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Una aventura en bicicleta sin fecha de vuelta

Nacho y Simón son donostiarras y llevan dos años recorriendo América a golpe de pedal: Chile, Argentina, Bolivia y Perú. Su reto ahora es llegar hasta Alaska

Estrella Vallejo

San Sebastián

Domingo, 17 de febrero 2019, 14:36

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Hace dos años decidieron romper con todo y empezar de cero. Salir de la zona de confort, en su caso además de forma literal, y emprender una aventura en bicicleta tremendamente exigente y sin fecha de caducidad. Empezaron por Argentina con la intención de terminar en Perú en seis meses. Pero han pasado dos años, acaban de llegar al país inca, y a medida que avanzan, su horizonte se aleja. Su objetivo es alcanzar Alaska, aunque reconocen que ya están empezando a «soñar» con llegar algún invierno a Rusia a través del mar de Bering, y ponerle fin a este periplo en la península de Kamchatka. Aunque eso, reconocen, requiere de una preparación mucho mayor a todos los niveles.

Nacho Pellejero y Simón Mendizabal son dos donostiarras que gracias a su gusto por la fotografía y el audiovisual, y su habilidad con las redes sociales han conseguido hacer de su aventura un modo de vida y una fuente de ingresos. «Tenemos una filosofía muy básica, gastamos solo en comida, nunca pagamos por dormir porque vamos con la tienda de campaña y con los trabajos que estamos haciendo, además de nuestros ahorros, nos llega para vivir».

La vida de Nacho tuvo un punto de inflexión que le llevó a plantearse con convencimiento un giro de tuerca. «Me gustaba viajar, pero siempre encontraba algún 'pero' que me frenaba». Aquel 2016 fue el momento. Llamó a su colega, le propuso la locura que se le había pasado por la cabeza y Simón no lo dudó ni un segundo. «Cuenta conmigo», le contestó.

En enero de 2017, después de adaptar las bicicletas, buscar equipación y organizar ligeramente la ruta pusieron rumbo el Perito Moreno (Argentina), pero una vez allí descendieron hasta la Torres del Paine, en Chile, y en esas dos semanas comprendieron que el dinero con el que contaban les iba a dar de sí más de lo previsto y que la experiencia iba a ser lo suficientemente enriquecedora como para tomársela con más calma. Así decidieron quitarle el zoom al mapa que hasta la fecha si centraba en sudamérica y abarcar muchísimos más kilómetros, desde el sur de la Patagonia hasta Alaska... «Y lo que surja», dicen.

El reto de las 25.000 comidas

A la par de su aventura, pusieron en marcha el proyecto '25.000 kilómetros por 25.000 comidas' para que aquellos que siguieran sus peripecias pudieran contribuir en esa donación que va destinada a ayudar a niños alrededor del mundo. «La forma de ayudar va desde comida, dinero o lo que se quiera», explican. El objetivo inicial era lograr «esas 25.000 comidas en 25.000 millas», pero para su sorpresa alcanzaron su meta cuando «todavía ni siquiera habíamos hecho ni la mitad». Ahora llevan completados 12.389 kilómetros. Aunque eso no quita para que la iniciativa siga activa y se pueda participar a través de su página web http://260litrosmasloquesurja.com.

Esa coletilla es la que añaden también al nombre del proyecto que pusieron entonces en marcha, '260 litros. Más lo que surja'. «El nombre vino porque cuando empezamos, cada uno llevábamos 130 litros de equipaje», pero la experiencia es un grado y estos dos años les han servido para perfeccionar la técnica y llevar lo estrictamente necesario en las cuatro alforjas, la mochila de trekking y una pequeña bolsa que porta cada uno en su bicicleta.

Una vez que retomen la ruta -pondrán rumbo a Perú el día 26, y esperan poder ponerse en marcha a finales de febrero- cambiará su modo de viaje. «Estamos un poco cansados de circular por carretera, entre otras cuestiones, porque es muy peligroso y hemos tenido varios sustos con camiones», aseveran.

El cargamento de material electrónico -cámaras, objetivos, ordenador, baterías...- no pueden reducirlo, por lo que deberán 'sacrificar' el volumen de ropa «y prescindir de calzoncillos, camisetas y calcetines». Las rutas pasarán a ser por montaña, con bicicletas adecuadas para ello y, ahora sí, requiere de una planificación más cuidada, porque circularán por montaña, con «zonas técnicas y remotas. Es otro concepto de viaje», apuntan estos amigos, quienes van a llevar además un kayak inflable «para cruzar varios ríos que tenemos previstos».

Una de las frases que más les repiten sus familiares y allegados es que tengan cuidado. «Nos lo dicen constantemente, pero lo cierto es que nunca hemos tenido ningún problema. Hemos estado en situaciones complejas y en lugares realmente peligrosos, pero siempre hemos sabido salir».

Aunque eso no quita para que en esta nueva etapa que ahora emprenden hayan tenido que variar el recorrido, porque su ruta prevista cruzaba por uno el valle del Vrae, uno de los cultivos de coca más grandes del mundo, «donde se refugiaban los miembros de la organización terrorista Sendero Luminoso». Simón añade que si bien no han sido testigos de situaciones violentas, si de episodios machistas, pero expone que «tienes que mantenerte al margen, no puedes ir de revolucionario, porque es una piedra demasiado grande contra la que luchar».

Gente hospitalaria

No obstante, si algo remarcan estos donostiarras de su aventura es la «amabilidad de la gente». Aunque normalmente duermen en su tienda de campaña, «cuando llevamos muchos días sin ducharnos y si nos invitan dormimos en casa de gente», reconocen. Una experiencia que permite, según cuentan, «acercarte a la cultura del país y a su gente».

Encandilados por la hospitalidad de quienes se han encontrado por el camino que pese a su humildad «ofrecen un techo, comida, ducha...», el año pasado decidieron poner en marcha el proyecto 'Regalamos retratos de familia'. «Viajamos con una impresora pequeña y les regalamos una foto familiar para que la tengan en casa, que seguramente de otra manera jamás llegarían a tener», señala Nacho, al tiempo que subraya la expresión de estas personas «al recibir algo tan importante como un retrato de familia».

Ya han pasado por Chile, Argentina, Bolivia y llegaron a Perú hace un par de meses. Ahora tienen por delante Colombia, Panamá y México, desde donde cruzarán en primer lugar a Cuba para recorrer la costa caribeña hasta Texas, para posteriormente, volver a México, para recorrer desde Baja California toda la costa oeste de Estados Unidos, Canadá y Alaska.

No esconden que existen momentos de hartazgo, de cansancio, ganas de regresar a casa. Situaciones malas en las que les entran ganas de «tirar la bici por ahí», aunque eso también les sucede cuando todo va bien. «Simón tolera mejor el sufrimiento, pero hay días que te preguntas seriamente qué narices haces ahí, en medio de la nada». Sin embargo, cuando pasan unos días en casa, como es el caso de estas navidades, «en seguida sentimos la necesidad de volver a irnos», confiesan.

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