«La comunidad sorda está en el último vagón del tren»
Discapacidad auditiva. En una sociedad mayoritariamente oyente, quienes no lo son desean sentirse «uno más, aunque usemos otro idioma para comunicarnos»
Claudia Turiel
Sábado, 28 de septiembre 2024, 11:29
Como cada mañana, Ander Bedialauneta coge el autobús que le lleva hasta el centro de Donostia. A mitad del recorrido, el autocar se detiene y abre sus puertas. El conductor explica que, debido a una avería, no puede finalizar el trayecto. O eso es lo que Ander intuye, ya que es una persona sorda y nadie es capaz de explicarle lo que está pasando. Experiencias como estas son las que viven cada día personas con discapacidad auditiva, como Ander o Joseba Kortabarria, y en la Semana Internacional de las Personas Sordas lanzan un claro mensaje: «Antes pedíamos que se nos escuchara. Ahora, además de eso, necesitamos que se nos tenga en cuenta».
Ambos están de acuerdo en que el avance de las tecnologías y la Inteligencia Artificial ha facilitado procesos que antes les resultaban complejos. Por ejemplo, la puerta de la Asociación de Personas Sordas de Gipuzkoa, que se encuentra en la calle donostiarra de Reyes Católicos número 14, dispone de un timbre que, al ser pulsado, activa una luz intermitente, diseñada para que las personas sordas reciban un estímulo visual que les indique que alguien quiere entrar. Soluciones como estas antes resultaban impensables, y es que ambos relatan que los obstáculos llegaron desde edades muy tempranas.
Joseba recuerda que en su época como estudiante, «los intérpretes y la lengua de signos estaban prohibidos». Ander tuvo algo más de 'suerte'. «Se empezaron a utilizar intérpretes en los colegios, pero solo en horas sueltas. También contaba con clases de apoyo, de vez en cuando. Esta situación no solo generaba una gran falta de motivación como alumno, sino que también creaba una gran desigualdad, porque mis compañeros oyentes no tenían esta situación», asegura. Apenas han pasado dos semanas desde que ha empezado el curso escolar, y desde la asociación aseguran que «hay muchas personas sordas empezando los estudios y todavía no saben si van a tener un intérprete. Hay casos que, aunque lo tengan, la calidad de la interpretación no es correcta».
Esta es una realidad que está presente en todos los ámbitos, incluyendo el laboral o de servicio de atención al cliente. «Si ya es difícil conseguir una cita para el médico o para realizar un trámite en el banco, imagina que la cita también tiene que cuadrar con la disponibilidad del intérprete», relata Joseba, quien además puntualiza que, en este momento, «somos unos 150 socios guipuzcoanos, y tan solo hay dos intérpretes». De las personas con discapacidad auditiva que forman parte de la asociación, 90 de ellas son personas mayores, «la gran mayoría», apunta Joseba. Y es por esto por lo que parte del trabajo que hacen desde la Asociación de Personas Sordas de Gipuzkoa va dirigido a aquellas en residencias, centros de día o centros de jubilados. «De lunes a viernes, aquí tienen un programa de actividades que les ayuda a tener una vida social más activa y a salir de casa».
«Si ya es complicado conseguir una cita para el médico, imagina tener que cuadrarla también con un intérprete»
En un mundo lleno de ruidos y distracciones, las personas sordas sueñan con el momento en el que «la sociedad, en general, nos haga sentir parte de ella. Los detalles marcan la diferencia, y en un mundo utópico, me gustaría que todo el mundo supiera comunicarse con lengua de signos», confiesa Ander. «Ojalá poder expresar nuestras ideas sin necesitar un intérprete, un teléfono o sin tener que llevar encima papel y boli. Me gustaría cruzarme con alguien por la calle, darle los buenos días, y que me respondiera en lengua de signos».
Aitor Bedialauneta, presidente de la Federación Vaca de Asociaciones de Personas Sordas, Euskal Gorrak, hace hincapié en que las personas sordas «antes estábamos apartadas, porque la lengua que utilizamos es diferente. Ahora, la labor de los intérpretes y otras figuras profesionales, así como las redes sociales, nos han ayudado a visibilizarnos y así reivindicar nuestras necesidades». Euskal Gorrak ahora mismo atiende a «unas 4.000 personas sordas y con discapacidad auditiva», y no todos «saben lengua de signos. Pero sí que tienen una cosa en común, y es que en su día a día tienen barreras de comunicación y barreras de información aquí con la sociedad vasca».
Falta de apoyo en la práctica
La comunidad de personas sordas todavía tiene un largo recorrido por delante, y es que, «si la sociedad fuera un tren, vamos en el último vagón», explican. «No se hace el esfuerzo por llegar a nosotros. No es suficiente con que las instituciones públicas nos escuchen, lo que necesitamos es trabajar conjuntamente», reiteran. «Teóricamente las instituciones nos apoyan, pero en la práctica, no tanto», lamentan. La lengua de signos está reconocida como idioma desde 2007, pero «su aplicación es mínima». Hace dos años «se creó el Real Decreto en el que se aprobaba, detalladamente, el hecho de obligatoriedad de poner subtítulos, el uso de un intérprete... ¿Cuál está siendo el resultado? Pues que a día de hoy no se está cumpliendo», cuentan decepcionados.
Manifestación y una charla este sábado en Donostia
La Federación Vasca de Asociaciones de Personas Sordas Euskal Gorrak y su red asociativa se han unido a la comunidad sorda internacional, representada por la WFD (World Federation of the Deaf), para recordar que «sin los recursos suficientes, los derechos de las personas sordas se quedan en papel mojado». Este sábado se celebra, bajo el lema 'Lengua de signos por derecho. ¡Súmate!', el Día Internacional de las Personas Sordas, y Euskal Gorrak ha convocado una manifestación «para reclamar nuestros derechos» que partirá a las doce del mediodía desde la Plaza Okendo para trasladarse a la Plaza Easo. La jornada que culminará por la tarde con una charla sobre derechos lingüísticos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión