Verdad y realidad
EMECÉ
Lunes, 20 de septiembre 2010, 04:41
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Antes de inaugurarse la 59 edición de la Abao la polémica ya estaba servida dadas las quejas puntuales y vehementes, pero certeras, del director de escena Giancarlo del Monaco, respecto al modo en que las instituciones vizcaínas que regentan el Palacio Euskalduna tratan a la Abao a la hora de concederle tiempos para la puesta en escena de sus óperas. Hace años tocó el tema este crítico provinciano y la respuesta de la dirección del palacio de congresos bilbaíno ni tan siquiera mereció una línea de respuesta, dado el tono con el que fue escrita.
Ante esa indiscutible verdad en el mal trato al evento artístico privado de más relieve en el País Vasco, entremos a dar análisis a la realidad vista de esta ópera verdiana, Don Carlo, en su versión milanesa de 1884.
La puesta en escena de del Monaco es vistosa, sugerente, creativa de una realidad histórica muy bien acomodada a la escena, llena de simbolismos y con apuntes escuriarenses de mucho rigor. Ha sido notorio el bajonazo que ha dado la Sinfónica de Bilbao desde la ausencia del maestro Mena, con pérdida de calidad sonora y caída de tensiones cromáticas. Frizza hizo una lectura plana de la partitura con pérdidas inexplicables, como en los casos de los coros internos.
A Aronica le faltó el remate en registro agudo que es necesario para lucir al infante Carlo. Raspagliosi fue una Elisabetta cumplidora y entregada. Scandiuzzi volvió a repetir su solvencia vocal como Filippo II, poco ayudado desde el foso. Stoyanov fue un Posa de mucho mérito, con buen canto legato pero aún a falta del adecuado cuajo verdiano para dar realce pleno al famosos marqués. Cornetti realizó una Éboli un tanto brusca y Faria no pasó de ser un discreto Inquisidor. Muy bien De Unda, como Tebaldo, y acertado el coro.
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