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Los nueve alumnos del barnetegi familiar saludan sentados, con sus profesores Elena y Juanmi de pie, en la eskola txikia de Aduna Fotos Lobo Altuna

Convivencia familiar en euskera

El barnetegi de Aduna concilia las clases de los adultos y la diversión de los pequeños en un entorno paradisíaco y euskaldun, dejando amplio espacio a actividades conjuntas que fomentan favorecer ciertos hábitos lingüísticos en casa

Gaizka Lasa

San Sebastián

Domingo, 24 de agosto 2025, 00:07

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La inmersión lingüística no siempre es individual, ni implica necesariamente aislamiento. El modelo de barnetegi familiar que propone AEK en Aduna –no hay otro igual en Euskal Herria– concilia el aprendizaje de los adultos, la diversión de los niños y, sobre todo, la convivencia entre ellos en euskera en un entorno paradisíaco que hace que la experiencia adquiera más tintes vacacionales que propiamente de formación.

Nueve adultos y doce menores, correspondientes a ocho familias, se han hospedado en el albergue Uztartza y han profundizado durante dos semanas en la comunicación en euskera con el objetivo de influir en sus hábitos lingüísticos una vez finalice su idílica estancia. Son padre o madre de siete familias, más una pareja de abuelos, acompañados por sus pequeños.

Apunta el profesor y responsable del grupo, Juanmi Bravo, que «este barnetegi es una isla en cuanto a motivación de los inquilinos. Mientras una mayoría de alumnos acude a los euskaltegis a por un título, y esa es una tendencia que se ha impuesto en los últimos años, aquí vienen para pasar unas vacaciones de otra manera, en un tipo de vida en el que el euskera gane peso».

Los niños y niñas disponen de un entorno natural privilegiado para jugar, junto a dos monitores, cuando sus padres están en clase y Oihane y Nekane atienden en clase, con los apuntes sobre la mesa.
Imagen principal - Los niños y niñas disponen de un entorno natural privilegiado para jugar, junto a dos monitores, cuando sus padres están en clase y Oihane y Nekane atienden en clase, con los apuntes sobre la mesa.
Imagen secundaria 1 - Los niños y niñas disponen de un entorno natural privilegiado para jugar, junto a dos monitores, cuando sus padres están en clase y Oihane y Nekane atienden en clase, con los apuntes sobre la mesa.
Imagen secundaria 2 - Los niños y niñas disponen de un entorno natural privilegiado para jugar, junto a dos monitores, cuando sus padres están en clase y Oihane y Nekane atienden en clase, con los apuntes sobre la mesa.

Admirable resulta, por ejemplo, el caso de Amaia Olano y Joseba García, abuela y abuelo de Ibone, niña de 9 años que habla en euskera con su padre, pero no así con sus aitonas. Viven en el municipio alavés de Gazeo y «queremos relacionarnos más en euskera con nuestra nieta, por eso decidimos aprender mientras pasamos unas vacaciones junto a ella».

«El barnetegi familiar es una isla en cuanto a motivación; no vienen a por títulos sino a convivir»

Juanmi Bravo

Responsable de AEK

En una tesitura parecida se encuentra Oihane Alonso, madre de Julen y Nahia, de 6 y 7 años respectivamente, que viene de Iruña. «Mi marido es euskaldun y habla en euskera con los niños. Yo quiero hacer como él y que el ambiente en casa sea más euskaldun». Todos los niños del barnetegi están matriculados en el Modelo D –es un requisito indispensable– pero, tal y como reconoce Oihane, «es importante que fuera del colegio también tengan espacios para hablar en euskera y, en ese sentido, Iruña no es Aduna».

Esa misma razón ha llevado hasta el barnetegi familiar a Nekane Oiz, madre de Ione (7 años), residente asimismo en Iruña. Así lo explica. «Nik beti hitz egin izan dut euskaraz, baina txikiak ez. Harreman gutxi batzuk bai, baina ez bizimodu euskaldun bat. Hona etortzeak balioa du ez soilik hizkuntzagatik. Hemengo kulturan murgiltzen gara (musika, sagardotegiaren ohitura, kirol ekitaldiak...)». Por ejemplo, el grupo acaba de recibir la visita del célebre panderojole Leturia. Con todo, Bea Uriarte, alumna de Berango, concluye que «este es el lugar de los sueños».

«Mi hija nació en Nueva York y vino con 6 años. Yo soy investigadora en EHU. Lo necesitábamos las dos»

Estibalitz Castillero

Madre (Santurtzi)

'Entsalada txapelketa'

Los nueve adultos acuden a clase por la mañana mientras la cuadrilla de niños y niñas juegan en un entorno natural lleno de recursos para un ocio saludable, como si estuvieran en un 'udaleku', con dos monitores volcados con la causa. Por la tarde vendrá la hora de las actividades conjuntas en familia, donde se aprende tanto o más que en el aula. «Organizamos días temáticos y tanto en clase como en la calle los monitores abordan de alguna manera ese campo semántico. Hoy es el día de los alimentos saludables. Nos organizamos por grupos, y por la tarde cada uno de ellos tendrá que comprar los ingredientes para participar después en una 'entsalada txapelketa'», explica Juanmi.

«Queremos relacionarnos más en euskera con nuestra nieta Ibone y por eso venimos a aprender»

Amaia Olano

Abuela (Gasteiz)

Las familias encuentran en Aduna todas las comodidades para aprender y disfrutar del entorno. El caserío de Uztartza es el epicentro de la convivencia y la eskola txikia, que está a pocos metros, cuenta con «unas instalaciones de lujo», tal como constata la profesora Elena Gorostegi, donostiarra pero profesora en Tudela. Frontón cubierto, zonas verdes, parque acuático, paz y naturaleza convierten a Aduna en un enclave privilegiado. «La implicación del Ayuntamiento es fundamental», valora Juanmi, quien recuerda que hace quince años la experiencia piloto de barnetegi familiar nació en Berriz y que luego se llevó a cabo en Zugarramurdi, pero solo se ha asentado en Aduna.

«Aprovecho que estoy en paro para formarme y pasar unos días con mis hijos Jon y Gorka»

Jorge Reta

Padre (Iruña)

No obstante, la estancia de doce días –de lunes a viernes de la siguiente semana– no encierra a sus protagonistas en el mismo municipio. Hay excursiones y el domingo llegan las visitas de familiares para salir a pasar el día, a Donostia, Andoain, Tolosa o donde cada uno quiera.

«Al fin y al cabo, para nosotras son unas vacaciones», enfatiza Estibalitz Castillero, llevando la contraria a su profesor cuando este indica que «los alumnos demuestran mucha generosidad al venir aquí y hacer el esfuerzo que hacen con esa actitud tan positiva». Estibalitz repite experiencia en Aduna. Es investigadora en la EHU y su hija Edurne, de 8 años, nació en Nueva York. «Vinimos a Santurtzi cuando ella tenía 6 años y ha cogido el ritmo del euskera bien en el colegio. Aquí le damos otro empujón. Me viene bien por ella y por mí, que lo necesito en la universidad». Y en la vida.

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