Tolosa
Inmersión al pasado de GipuzkoaArchivo General. Con motivo de la Semana Internacional de los Archivos, el fondo histórico de Tolosa abrió sus puertas para mostrar su labor diaria de conservación
Igual que no se puede mirar al pasado con los ojos del presente, no existe un futuro sin tener en cuenta nuestro pasado. Es la función que cumplen los archivos documentales, protegiendo el acceso al conocimiento de cientos de años de historia para entender cómo somos hoy. Una labor que en esta Semana Internacional de los Archivos, y dentro de las actividades por el mil aniversario de la primera alusión escrita a Gipuzkoa, se ha buscado poner en valor con la apertura de las puertas de sus fondos al público, para entender cómo es el día a día en la preservación, catalogación, digitalización y difusión de la información contenida en miles de tomos.
Por ello, durante estos días se organizaron visitas guiadas en ambos archivos históricos del territorio, tanto en el Archivo General, en Tolosa, como en el Archivo Histórico Provincial, situado en Oñati, recibiendo a numerosos interesados que se sumergieron en el trabajo de los técnicos en la conservación de la historia de una Gipuzkoa milenaria. No pudieron observar el cartulario de San Juan de la Peña, del siglo XI, custodiado en la biblioteca de la Universidad de Zaragoza, pero sí tuvieron la oportunidad de conocer otras reliquias históricas.
Entre las mostradas en las puertas abiertas de Tolosa está el Libro de los Bollones, único código medieval, del siglo XV, que se conserva. El nombre le viene de los bollones de plata que cubrían las dos cubiertas de piel de la cobertura original. Era utilizado como «libro auxiliador», según explicó la responsable del Archivo General de Gipuzkoa, Maider Etxagibel, y contiene «ordenanzas, cartas, provisiones y demás privilegios que tenía la provincia». Era un elemento esencial para el funcionamiento de las Juntas Generales de la época, un documento «solemne» con el que se consultaba «qué es lo que tenía otorgado Gipuzkoa para que las Juntas trabajaran con normalidad». Fue obra del primer escribano fiel de la provincia, el tolosarra Domenjón González de Andía, quien acabó con las Guerras Banderizas en la provincia. Gracias a su labor, asentó los cimientos de las instituciones forales del territorio hasta el siglo XIX.
La restauración, clasificación, archivo, digitalización y difusión de los escritos son las tareas principales que realizan
Restaurar tras baños acuosos
Desde la recepción hasta su almacenamiento en los depósitos, los documentos realizan un viaje por las diferentes plantas y salas de este edificio del paseo San Francisco. En el laboratorio y taller, los más afectados tienen su tratamiento para poder ser manipulados y conservados. Sin embargo, el propósito de la restauración nunca será recuperarlos a su estado original, pues se busca «respetar la historia del documento» para que «siga transmitiendo la información que contiene», explicaba la técnica de esta área de la Diputación.
Primero se comprueba el estado del escrito y se realizan limpiezas, con brochas y esponjas suaves para retirar el polvo y la suciedad. Después, se colocan sobre un tejido para sumergirlos en agua y continuar la limpieza, además de darle un tratamiento alcalino para desacidificarlos y elevar su pH. Posteriormente, y dependiendo de la magnitud de los deterioros y su estado, la restauración se realiza a mano, en seco, o usando una máquina reintegradora, bajo un baño acuoso. Con ella, se busca corregir las faltas –papel comido por insectos o quemado por el fuego– y rellenar esas zonas para que el original no sufra mayor deterioro. Se utilizan fibras de algodón y lino con tonos similares al documento, mezclados con el agua y que se adhieren al papel para devolverle consistencia. Un proceso que los asistentes pudieron ver en una demostración. La restauración finalizaría tras su secado, plegado, costura con el resto de páginas, archivo y guardado en el depósito.
Otra de las tareas que se realizan es la paleografía, ciencia que se encarga de 'descifrar', en gran medida, el contenido de documentos caligrafiados con escritura antigua. Para su difusión a la ciudadanía, tanto experta como si no, debe conocerse qué contienen sus páginas, por lo que el estudio y la transcripción son cruciales. «El trabajo que hacemos aquí, el de la descripción, la conservación y la difusión son elementos muy críticos» en el día a día del Archivo, indicaba Maider Etxagibel.
Asimismo, aunque no todos los documentos atesorados tienen el mismo valor, a la hora de realizar una investigación, el gran volumen del fondo es una ventaja. En un trabajo de este tipo es necesario cotejar y contrastar los recursos en diferentes archivos para tener una «perspectiva completa sobre el tema». Por tanto, la suma de los diferentes puntos de vista –social, arquitectónico, histórico, medioambiental, económico...–, más el propósito original del material, dan como resultado un trabajo científico. «Los documentos y perspectivas se complementan unos a otros. Lo que hay que saber es utilizarlos para reconstruir y contrastar la realidad actual», subrayaba en la visita el jefe del Servicio de Archivos y Patrimonio Documental de la Diputación, Ramón Martín.
Genealogía, lo más consultado
El Archivo General de Gipuzkoa alberga ocho depósitos documentales que ocupan 5,5 kilómetros de longitud, conservando los escritos bajo una climatización controlada y fija para evitar su deterioro, y con medidas de seguridad contra el polvo, incendios e insectos. En ellos se recogen los protocolos del Distrito Notarial de Tolosa, entre otros documentos, que son el recurso más consultado por quienes acuden a este espacio. Estos contienen información sobre «testamentos, compraventa de caseríos o terrenos, reconocimientos de hijos naturales...», redactados por escribanos o notarios a lo largo de un año. Cuando los protocolos cumplen cien años son de consulta libre, y se almacenan en el Archivo. El resto de distritos notariales de Gipuzkoa corresponden a Oñati.
Con estos documentos cualquier persona puede conocer más acerca del pasado de su familia y de los antecedentes de un inmueble, lo que convierte sus depósitos en «garantes de los derechos del ciudadano», una cualidad que desde el Archivo quisieron remarcar. Porque revisitar la memoria histórica conservada puede desmontar el presente y construir un futuro democrático.
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