CIUDADANOS | MIKEL PÉREZ CUENTOS Y LEYENDAS DE TOCADISCOS, AGUJAS DE ZAFIRO Y DISCOS DE VINILO

«Los tocadiscos y el vinilo daban a la música inmediatez, fisicidad y la personificaban»

El penúltimo sueño de Mikel es que le regalen un 'tocata' que ha detectado en casa de un familiar. Se trata de aquel maletín maravilloso de Philips en el que la tapa era, sin más, el bafle

BEGOÑA DEL TESO

Miércoles, 13 de febrero 2008, 10:16

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Su dama colecciona, tiñe, cose, metamorfosea muñecas Nancy. Sus hijos corretean por las calles peatonales de Gros en compañía de otros miembros de la gran tribu de la calle General Arteche y plaza Nafarroa Behera. Él se levanta a las cinco de la tarde para ir a trabajar. Entre sus mil y una pasiones, los discos de vinilo. Y los tocadiscos de antes. De antes y aguja.

- 'El contacto físico entre la aguja y el vinilo, unido a los efectos irreversibles de la falta de cuidados de los dueños de los discos, hacian que el soporte resultase bastante deleznable'. Leído en 'La Vanguardia'. Contraataque, por favor

- Lo hago con la frase que usamos de titular: El brazo del tocadiscos, su deslizarse y enrocarse en el surco del vinilo, proporcionaba una tremenda fisicidad y una total inmediatez a tu música, a tu acto de escucharla e incluso a tu decisión de elegir un tema u otro. Eso sin contar con que personalizaba brutalmente tu disco.

- No sé si lo entiendo del todo. Pienso más bien lo que cuenta Roland Groenenboom en 'Culturas': 'Estos sonidos no deseados y accidentales, impuestos por el tiempo y la casualidad se multiplicaban cuanto más se hacía sonar el disco'.

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- Yo también estoy completamente de acuerdo con eso. Eran accidentales. Aumentaban con el paso del tiempo y la casualidad era un factor a tener en cuenta, pero no estoy seguro de que los ruidos que provocaba la aguja al rasguear sobre el vinilo fueran realmente no deseados por nosotros.

- No sé si me empiezas a parecer un sí es no psicópata. ¿Disfrutabas rayando tus discos?

- Escrito así... Pero vale, lo confieso. La aguja cuando se atrancaba producía sonidos nunca imaginados. Pero te juro que muchas veces los buscábamos, los provocábamos. Yo llegaba a poner una peseta en el brazo del tocadiscos para que pesara más y cayera de otra manera sobre el surco.

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- Cuentan por ahí que, por el contrario, no faltaba quien untaba los discos con aceite pensando que así la aguja se deslizaría mejor.

- Lo único que conseguían era dejar el vinilo grasiento, resbaladizo y sucio hasta el último poro.

- Insisto: 'Un surco se rayaba de verdad y la aguja se limitaba a reproducir de continuo un único fragmento, un 'loop' que sólo podía cortar la mano de alguien'.

- ¿Ves? ¿Lo entiendes? La mano de alguien... La gran diferencia entre los equipos de música de ahora y los tocadiscos de antes estriba en que tú podías actuar directamente, inmediatamente, rápidamente, sobre el tema, la música, el momento que querías escuchar, evitar o saltar. Hoy jugueteamos con botones y teclas, confiando en encontrar la canción deseada o intentando salvar lo insalvable. Porque cuando un CD falla, falla de verdad. Y muy robóticamente. Nosotros nos reconocíamos en las grietas de nuestros vinilos. De hecho, cuando pinchábamos estábamos muy orgullosos de que el mismo tema sonase totalmente diferente según en qué disco y de quién estuviese. Él mío tenía unos saltos, unos loops y rayaduras, que no serían nunca las del tuyo.

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- Suena casi sórdido ante la limpieza quirúrgica de un CD.

- Que conste que no tengo nada en contra de los CDs. Son magníficos. Reproducen un sonido perfecto. Pero repito, ¡qué placer dirigir tú el brazo hacia el punto exacto de ese vinilo! Porque lo conocías raya a raya. Estaba marcado con tus momentos. Recordabas que aquel rayazo se hizo en aquel guateque...

-... O aquel verano en Carcastillo, donde, cuentan, eras el rey.

- Lo era, sí. Porque llegaba al pueblo cargado con mi tocata y y mis discos. Ahora lo hemos olvidado porque parece que todos tenemos de todo, pero hubo un tiempo en que en algunos sitios, el único tocadiscos era aquel que llevaba el donostiarra veraneante. Lo sacábamos a la plaza y bailábamos a su son, a sus 45 rpm. Otro detalle: digan lo que digan sobre soportes deleznables, hoy los mejores DJs marcan sus vinilos con trozos de cello y papel para saber dónde, cómo y cuándo rayarlos. Por algo será. ¿Por lo de la personificación del sonido, acaso?

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- Tal vez y quizás. ¿Qué se hizo de aquellas agujas?

- Se dejaron de fabricar. Sólo lo hacen algunas marcas de gran prestigio y nostalgia. Encontrarlas es una labor de rastreo, investigación y asalto a los trasteros de los familiares y amigos.

- Gustándote tanto la interacción entre quien coloca el disco, el brazo automático y el vinilo, ¿añoras también las cassettes?

- ¡Ni hablar! ¡Ni pensarlo! Era un sonido horrible, sucísimo ya desde el principio. Y no, no podías interactuar con la cinta. Ella sola se atascaba, se enrollaba, se desparramaba. Otro detalle: el vinilo sólo contenía música y eso significa mucho para mí, la exclusividad del soporte. Un CD es polimórfico, puede guardar cine, canciones o fotos. En el vinilo sabes siempre lo que vas a encontrar.

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- Dicen que ibas a la playa con el tocata y los discos.

- Por supuesto. Con mi maletín Philips monoaural para singles.

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