Tres orejas para Pablo Aguado
Alejandro Talavante cumplió con dignidad y Andrés Roca Rey salió de la plaza entre pitos en un excelente colofón para una feria que ha superado las expectativas
Manolo Harina
Domingo, 18 de agosto 2024, 02:00
La figura erguida de Pablo Aguado en el centro del ruedo, en el platillo, citando al sexto para comenzar la faena presagiaba algo importante, que únicamente el toro podía emborronar si no cumplía con el papel que se asigna a un toro bravo. Y Pablo citó, y el toro acudió galopando y fue un molinete, un pase de los que dicen de adorno, pero presagió todo lo que vino después: dos series por el pitón derecho con esa despaciosidad, esa elegancia, esa suavidad que este torero imprime a su modo de concebir este arte. La faena estuvo muy bien compensada por ambos pitones, algunos naturales sutiles y cadenciosos que parece que acarician. Y qué forma de enlazar un pase con el siguiente; y qué delicia esa forma de rematar las tandas con adornos puntuales y a veces improvisados, saliéndose de la cara con torería en lugar de un forzado pase de pecho.
El final de la faena tuvo dos momentos de saborear el toreo: dos, tres naturales de frente, espaciados, a pies juntos y dos, tres ayudados por bajo semigenuflexos. La estocada casi entera, arriba, hizo rodar a 'Violeta' sin puntilla.
Cortó una oreja Pablo en su primero, que si no tuvo tanto lucimiento fue por el carácter muy soso del toro que no acompañaba al torero. De cualquier modo, el comienzo de faena por ayudados por bajo sacando al toro de tablas hacia los medios y los ayudados por alto fínales ya merecían premio.
Talavante y Roca Rey
Abrió el cartel Alejandro Talavante. En mis notas tengo escrito: un quite por chicuelinas, en la faena: pases por la cara, dos tandas por el pitón derecho correctas sin entregarse, muchos enganchones al natural sin pases limpios. Cumplir el expediente.
Nadie pensó antes de la última de Feria que el silencio y la bronca envolviesen la actuación de Andrés Roca Rey
De todas formas, en mi opinión, lo mejor de este toro fue la lidia de Javier Ambel en banderillas. Cambió el escenario en el cuarto. Quizás espoleado por la oreja de Pablo Aguado, recibió al toro con dos faroles en el tercio. Con la muleta pareció volver por sus fueros: aquel torero valiente, hierático que bajaba la mano para embarcar a los toros en naturales personales e imposibles.
Fue una faena efectista con calidad. Efectista porque buscaba llegar al publico con facilidad y calidad porque a poco que se empeñe Talavante es un artista poderoso. Un par de tandas al natural más que interesantes y un toreo en redondo de cite largo y toreo templado. Además, circulares y esa tanda final de naturales por ambos pitones para llegar al tendido. Media tendida, descabello y oreja.
'Este no es mi Juan, que me lo han cambiao', no se si es un refrán o un latiguillo popular. Pero a mí me han cambiado a Roca Rey. Si por algo destaca este torero es por atraer la atención del público en todo momento, porque todo aquel que esté en la plaza está pendiente de sus gestos, de su toreo.
El toreo de Pablo Aguado resultó templado y natural. Con el sexto, que era noble, muleteó con gusto y ritmo
Ayer eso no ocurrió. Estaba desdibujado, como perdido en el ruedo. En su primero lo trasteó por la cara. Una serie de puro trámite, muy despegada, con muchas dudas por el pitón derecho; otra un poco más ajustada y cambio de mano. Naturales sueltos, sin templar, sin quedarse quieto, algo fundamental en su toreo. Pases muy vulgares.
Ni tan siquiera tuvo intención de llegar al público con un arrimón, fase final de la faena que domina a la perfección y que le ha salvado de muchas faenas con toros que no servían, no fue este el caso. El educado público donostiarra silenció su labor después de pinchar quizás esperando al quinto de la tarde: «No hay quinto malo», decían los antiguos.
No fue malo el quinto toro, ni mucho menos. Pero otra vez apareció el torero medroso y desconocido que no pudo con él. Dos desarmes con el capote y uno con la muleta. Un comienzo calcado al toro anterior. Tanteo y dos series, la segunda la del desarme. Y ahí se acabó. Vuelta a fallar con el acero.
Para qué seguir; Andrés Roca Rey es una figura del toreo actual, todo un profesional honrado a carta cabal con el público que paga su localidad, un extraordinario compañero, pero todos los profesionales en cualquier campo tienen un bajón. Es entendible. Solo hace falta superarlo y eso ocurrirá, no tengo duda, y volveremos a verle en triunfo.
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