Una tesis con matrícula 'cum laude'
El Eibar sentenció al Granada con un discurso lleno de argumentos inapelables que Martón abrió con su segundo gol y que Álvaro cerró al minuto de debutar en Ipurua
El Eibar dejó sin palabras al Granada con una irrebatible homilia llena de sólidos argumentos que convencieron de pleno a una parroquia de Ipurua que disfrutó viendo cómo el eibarrés Magunazelaia se convertía en el maestro de ceremonias. Aunque él ni marcó ni tampoco llegó a apuntarse ninguna asistencia directa, lideró con maestría el espectáculo inaugurado por Javier Martón con su segundo gol en dos partidos, y que Álvaro Rodríguez cerró después de que Arbilla también subiera a la palestra para anunciar que el equipo armero va a dar mucho que hablar esta temporada.
El partido venía condicionado por la incertidumbre que rodeaba a un Granada que apuró al máximo para que Pacheta pudiera disponer esta vez de los cuatro fichajes que no pudo inscribir en la primera jornada ante el Deportivo. Todos viajaron con la esperanza de que la necesaria venta de Lucas Boyé al Alavés se concretara, lo que finalmente ocurrió pocas horas antes del partido.
Pese a que el 30% de sus derechos pertenecían al Elche, los 4,6 millones que le corresponden al club nazarí de los seis que ha abonado la entidad babazorra le permiten ajustar su masa salarial e inscribir así al exarmero Jorge Pascual, Hormigos, Arnaiz y Fayé.
Aún pendiente de la situación de su rival, San José no modificó ninguno de los nombres que ya puso en liza de inicio en La Rosaleda, con las correcciones posicionales que ya le permitieron cambiar la cara a su equipo tras su sufrido inicio en Málaga.
De esta forma, en su primer acto liguero en unas fechas en las que la ciudad está prácticamente vacía, el Eibar obsequió a la afición que acompañó a su equipo con un monológo pleno de ambición que levantó a los asistentes de sus asientos desde que comenzó a interpretar las primeras escenas de su espectáculo.
Guiados por la calidad y movilidad que exhibió Jon Magunazelaia, motivado a más no poder por disfrutar de su debut como armero en su casa, el Granada no encontró la forma de poder callar al Eibar, ni siquiera cuando el árbitro anuló por un fuera de juego milimétrico un gol que Javier Martón marcó prácticamente a las primeras de cambio tras recibir la primera de las lecciones de la 'masterclass' que impartió el eibarrés.
Estrenos ilusionantes
Lejos de alterar su guión, los azulgranas elevaron aún más el tono y, aunque tampoco se les concedió un penalti que Martón reclamó tras ser derribado en el área por Hongla, el navarro ni siquiera tuvo que vociferar para que el espléndido argumento que Corpas le transmitió desde su posición en el flanco izquierdo del escenario se convirtiera en un alegato irrebatible que certificó la superioridad verbal de los armeros.
Y en este sentido sorprende y emociona la elocuencia que está mostrando el ariete que fichó hasta el 2028 tras rescindir su contrato con el Athletic. Porque si el gol que marcó ante los boquerones ya fue un alegato de lo más persuasivo, la tesis que se marcó ante los granadinos fue de matrícula cum laude, puesto que todo lo dijo en otras tres intervenciones posteriores fueron claros mensajes que evidencian que sus futuras conferencias van a sentar cátedra.
Aunque Martón no consiguió concretar sus mensajes, el que tomó la palabra para hablar alto y claro fue Arbilla, que lanzándose al suelo para cabecear otro medido centro que el joven Aleix Garrido se sacó de la chistera, adelantó el veredicto final que le esperaba al Granada con su primer tanto desde hace dos largos años.
Pero el Eibar no dio por terminado su mitin. Ni mucho menos. Aún quedaba por ver que Álvaro Rodríguez, que solo llevaba un minuto en la plaza que Corpas le cedió en su estreno en Ipurua, también se animara a coger el micrófono, para dictaminar la victoria con la ayuda de Guruzeta.
Al igual que ocurrió con un Martón convertido en un martillo pilón, el de Fuenlabrada también vivió el estreno soñado abriendo su cuenta anotadora como armero cuando solo llevaba un minuto sobre el césped de Ipurua.
No tuvo la misma fortuna Adu Ares, que a los pocos instantes de saltar al campo, estrelló en el cuerpo de Luca Zidane un servicio de Guruzeta, al que le había ocurrido lo mismo justo en la acción anterior.
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