«La guitarra se toca hoy a mucha, mucha velocidad»
Endika Martínez. Recuerdos y acordes del concurso La Púa de Oro
BEGOÑA DEL TESO
Martes, 1 de febrero 2011, 09:00
Todo el planeta musical de Donostilandia y Vardulia entera sabe que Xabier Agirrezabala se llevó la Púa de Oro en la tercera edición del concurso de guitarras organizado por la hermandad de Leize Gorria, guarida de músicos y otras finas hierbas revolucionarias de la calle Zubieta. También se sabe que Erik Rodríguez fue plata porque bordó su rendición de For the Love of God en la finalísima de Gazteszena. Nosotros charlamos con el príncipe negro, Endika Martínez, púa de bronce, que tuvo de segunda guitarra a otro grande, Borja Minteguia.Hablamos en el Biarritz. Hablamos de Wagner, de Paganini, del vodka auténticamente ruso y de guitarras de no más de 12 o 15 años que vienen pegando fuerte.
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Así que mucha velocidad en las guitarras del III Milenio.
No imaginas cuánta. La maestría en lo referente a la parte técnica es impresionante. A veces, cuando oyes guitarras de heavy metal, por ejemplo, llegas a pensar que la mano acabará saliéndose del instrumento.
Pero me da la impresión de que piensas que eso no basta.
Claro que no. Para mí la guitarra es lo que acabo de decir: un instrumento, la herramienta del músico. Su arma para poder expresarse, para poder transmitir aquello que lleva dentro. El guitarrista necesita de ella para poder comunicar sus sentimientos a quienes le escuchan. Para mí, cuanto más virtuoso eres en la ejecución de tus temas más estás tocando con la cabeza. Y cuanto más transmites, conmueves, provocas al espectador, más y mejor estás tocando con el corazón. ¿Sabes por qué Paganini es uno de mis referentes, de mis tremendas influencias, junto a Wagner?
¿El violinista supremo, aquel al que llamaban, precisamente, el violinista diabólico?
Pero es que no era sólo violinista. Tocaba la viola y era... guitarrista. Y sí, le llamaban diabólico porque pocos creían que su extremo virtuosismo pudiera ser natural y no consecuencia de un pacto con Satanás. Fue el mejor pero a mí lo que me impresiona realmente es, volvemos a nuestra idea, la expresión de su música, lo que transmite. El Paganini romántico no me interesa pero el enrabietado y provocador me parece un artista absolutamente irrepetible.
Permíteme dar un salto mortal en el tiempo y el espacio. ¿Y Jimi, Jimi Hendrix?
Buen salto pero, desde el respeto, no necesito a Hendrix; al fin y al cabo, el otro grandísimo de la guitarra que me maravilla bebió en su historia, en su técnica, en su rabia.
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Estás hablando de Yngwie, ¿verdad? Yngwie Malmsteen. Hay quien le sitúa al mismo nivel de Paganini y Vivaldi.
¿Recuerdas Arpeggios from Hell? ¿Su Cold Day in Hell? ¿Hot on your Heels? ¿Sabes por qué para mí la guitarra de la foto es la guitarra?
Sé que es una Fender Stratocaster de 1987, con pastillas Di Marzio y el puente cambiado...
Está usada, tocada, acariciada. Su madera gana expresividad con los años y los conciertos, madura maravillosamente como ese vino que envejece bien en roble. Pero para mí es vital que esté firmada por Yngwie. Aunque sería también impresionante que la hubieran firmado otros grandes maestros y mejores personas: Carlos Soto o Juan Balduz. Me enseñaron no solo a tocar sino a cómo vivir la música
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Nuevo salto en el tiempo y en el espacio, háblame de la gente que te ha venido sorprendiendo desde que entraste en Leize Gorria.
Para empezar, el clan que lo lleva, los Biurrun que logran que tras la primera cerveza y el segundo rasgueo te sientas de la familia, del grupo, de la historia. Después, la gente que tocó a mi lado, músicos que yo contrataría para cualquier concierto o grabación: Borja Minteguía...
¿Cómo no le ibas a contratar si fue púa de bronce en 2010, le gustan los acordes del neoclásico y se asombra con las notas arábigas?
Tú lo has dicho. Pero también estaban, están, María, la bajista; Barrene, el batería o Iza, el teclista. Suenan tan bien que acabas tocando dentro de la burbuja de sensaciones que ellos han creado. Sin olvidar a un rival, Iker Pando: bestial.
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Lógico, pertenece a una logia perfecta ¡Glaukoma Sound System!
Pero es que también había un chaval, Mikel, que sólo tenía 12 años. Aunque no fuera ni muy rápido ni un virtuoso de la técnica, transmitía a tope. Y no me olvido de Joseba Espejo, 15 años. Ha formado un grupo con algunos compañeros del colegio, de Marianistas.
Ya: Iñigo Lomas, bajista; Álvaro Gorostidi, batería...
Cualquier defecto en la ejecución se olvidaba rápido porque saben lo que quieren contar con su música.
Por cierto, ¿cómo ha de vivirse la música?
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Sin que se te suba el ego o cuando tengas tu primer fracaso, la hostia que te pegarás será muy grande.
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