La música vuelve a encender Tolosa

Una vez más, la música pone de manifiesto que hemos retomado el pulso. Tolosa celebró ayer la octava edición de su festival al aire libre de música popular MusikHerria con la mayor participación de su historia. La 'vuelta' a las calles es un «alivio» y «respiro» para todas las agrupaciones que semana tras semana amenizan las calles haya o no una feria o actividad especial, y es que la mayoría ha retomado sus ensayos, así como las actuaciones o los pasacalles que realizan los fines de semana.

La de este año ha sido la edición que más se ha acercado a la normalidad. Ejemplo de ello fue la primera cita de las doce del mediodía con Tolosa Kantari en unas rebosante Tonto Kale y Tinglado, donde los librillos se alzaron con fuerza para entonar 'Agure zaharra', 'Nere amak baleki' o 'Lau haizetara'.

La anterior cita se celebró a mediados de octubre, tras año y medio de parón por la pandemia, en un formato más reducido y a las puertas de la conocida 'nueva normalidad', tras anunciar el fin de las restricciones y todavía con algunas medidas vigentes. Durante el tiempo que ha durado la pandemia no se ha celebrado el festival como tal, pero la rebosante presencia de músicos en los balcones durante el confinamiento fue fiel reflejo de la relación especial que mantiene el pueblo con la música en su día a día.

Con el tiempo a su favor, MusikHerria se celebró ayer junto con el encuentro del vino blanco que se llevó a cabo durante la mañana en el Triángulo, donde se pudieron degustar de primera mano propuestas especiales de trece conocidas bodegas de la península. La música popular sonó en cada una de las esquinas de la Parte Vieja, y este año también en diferentes barrios como Larramendi, Amaroz, Izaskun y San Esteban, que protagonizaron las primeras dianas, kalejiras y melodías de txarangas. El programa se completó con conciertos y actuaciones en espacios fijos de músicos y agrupaciones locales e invitados que se sucedieron de forma simultánea, y el evento recuperó la tradicional comida popular en el Tinglado.

La Escuela de Música fue el único agente municipal presente en la fiesta con la participación de la banda de alumnos, y los grupos de acordeón, txistu y clarinete, que en kalejira continuaron llenando las calles del Casco. La directora de la Escuela de Música, Amaia Lizaso, recuerda que la edición anterior se celebró a un «ritmo diferente». «Todo salió bien, pero no hubo una representación masiva de la Escuela. Fue diferente en todos los sentidos: había que evitar aglomeraciones de gente, tampoco hubo comida popular y teníamos cierto miedo a que hubiera algún tipo de contagio, y es que tenemos una responsabilidad con nuestros alumnos», rememora.

La selección de instrumentos, grupos y repertorio musical llegada la fecha se adapta al carácter del festival, lo que hace que cada MusikHerria sea único. «Desde la organización intentamos atraer y crear un programa interesante con propuestas variadas y animadas donde la música invite a disfrutar del ambiente en la calle», recalca Lizaso, quien adelanta que durante el mes de junio los alumnos volverán a actuar en la calle, esta vez, ofreciendo cuatro conciertos especiales, de los cuales tres tendrán lugar en el Tinglado y uno en la plaza Verdura.

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