Momenticos y tradición sanferminera
Desde Gipuzkoa hasta Pamplona, DV se sumerge en el primer día de Sanfermines, donde miles de pesonas han vibrado con la fiesta
Iker Elduayen y Rosa Hidalgo
Jueves, 6 de julio 2023
Las fiestas de San Fermín vuelven a teñir Pamplona de blanco y rojo. Un año más, la capital navarra festeja, por todo lo alto, la primera jornada de fiestas con el tradicional chupinazo, a las doce del mediodía, que marca el inicio de los festejos. DV se ha sumergido en el primer día de la fiesta popular, desde Donostia hasta Pamplona. La estación de autobuses de San Sebastián ha amanecido este jueves con cuatro buses con destino Sanfermines. A las 08.30 de la mañana ya salían los primeros con ganas de conquistar la plaza del Castillo y la calle Estafeta.
Once horas de viaje en autobús para vivir por primera vez los Sanfermines. Directos desde Murcia y Alicante, una cuadrilla de jóvenes ha cogido el primer autobús desde Donostia. Tras pasar noche en la capital guipuzcoana, «en casa de un amigo», se dirigían «nerviosos» y «con muchas ganas» a los Sanfermines. Era la primera vez que iban a disfrutar de las fiestas pamplonesas por excelencia. Desde que han salido de sus respectivas casas hasta llegar a Pamplona han pasado «once horas de viaje en autobús». ¿El motivo? «Vivir por primera vez los Sanfermines. Estamos nerviosos pero contentos al mismo tiempo», aseguraba la cuadrilla, de seis chicos, minutos antes de emprender el viaje. Todos iban vestidos de blanco, a la espera de que su ropa se tiñera de rojo nada más pisar las calles de Pamplona. Y así ha sucedido.
«Me gusta tanto San Fermín que vengo siempre que puedo». Ya en Pamplona, horas antes del chupinazo, las calles que rodeaban el epicentro de las fiestas estaban colmadas de los típicos 'almuerzicos'. Multitud de familias y cuadrillas de amigos se disponían a prepararse para el pistoletazo de salida a media mañana. Allí rondaban la pamplonesa Irati Domínguez y su pareja, Guille Iturri. «Soy de Cantabria. Este es mi segundo año aquí, pero me gustan tanto que vengo siempre que puedo», explica el joven, que luce una camiseta de 'I love Malta' (Me gusta Malta), que hacía pensar que es extranjero. Pero no era suya. «La camiseta es mía», exclamaba su novia.
«El plan de hoy es comer, beber y disfrutar de la fiesta». Otra de las cuadrillas que no escatimaba en comida, bebida y cánticos navarros era la de 'Menti', cuyo apodo, según un amigo suyo, viene «porque dice muchas mentiras». Vecino de Urretxu, este jubilado lleva desde los 9 años viviendo en Pamplona y los Sanfermines son una de sus «debilidades». Con una botella de champán en la mano desde las 7.30 horas, su plan hasta el próximo viernes es «comer, beber y disfrutar y, si se tercia, tocar la pandereta» porque, según dice mientras se ríe, se le da «genial».
«Es el primer año que voy a disfrutar de la fiesta en condiciones». Alrededor de una mesa llena de platos de jamón, chorizo, lomo y patatas fritas se preparaba el 'almuerzico' una cuadrilla residente en Pamplona. Ninguno de ellos es navarro, pero se sienten ya uno más de la capital, sobre todo tras vivir estos Sanfermines. Una de ellas, sevillana, estaba «feliz» de poder estar este año allí. «Llevo aquí un tiempo y estoy especialmente ilusionada porque este es el primer año que voy a vivir la fiesta en condiciones», asegura. La sensación de su amiga, de San Pablo de los Montes, en Toledo, era similar. Tras cinco años viviendo en Pamplona, estos son sus primeros Sanfermines. «Estos días siempre me escapaba al pueblo, pero este año estoy muy animada porque voy a darlo todo».
«No sé cómo, pero he acabado empapado». Otra típica escena sanferminera es la de los vecinos lanzando cubos de agua desde los balcones. O mojar, o ser mojado. Antes del chupinazo eran muchos los atuendos blancos que ya habían pasado a cubrirse de morado. Cuadrillas que llevaban su propia botella para empaparse en alcohol o vecinos que, desde sus ventanas y balcones, lanzaban cubos y botellas de champán espumoso. «No sé cómo, pero he acabado empapado. Solo iba a dar una vuelta y ya no podía salir», comentaba un joven, que auguraba el disfrute de las fiestas navarras a base de «beber y hacer lo que se pueda».
«En este árbol llevamos reuniéndonos alrededor de 15 años». Una vez iniciada la fiesta de San Fermín y habiendo pasado del típico pañuelico rojo de la mano derecha al cuello, tras haberlo alzado al grito de los habituales cánticos, un grupo navarro de vecinos, bajo un árbol, comenzaba a sacar las viandas para celebrar el inicio de las fiestas. «Llevamos exactamente aquí desde las 11.30 horas. Y no solo eso. ¡Hasta quince años! El primer día que vinimos a Sanfermines nos colocamos aquí y ya no cambiamos de ubicación. Es un sitio tranquilo y alejado de la multitud», explica Jon, hijo de una de las vecinas que asentó la tradición de celebrar, con champán, gildas, queso y tortillas de patata, en el árbol de la Plaza del Castillo, la llegada de las fiestas.
«El sombrero de vikingo lo uso solo el día del chupinazo». Desde sombreros a gafas, pasando por abanicos, pulseras o capas -por supuesto, rojas-, los que se acercan a Pamplona estos días lucen todo tipo de complementos. Incluso hay quien tiene el arrojo de ponerse un gorro vikingo en pleno inicio de las fiestas. «Es un gorro que, entre vikingo y toro, solo uso el día del chupinazo», explica su dueño, original de Miami, aunque con raíces navarras. «Mi abuela era de aquí y vengo todos los años. Me encantan los Sanfermines».