Día mundial contra el cáncer
Cuando la oncóloga es la enferma de cáncerA la oncóloga Adelaida La Casta le diagnosticaron un tumor en el pecho y relata cómo ha vivido el proceso «desde el otro lado»
«Cáncer». A la oncóloga Adelaida La Casta el diagnóstico se lo comunicó Isabel, una compañera de trabajo. «Imagino que lo tuvo que pasar fatal en ese momento», dice, acostumbrada a ser ella quien da las malas noticias. Aquel día, pasó de ver la enfermedad como médico a tener que recostarse en la camilla como otro paciente más. La aparición repentina de un tumor le puso en el otro lado de su profesión. Estuvo ingresada en su lugar de trabajo y fue tratada por sus propios compañeros. «Es como ver la película desde el otro lado, es muy extraño», afirma, en vísperas del Día Mundial contra el Cáncer. El hecho de ser médico y conocer el entorno donde se movería los próximos meses cree que le ayudó a sobrellevar mejor esta enfermedad «tan compleja», de la que se diagnostican 14.000 nuevos casos al año, siendo la primera causa de muerte en Euskadi. «Aunque uno nunca sabe cómo va a reaccionar y en esos momentos te das cuenta de lo vulnerable que eres», sostiene, ya recuperada tras la operación y las sesiones de quimioterapia y radioterapia que recibió.
En su caso, fue un «pequeño bulto» en el pecho izquierdo lo que le hizo desconfiar, aunque «no le di demasiada importancia porque pensé que no sería nada, siempre tiendo a minimizar las cosas. Además, me había hecho la mamografía de control un año antes. Pero la parte más responsable de mí me dijo 'Adelaida, consulta' así que llamé a una compañera para que me explorara. Yo pensaba que me iba a decir 'venga, vete para casa' pero no fue así. Y a partir de ahí todo fue muy rápido, el circuito en los casos de tumores de mama está muy establecido desde hace años, por lo que no te da mucho tiempo a pensarlo», resume esta oncóloga de Osakidetza, vecina de Donostia, que afirma que cuando recibió el diagnóstico «lo tomé con bastante serenidad. De hecho me asusté mucho más con el ictus que me dio en julio de 2020 que cuando me diagnosticaron el cáncer –cuatro meses después–». Y es que por mucha titulación de medicina que uno tenga, por los cientos de tumores que haya tratado en primera línea a lo largo de su vida profesional, «ante situaciones difíciles como estas, uno nunca sabe cómo va a reaccionar. Hay espacios de uno mismo que no los conoces, pero estaba tranquila, me pilló en un buen momento. Además, por mi conocimiento, aunque no me dedico a cáncer de mama sino a digestivo, veía que era una cosa pequeña, que cogimos a tiempo y todas las pruebas iban saliendo bien».
Noticia relacionada
Osakidetza ha detectado casi 18.000 cánceres gracias a los programas de cribado
También es consciente de que no todos los cánceres equivalen a un callejón sin salida. Precisamente el contar con esa experiencia médica le ayudó a amortiguar los interrogantes y los miedos que suelen surgir en cascada cuando una persona recibe un diagnóstico de esta magnitud. «El conocimiento te da herramientas para gestionarlo, además soy muy de no adelantar acontecimientos ni suelo pensar en condicional, no sé si es que yo era así o que el oficio me ha hecho así, pero estar en el presente me ha ayudado mucho». También el hecho de «moverme en un entorno ya conocido, porque una de las cosas que preocupa y estresa a los pacientes es lo que supone venir al hospital y conocer a mucha gente nueva que te atiende. Yo conocía a mi oncóloga, a la cirujana que me atendió, a la radióloga... Llevo más de 30 años trabajando en el hospital y el conocer el lugar creo que te da mayor tranquilidad y seguridad», afirma.
«Cuando me comunicaron el diagnóstico me lo tomé con serenidad y no tuve miedo, aunque una noticia así siempre impacta»
Explicaciones
Nada más recibir la noticia supo cuál sería su papel y enseguida se desprendió de la bata. «Por más que los médicos insistían en explicarme más, porque como saben que eres médico, yo pedí que me lo contaran como se lo dicen al resto de ciudadanos, quería las explicaciones mínimas para entenderlo. Y me he sentido muy confiada en que se hacía lo que se tenía que hacer». No ocurre siempre. «Me ha tocado atender a médicos y aunque la mayoría ha sabido ponerse en su papel de paciente, alguno no lo ha hecho y es un problema porque estudian sobre el tema, te cuestionan, etc».
Adelaida entró en quirófano en noviembre de 2020 y «el mismo día ya estaba en casa. No llegué a sentir miedo pero me pregunté '¿cómo voy a estar en casa?'», recuerda. «Al final no es tan distinto ser médico a ser otra persona», señala.
«Por más que los médicos insistían en explicarme más, yo pedí que me lo contaran como al resto de ciudadanos»
Después de la cirugía, recibió sesiones de quimioterapia y radioterapia y, en esta fase del proceso, sí que echó en falta algo más de información. «Es que esa es otra, porque como eres médico te explican menos cosas, pero no porque lo hicieran mal sino porque se sobreentendía que lo sabía. Yo tenía un cansancio extremo, me quedé alopécica total... A los pacientes les damos infinitas explicaciones, un teléfono al que pueden llamar... Al final era a las enfermeras a quien me atrevía a preguntar», cuenta entre risas.
Entrar en la sala donde se dan los ciclos de quimio y sentarse en aquel sillón, donde muchos pacientes duermen vencidos por la medicación, no resultó fácil. «Yo ya me conocía toda la parafernalia, pero te da como un poco de cosa porque sabes lo que te están metiendo por ahí. Y es ver la película desde el otro lado, es una sensación extraña», expresa. De alguna manera, estar en el lado del paciente le ha ayudado a «entender algunos efectos secundarios de los tratamientos y a entender mejor, aunque ya era sensible a esto pero igual ahora más, por qué hay pacientes que desean parar el tratamiento. A mí me pasó», se sincera. «Yo tenía programados 4 ciclos de tratamiento y el último ya no lo quería hacer, pero no me atreví a decírselo a mi médico, lo tuvo que hacer mi hermana. Al final acabas haciendo lo que hacen todos...».
Una vez terminadas todas las sesiones, tocaba reincorporarse al trabajo y «ese momento sí que fue duro, porque el sistema no tiene contemplado intermedios, cuando vuelves, lo haces al cien por cien y aquí eso es mucho. Pero nunca pensé en pedir una adecuación y volví a mi puesto. Ahora me encuentro muy bien». ¿Se llega a normalizar el cáncer para quien trabaja día a día en oncología? «No, creo que siempre impacta», dice.
«A la gente le sigue asustando mucho la palabra cáncer»
Hace años el cáncer era una enfermedad letal. A día de hoy, las tasas de superviviencia son altas para muchos tumores, sin embargo, «a la gente le sigue asustando mucho, sigue dando mucho miedo. No solo por la enfermedad en sí sino por los tratamientos a los que obliga. Cuando se toleren mejor, creo que se desmitificará un poco, aunque va a tardar», señala Adelaida La Casta, que subraya lo «complejo» de esta enfermedad. «El cáncer se genera por una alteración de la carga genética y de la expresión de esos genes. Atacas por un lado y la enfermedad utiliza otros camino. Va a ser muy complicado llegar a una cronificación, aunque lo hemos conseguido en parte porque enfermedades que trataba y trato, han pasado de superviviencias de menos de un año a 7-8 años. También se ha avanzado en los tratamientos y en el control de los efectos secundarios».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión