Ollagorra regresa a su antigua sede tras ocho años de exilio forzoso por obras

«Volvemos a nuestro origen llenos de fuerza, ilusión, alegría y orgullo», cuenta Fernando Pérez del Ama, presidente de Ollagorra, quien explica que «el renovado local mantiene sus dos plantas, su ubicación y, sobre todo, su historia, su magia y su espíritu».

Pérez destaca la buena salud de la que goza la sociedad, con 250 socios. «Ollagorra está en plena forma y, viendo la lista de espera para ingresar, se puede decir que existe un gran interés por formar parte de ella».

El presidente recuerda cómo hace ocho años tuvieron que salir del edificio que les acoge por encontrarse este en situación de «ruina». Dos años después, la sociedad consiguió reabrir en el número 6 de la calle General Etxague, donde ha permanecido hasta ahora.

La remodelación de la antigua sede social ha necesitado seis meses de obras. «Multitud de profesionales han trabajado para hacer realidad las nuevas instalaciones», apunta Pérez, quien quiere «destacar y agradecer el enorme esfuerzo de la junta directiva y de muchas personas que han colaborado voluntaria y gratuitamente». Se abre así una nueva etapa en la larga trayectoria de esta emblemática sociedad gastronómica fundada en 1906, en la que retorna, renovada y modernizada, a la que siempre fue su casa.

La inauguración de la sede social convertirá este Día de San Sebastián en especial para Ollagorra. Como cada año, a las 20.30 horas, protagonizarán la espectacular bajada con antorchas desde la Batería de las Damas del monte Urgull, ofreciendo una de las imágenes más icónicas de la Tamborrada. Abajo, en las escaleras de acceso al castillo de la Mota, los barriles irán respondiendo ante la expectante multitud.

Esta será la tercera edición que la tamborrada de Ollagorra incluye mujeres. La sociedad tomó en 2022 la decisión de convertirse en mixta y aceptar la presencia de féminas en su nómina de socios. También en su desfile del Día de San Sebastián.

Aquel cambio representó una «oportunidad de crecimiento y enriquecimiento personal, colectivo e institucional» para una sociedad centenaria que, haciendo honor a su nombre, se preocupa de que su sede sea un «lugar de encuentro con valores cívicos y de progreso» a los que sumaron el de la plena igualdad.