La joven siria que escapó del infierno en silla de ruedas
Con solo 14 años, Nujeen Mustafa se vio obligada a abandonar su país por el horror de la guerra y recorrer 5.600 kilómetros para llegar a Alemania
Es una historia conmovedora, una historia de superación. La odisea de la joven siria, Nujeen Mustafa, que nació con parálisis cerebral y viajó en silla de ruedas para escapar de su país natal. Cruzó el Mediterráneo huyendo del Daesh y de la brutal represión de la dictadura, atravesó Europa de la mano de traficantes buscando una nueva vida en Alemania. Y todo este drama siendo menor de edad y sin poder caminar.
Nujeen, que hoy en día tiene 20 años, es el mejor ejemplo de la capacidad de superación de una persona que se crece en situaciones de adversidad, como más tarde revelaría ella misma en su primer libro 'Nujeen'.
Nujeen Mustafa nació con una parálisis cerebral en Siria. En 2014, cruzó el Mediterráneo en barca para salvar su vida como tantos otros refugiados de su país, pero con una excepción. Ella se embarcaría en ese peligroso viaje a bordo de una silla de ruedas, Una aventura de 40 días y 40 noches que terminó con final feliz y que ha inspirado a millones de personas de todo el mundo. Con solo 14 años fue capaz de escapar del infierno de la guerra.
Esta joven nació en una familia kurda al norte de Siria. Cuando era pequeña su familia se trasladó a Alepo, pero sus padres no podían pagar una escuela a la que pudiera acudir por sus circunstancias, por lo que pasó sus primeros años de vida encerrada en casa. Confinada en una silla de ruedas a causa de su parálisis cerebral y rechazada por el sistema escolar sirio debido a su enfermedad, Nujeen aprendió inglés por sí misma viendo telenovelas americanas y documentales.
Una familia separada
Al ver cómo la violencia iba en aumento, su familia huyó con ella hasta la frontera de Turquía, donde tuvieron que separarse. Su hermano Bland se marchó con su hermano mayor, que llevaba diez años viviendo en Alemania. Al poco tiempo, Nujeen, cuatro sobrinas y dos hermanas siguieron también hacia Alemania dejando a sus padres en Turquía.
En una endeble embarcación, las siete chicas llegaron a Lesbos, donde la fotógrafa de ACNUR, Ivor Prickett, recogió el momento en el que sacaban en brazos a la joven en silla de ruedas. Esta foto aparecería en las noticias de todo el mundo.
Aylan, la imagen del horror
Un viaje de 5.600 kilómetros en una silla que empujaba con fuerza y sin descanso su hermana mayor, Nasrine. El mismo día en que ella y sus hermanas iniciaban el viaje, murió el pequeño Aylan Kurdy, que apareció ahogado y tendido boca a bajo en una playa turca, con su camisetita roja y sus bermudas azules. Otra de imágenes más impactantes del drama y el horror que viven los refugiados, que dio la vuelta al mundo y que pocos podrán olvidar.
Una vez en Europa, la vida de Nujeen no se convertiría en un camino de rosas. Desde Alemania, esperaba poder solicitar la reunificación familiar para que sus padres pudieran unirse a ella desde Turquía, pero los trámites tardaron tanto que se hizo demasiado mayor para poder solicitarlo. «La gente no se da cuenta de lo duro que es intentar reconstruir nuestras vidas desde cero. Les diría: traten de conocernos. Hay más en nuestro interior y dentro del tuyo de lo que todo el mundo piensa», declaró entonces.
En un piso con su familia
Viviendo ya en Alemania, Nujeen confesó que «por fin he aprendido realmente a apreciar lo que tengo. Porque sé lo que significa no tener estas cosas». Su voluntad de hierro permitió a la joven aprender alemán rápidamente y adquirir visibilidad pública para concienciar sobre lo que estaba pasando la gente de su país. «Ahora tengo una voz y puedo ayudar a la gente», dijo Nujeen desde su nuevo hogar en Wesseling, una pequeña ciudad al oeste de Alemania. Allí, comparte piso con su hermano, sus hermanas y sus sobrinas. Empezó a ir cada día a un colegio para personas con discapacidad, además de recibir la terapia física que necesitaba. Sabe que no todos tienen tanta suerte como ella.
«Hay muchos que son menos afortunados de lo que lo soy yo ahora. Puedo tener un buen piso y puedo ir a la escuela, pero la gente sigue sufriendo. Lo que más me asusta es que yo, mi familia y mi pueblo solo seamos una cifra en una página olvidada en la historia», reflexionaba al poco tiempo de iniciar una nueva vida en Alemania.
La historia de esta refugiada siria conmocionó a la opinión pública de todo el mundo. Su optimismo tras la experiencia vivida se convirtió en esperanza para muchos y en un altavoz para entender la situación de los refugiados sirios.
Ahora, Nujeen va a la Universidad donde estudia Física para cumplir su sueño de convertirse en astronauta. En todas sus declaraciones manda mensajes positivos para las personas más vulnerables y para los que sufren como ella sufrió: «Quiero encontrar la felicidad en las pequeñas cosas que tengo y hacer que otros sean felices, no importa lo mala y oscura que parezca la situación. Nada dura para siempre, ni siquiera la guerra. Voy a tratar de hacer que la gente crea en un mañana mejor».