Tolosa
El ascua crepita en cada tolosarraDía de San Juan. La tradición popular y la religión convergieron con alrededor de 1.950 escopeteros, txiribiteros y cartucheros que desfilaron por las calles de Tolosa en marcha militar, bajo un sol abrasador
Desde bien temprano sonaban por las calles de Tolosa las primeras salvas de las diecinueve compañías presentes del Alarde de armas mixto. En total, sumados escopeteros, txiribiteros y cartucheros, alrededor de 1.950 personas participaron en el día de San Juan, patrón de la localidad, bajo un sol abrasador. Una característica que se refuerza gracias a los jóvenes, cada vez más numerosos, y el resto de agentes culturales que ponen su parte para hacer de este día uno de los más representativos del pueblo.
Y es que no hay mayor legado para la ciudadanía presente y futura que un pasado cultural que preservar, no sin ajuste a los nuevos tiempos; un patrimonio inherente que aporte identidad, como fue toda la celebración de ayer que inició cuando los txistularis hicieron su ronda para llamar a la Corporación municipal en sus casas y posteriores dianas.
El capitán general pasó revista en la Plaza Zaharra antes de que comenzara la Misa Mayor en la iglesia de Santa María. Tras el final de la liturgia, acaecía el momento más esperado en la plaza de la parroquia: los presentes, que codiciaban la sombra, animaban a los portadores de los gigantes mientras bailaban el vals 'El valiente'. Un acto previo que ha cogido fuerza en los últimos años hasta convertirse en una tradición popular, al nivel de la bordon-dantza de Udaberri –que este año han apostado por una vestimenta igualitaria–.
Al son de las campanas, y anterior a la salida de la imagen de San Juan, los bordon dantzaris pusieron la solemnidad y el pueblo el silencio, tan solo rota por las precedidas salvas de las compañías reunidas en la pequeña plaza. Tradición y religión convergían en este momento, para no volver a separarse hasta el ecuador de la tarde.
Los dantzaris seguían ofreciendo bailes durante la procesión, mientras que los escopeteros de las compañías realizaban descargas al paso del santo. El olor a pólvora tan solo se camuflaba en las calles Correo y Mayor, engalanadas con ramas de fresno. Un aroma que daba el relevo al del humo de la hoguera de la noche anterior. Su ascua todavía crepita en cada tolosarra y chisporrotea en cada salva, y es esa antigua llama transformada en pasión, desde todos los estamentos de la fiesta, la que se transmite por generaciones en la localidad. Es lo que, en resumen, define a un pueblo.
Bien entrado el mediodía, la plaza Euskal Herria se completaba de escopetas; todas las compañías acudían para realizar las últimas descargas por orden de sus capitanes, que contaban con el beneplácito del alcalde Andu Martínez de Rituerto. Aitor Uria, capitán general en este Alarde, del Beotibar, compañía que cumple un cuarto de siglo desfilando, disfrutó ordenando desde el balcón del Topic o realizar dos tiros conjuntos. Poco antes,, los gigantes bailaron de nuevo 'El valiente', esta vez con la Corporación y representantes de parte de las compañías danzando en el balcón junto a los cabezudos. La jornada matutina se cerró con el concierto de las bandas de txistularis y de música en la plaza Verdura.
Las salvas –y el sofocante calor– se siguieron sucediendo en diferentes puntos durante la tarde, con los actos principales en la iglesia de Santa María, con la segunda víspera, la ermita de San Juan, con las completas, la danza de los concejales en la plaza Triángulo y los bailes tradicionales de Udaberri en Zumardi Handia. La pólvora no se fue del ambiente hasta bien entrada la madrugada, una vez el cielo se despejó del rastro de los fuegos artificiales de la pirotecnia Vulcano.
Una jornada única la del día de San Juan, que pone en valor el legado que porta cada tolosarra desde su sentimiento por estas fiestas y la historia que contiene la antigua capital de Gipuzkoa.
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