobre su compañera en los inicios.

Se decidieron a abrir su negocio en Elizkale porque se trataba de una zona donde había tiendas pero no cafeterías y residía, además, un buen número de gente joven que vieron como potencial clientela. «Recibimos una acogida muy buena en el barrio», valora. Hubo otro elemento importante en aquella primera etapa de la cafetería y fue su ubicación cerca de la parroquia. «En aquel momento la iglesia movía a mucha gente, en ella tenían lugar los acontecimientos sociales más multitudinarios de la época. Cuando había bautizos, comuniones... era una locura para nosotras, la clientela se multiplicaba. Cada mañana estábamos al tanto de si había funeral ese día, ya que suponía una oleada grande de clientes», relata Izaskun, quien se marcha con un montón de recuerdos de personas y momentos.

Rememora, como si fuera ayer, las multitudinarias fiestas de Ei-tza, tras las que los gaupaseros bajaban en manada a desayunar a su establecimiento. Uno de los momentos más duros que señala haber vivido en la cafetería fue, precisamente, en una de dichas fiestas, cuando se produjo una pelea entre dos chicos fuera del local y socorrieron a uno de ellos. «Fue terrible, la nariz no paraba de sangrarle, lo llevamos al baño e hicimos lo que pudimos, quisimos llevarle al ambulatorio, pero resultó imposible, no quería, fue bastante angustioso», cuenta.

«En otras fiestas de Eitza nos encontramos con un chico sentado fuera venga a llorar, por lo visto, había estado con una chica por la noche que, finalmente, lo rechazó y no había forma de consolarlo. Le invitamos a que entrara a desayunar para animarse un poco, pero no hubo manera y continuó llorando fuera toda la mañana», recuerda.

La Novena de la Antigua también ha sido una fecha muy especial y bonita para la cafetería. «La gente subía temprano a la ermita y a la vuelta venía a desayunar. Teníamos que tener todo a punto desde muy temprano», explica. Otro momento señalado fue la inauguración de la renovada plaza de Elizkale en la víspera de Santa Lucía del año 2012. «Supuso un cambio importante para bien, ganamos una plaza amplia y despejada como zona de paso y estancia», describe.

Una rosa diaria

Izaskun también recuerda con especial afecto a las personas mayores del antiguo geriátrico que bajaban a la cafetería por las mañanas para darse algún que otro capricho de manera casi clandestina... «El que podía caminar se acercaba y se daba algún antojo, los diabéticos aprovechaban para comer bollería, otros se tomaban un vinito. A veces se les hacía tarde para llegar a comer al geriátrico y en más de una ocasión pedían un taxi para subir, habría 500 metros de aquí al antiguo geriátrico, pero eran cuesta arriba...», cuenta. Uno de aquellos residentes del geriátrico le llevaba diariamente una rosa que cogía de algún jardín por el camino. «Recientemente he encontrado una de ellas entre las páginas de una agenda», comenta.

Conchi Larrañaga es otra de las personas a las que nombra de forma especial. «Fue muy importante para nosotras, era la panadera de al lado y siempre mantuvimos una convivencia muy buena», describe. «En 2003, Endaia hizo una obra para juntar los dos locales, la cafetería y la panadería, donde cada una seguimos trabajando en lo nuestro, hasta que en 2017 Conchi se jubiló y nosotras asumimos la venta de pan», explica.

Entre las épocas más difíciles, destaca la crisis de 2008. «Como para muchos otros sectores, fue muy complicada», señala. Y entre las más recientes, menciona el miedo y la incertidumbre de la pandemia. «Mantuvimos abierto el local para la venta del pan y el periódico. Fue duro, pero no sufrimos ningún contagio y eso ya es mucho», considera.

Relevo y agradecimiento

Aunque el miércoles sea su último día de trabajo, el Kakueta no cerrará. Otra persona tomará el relevo de Izaskun en la cafetería. «Me hubiera dado mucha pena ver el local con la persiana bajada. Para mí es una satisfacción que tenga relevo y que los clientes de tantos años no pierdan el servicio que recibían en el barrio», indica.

A partir de ahora, Izaskun tendrá mucho más tiempo para la familia y sus aficiones. «Hasta hoy, cada vez que teníamos cualquier acontecimiento todos estaban pendientes de cuando libraba», relata. Entre sus planes también está el aprender punto, vainica... y apuntarse a yoga o alguna actividad similar. «Siempre he sido muy activa en el trabajo y a partir de ahora seguiré siéndolo de otra forma», cuenta.

Se despide con palabras de agradecimiento: «A toda la clientela, a mis vecinas de tiendas y a Elizkale en general. He compartido unos años muy buenos con todos», concluye.

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