Udala, pasto de los jabalíes
Revuelven los pastos para la ganadería y arruinan los pastizales, con la amenaza de transmitir enfermedades
KEPA OLIDEN
Viernes, 10 de abril 2015, 00:08
Los peñascales y encinares de Udalatx se han convertido durante los últimos años en el hogar de una floreciente población de jabalíes, que a juicio de los baserritarras bien merece la consideración de «plaga». Los ganaderos de vacuno, ovino y caprino de Udala, barrio enclavado a los pies de la peña homónima, son quienes más directamente sufren los estragos ocasionados por estos cerdos salvajes. «Descienden durante las horas nocturnas para escarbar en los pastizales en busca de raíces y lombrices».
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Aitor Murgoitio, del caserío Kabuena, lleva invertidas este año «más de doscientas horas de trabajo», tratando de recomponer sus destripados pastizales. Sus vacas dependen de la hierba que crece en ellos, y si los jabalíes continúan despanzurrando sus pastos, tendrá que volver a comprar forraje para el ganado. El año pasado «me gasté más de cuatro mil euros en este concepto».
Los pastizales destripados por los jabalíes ocasionan importantes perjuicios a los baserritarras: las vacas y las ovejas no pueden pastar, y los baserritarras no pueden segar y apilar la hierba que precisan para alimentar al ganado durante el invierno. Además, si introducen medios mecánicos para la siega, se arriesgan a que las cuchillas de la segadora sufran desperfectos, cuyas reparación tiene un considerable coste.
Reserva natural
Obviamente, nadie conoce con precisión qué población de jabalíes se oculta en las encrespadas faldas de Udalatx. Castillo, pastor de ovejas de Udala, estima que «podría haber una veintena de madres reproductoras». Cada una pueden criar 5 o 6 jabatos al año, y además habría que sumar los machos adultos que viven solos. «Antes los jabalíes solo aparecían por Udalatx en invierno para retornar en verano a sus asentamientos en la zona de Gorbea», recordaba este pastor.
Pero con el progresivo abandono de la explotación humana y ganadera de los bosques, la broza ha terminado por enmarañar pinares y encinares, convirtiéndolos en el hábitat idóneo para los jabalíes. La abundancia de bellotas y lo abrupto del terreno han favorecido la proliferación de esta especie en un entorno que, además, ostenta la consideración de reserva natural.
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En consecuencia, la caza está totalmente vedada, y, según los baserritarras, las contadas batidas de jabalíes que autoriza la Diputación Foral apenas hacen mella en la población de esta especie salvaje.
Naturalmente, todas las artes furtivas de lazos, cepos o cebos están estrictamente prohibidas, como admiten los propios baserritarras.
Piden soluciones
Los baserritarras de Udala carecen de medios para resolver el problema de los jabalíes por sí solos. Los mastines que guardan el ganado «sirven para ahuyentar perros sueltos o asilvestrados que rondan al ganado, pero no son rival para una grupo familiar de jabalíes, y mucho menos para un macho que puede superar los cien kilos de peso».
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La problemática que arrostran los baserritarras no es nueva, y los intentos para que la administración solucione el problema, tampoco. «Llevamos remitidos siete escritos a la Diputación a través del sindicatos agrario EHNE. Y aún no hemos recibido respuesta», lamentaba Murgoitio. Tampoco los contactos con la Federación Guipuzcoana de Caza han dado los frutos esperados.
Murgoitio y Castillo, al igual que sus convecinos udalarras, empiezan a perder la paciencia y piden «soluciones a quien corresponda». Y confían en recibir el respaldo del Ayuntamiento de Arrasate en la demanda que plantean.
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