Los fuegos artificiales del 13 de agosto de 1967 tuvieron 'efectos especiales'.
La calle de la memoria

1967: ¿Fue un terremoto o la traca final?

Tuvo el don de la oportunidad. Un pequeño movimiento sísmico coincidió con la traca final de los fuegos artificiales, con lo que muchos donostiarras ni se enteraron.

PPLL

Martes, 14 de agosto 2007, 10:28

Los fuegos artificiales, especialmente sus sonoras tracas finales, siempre han tenido un punto de apocalípticos. Nuestro corazón retumba y parece que el suelo se vaya a abrir ante la acumulación de estallidos. Hace cuarenta años, esta impresión fue más real que nunca. Ahora que los temblores de tierra no son tan lejanos recordamos uno de pequeña escala pero que coincidió con un momento tan oportuno y tan donostiarra como la quema de los fuegos artificiales.

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Fue el 13 de agosto de 1967, domingo, el primer día de aquella Semana Grande. Según informó DV, «sobre las once y doce minutos, se dejó sentir en buena parte de la ciudad dos movimientos sísmicos que tuvieron en los sectores de Amara, Iruresoro, Miraconcha, Parte Vieja y otros puntos de la ciudad, cierta intensidad».

No consta si la traca final de la colección pirotécnica lanzada aquella noche recibió una ovación extra, pero sí que «dichos temblores coincidieron con el final de los fuegos artificiales celebrados en la Concha, por lo que el numeroso público que acudió a presenciarlos no se percató del fenómeno sísmico».

Entre quienes no estaban viendo los fuegos, sin embargo, «puede decirse que el pánico fue colectivo», se aseguraba. Estaba reciente el terremoto, de Venezuela y el pequeño movimiento sísmico con epicentro en la localidad francesa de Olorón y vibraciones en Donostia y Zarautz parece que provocó sustos más que considerables. «En Martutene, un camión bailó a ritmo 'ye-ye', varias señoras sufrieron ataques de nervios, en la Casa de Socorro fueron asistidos varios heridos leves a causa de unas cortadas recibidas al salir de casa de una forma atropellada y romper los cristales del portal».

En el DV primaba una visión tranquilizadora, cuando no con unas gotas burlonas, del caso. Ansa escribió que «indudablemente, la 'psicosis de terremoto' que reina estos días a consecuencia de los últimos seísmos de Venezuela y Murcia ha contribuído a exagerar el pánico (pánico relativo, claro está, no exageremos nosotros tampoco) producido por nuestro 'pequeño terremoto' del domingo. Los enormes medios de comunicación de que hoy disponemos -la televisión sobre todo- contribuyen a agigantar las dimensiones de los hechos y a acrecentar la sensibilidad de las masas». Claro que parte de esas sensibles masas confundieron el terremoto con la traca final.

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