«Lo que más les impacta es ver tanta agua junta»

Es la segunda vez que Lola viene a Gipuzkoa, pero aún se queda boquiabierta cada vez que ve agua salir del grifo. Hasta que llegó a Donostia, no podía imaginarse que este líquido tan necesario para vivir se transportara por tuberías para llegar a cada domicilio. En el campamento saharaui donde vive, en el Sahara Occidental, lograr un vaso de agua es casi imposible, todo un privilegio. Quizás por eso, ir a la playa y a la piscina son los planes estrella para esta niña de 8 años durante los dos meses que pasa con su familia de acogida en San Sebastián, encabezada por Fernando Ruiz. «Flipan con todo. Lo que más les impacta es ver tanta agua junta en el mar», dice este donostiarra, que participa por segundo año consecutivo en el programa 'Oporrak bakean' de acogida temporal de menores saharauis.

Fernando recuerda con especial cariño una anécdota que le pasó con Lola en los jardines de Alderdi Eder de Donostia. Cuando la niña vio el tiovivo que hay en el parque, le gustó tanto que no sabía que había que esperar a montarse y saltó directamente a uno de los caballitos para la sorpresa de los allí presentes. También alucinó con los fuegos artificiales de la Semana Grande de Donostia y este año no se perderá la cita, como su compañera Uneilimin, que tampoco faltará a las tardes de piscina que tanto le gustan.

La pequeña saharaui de 8 años pasa el verano en casa de la donostiarra Marta Saldaño por primera vez. Salir de su casa y recorrer 2.345 kilómetros no ha resultado del todo fácil a Uneilimin, que poco a poco empieza a adaptarse a todas las novedades que le enseña a diario San Sebastián. Entre ellas, la playa de La Concha. «Al principio ha sido un poco duro, pero poco a poco lo estamos llevando mucho mejor» asegura Marta, con la que ha conocido el arenal donostiarra. La ayuda para comunicarse entre Uneilimin y Marta es la traductora Tarba Dedaj Badi. Se encarga de llevar las acciones intermediarais de los 63 niños que este año participan en los campamentos en Gipuzkoa –en el conjunto de Euskadi son 300–.

Para Oihana Moreno, que participa en el programa como madre de acogida, está siendo una experiencia muy bonita y «enriquecedora». Ella ha acogido a Mustafa, un niño de 8 años. Para él no es la primera vez con esta familia, el año pasado ya estuvo con ellos. Por eso a Oihana le está resultando más fácil el día a día con Mustafa este verano. «La relación que se crea entre el niño y la familia es con lo que me quedo», reflexiona Oihana.

Si Oihana repite, Naroa Chacón tiene intención de volver a hacerlo tras la «estupenda» experiencia con Handi, que está a punto de cumplir los 9 años. Para Naroa, todo está «siendo fácil». Esta familia donostiarra formada por Naroa, su marido Xabi y su hijo Amets, de 8 años, se animó a participar en este programa porque este año ella ha podido coger una excedencia en verano. «Era algo que siempre había tenido en mente, pero nunca ves el momento de meterte en una acogida porque supone un esfuerzo logístico. Este año se ha dado la circunstancia y pude dedicarle a Handi mi tiempo», cuenta Naroa.

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