Retrato gráfico de la Kasablanka del siglo XX

El nombre no tiene reminiscencias cinematográficas, ni ligadas a la ciudad marroquí, el origen se remonta al siglo XIX cuando los estudiantes de la universidad que paseaban por la arboleda decían que caminaban «hasta la casa blanca que existía en el lugar», recoge Ugarte haciéndose eco del historiador Iñaki Zumalde.

Ese 'vamos hasta la casa blanca, derivó en 'vamos a Casablanca' y se impuso en popularidad a la denominación oficial, así que el libro que este viernes se presentó en Kultur Etxea se rinde a ambas realidades y se titula 'Goribar Kasablanka. XX mendeko bizitza argazkitan'.

En cuanto a la procedencia de Goribar, según Jerardo Elortza podría derivar de la unión de 'bolu' (molino) e 'ibar' y tendría relación con el antiguo molino que existía más abajo de Olalde.

Fue Bolibar en la Edad Media, después Boribar y a partir del siglo XVI Goribar. No obstante, desde la década de los 60 del siglo pasado esta nomenclatura se reduce al entorno de los caseríos, mientras que Otadui Zuhaiztia identifica la calle formada por las viviendas situadas junto a la carretera que atraviesa el barrio, «en homenaje al oñatiarra Lorenzo Asensio Otaduy, que fue obispo de Avila hacia 1.600».

Pero denominaciones aparte, lo que empezó entre un grupo de amigos, recopilando fotos antiguas para que no se perdieran, ha terminado involucrando a decenas de vecinos y vecinas. El barrio ha hecho piña en torno a un proyecto que ha rescatado más de medio millar de instantáneas, que sirven para reconstruir el pasado cercano y acercarlo a las nuevas generaciones, nutriéndolo de pinceladas históricas.

«Al ser al mismo tiempo un barrio rural y urbano, ha tenido muchos cambios, tanto en su paisaje como en su vida social» explicó este viernes el autor.

Mención especial merece la vida que tenía el barrio con sus dos bares: el Debatarra (primero Toki Eder), que cerró en 2020, y el Bakero que lo hizo en los años 80. «Los san isidros eran celebrados también con muy buen ambiente y hasta los años 70 el 15 y el 16 de mayo eran rojos en el barrio, pasándose luego la celebraciones al fin de semana». El ejemplar recoge como daban fiesta en Garai y había la costumbre de repartir pastas y vino dulce a los vecinos de casa en casa con acompañamiento del acordeón.

Además de las fiestas y celebraciones, las cuadrillas, la vida social y familiar, el libro recoge un buen numero de vistas, parajes, caseríos y fábricas plasmando a través de las imágenes la evolución que ha experimentado el barrio a lo largo del siglo XX.

Algunas empresas han desaparecido y en la actualidad sobreviven diez caseríos y hay un centenar de viviendas.

'Jexumai', como le llaman sus amigos, ha llevado el peso de la publicación con la inestimable ayuda de su cuadrilla «de siempre» Aitor y Anjel Abaunz Aiastui, Anton Azpiazu Lanz, Jexux Lizaur Madinabeitia, Esteban Telleria Rodríguez y Fernando Ugarte Aranburu.

Han tocado la puerta de las familias que viven o descienden del barrio y la respuesta ha sido excelente: 45 personas han contribuido con sus fotografías a llenar de retratos las 302 páginas.

La calle, las celebraciones festivas, el grupo de música Los Culpables, las transformaciones urbanísticas, el añorado tren, las desaparecidas casas de Ibai-ondo y Aloña-alde... Multitud de estampas, algunas solo conservadas en la memoria colectiva, tejen este testimonio gráfico.

«El desarrollo de la industrialización trajo consigo la necesidad de trabajadores, y nuestro barrio, estando muy cerca del centro del municipio, fue una primera ubicación, así como un lugar de integración para muchas personas provenientes de otras regiones» señala Ugarte.

Hijos de Juan de Garay, la curtidería Arrazola, Chocolates Loyola, Mugarza Ugarte y Cia, Santiago Corcostegui, Ulma, Chinchurreta... forman parte del listado de empresas, algunas extinguidas y otras trasladadas a otro emplazamiento', que iniciaron su andadura en Kasablanka.

Un barrio en el que la industria, la vida rural de los caseríos y la social y familiar siempre han confluido, y por eso además de instantáneas de todas empresas, se recogen baserris, casas (algunas ya desaparecidas y otras en construcción) , así como un gran número de fotografías de álbumes familiares.

No falta un guiño a personajes destacados del barrio y se agradece que cada capítulo se acompañe de una introducción a modo de hilo conductor y el ejemplar tenga un anexo para los pies de fotos en el que se detallan los nombres y apellidos de los retratados. Una ardua labor que este viernes en la presentación recibió muchos elogios.