Un paseo de adrenalina y diversión
Los feriantes regresan un verano más al Paseo Nuevo con grandes expectativas para atraer a niños y mayores con barcos vikingo, ruedas de la fortuna, algodón de azúcar y un sinfín de atracciones
Un mundo de luces de neón de colores, dulces y emociones fuertes irrumpe en el Paseo Nuevo. Un barco vikingo vuela por los aires y parece estar a punto de sumergirse en el mar. Una rana gigante hace girar a toda velocidad, hacia atrás y hacia adelante, a todos los que se suben a sus patas. Las ruedas de la fortuna giran y los globos explotan a cambio de valiosas recompensas. El paseo, donde normalmente solo se escucha cómo las olas rompen contra las rocas, ahora está lleno de feriantes y visitantes.
«Solo son los primeros días, pero la gente está animada», señala Teresa, mientras gira un palito en su máquina de algodón de azúcar. Su puesto está repleto de chuches gigantes, bolsas de palomitas y vasos de pepinillos. «Llevo siete u ocho años viniendo aquí y estoy muy a gusto. Además, mira las vistas que tengo...». Con una mano sostiene la nube de algodón rosa que acaba de crear y con la otra señala el mar frente a ella, que se tiñe de los reflejos anaranjados de la tarde.
Muchos de los comerciantes son habituales de las fiestas y algunos, como Francisco, gerente del 'Speed', están encantados de volver tras una larga ausencia. Pulsando los botones de un panel controla las dos barras rosas y amarillas que giran como hélices alrededor de un mástil y en cuyos extremos cuelgan las cabinas que transportan a los usuarios. «Llevaba dos años sin venir y mi atracción ha sido seleccionada este año», cuenta mientras reparte entradas y guarda monedas en su caja registradora con la destreza de un mecanógrafo.
La entrada a una atracción cuesta normalmente 4 euros, igual que el año pasado. La de Francisco es un poco más cara, 4,50, pero eso se debe a que «tiene menos plazas que otras atracciones». Para animar a las familias, Amelia, al mando del tren 'Dragón', ha puesto en marcha una pequeña promoción. «Ofrezco seis viajes por 20 euros porque pienso sobre todo en los niños», detalla. Su atracción, a pesar de ser muy popular entre los más pequeños, «está técnicamente concebida para adultos, por lo que los costes que genera son más elevados».
Si montar a lomos de un dragón ya parece fantástico, los pasajeros del tren se ven sorprendidos por una bruja que les da golpes con su escoba y les rocía con agua. Amparo lleva seis años dedicándose a esta profesión que «le encanta». «Lo que más me gusta es que la gente se vaya contenta», afirma.
La adrenalina no está al gusto de todo el mundo. Algunos visitantes acuden a la feria por curiosidad y para disfrutar del ambiente. «Acabamos de ir a la feria infantil y hemos aprovechado para dar una vuelta por aquí», comenta una joven pareja con un cochecito que espera «a que la pequeña crezca para subir a las atracciones».
Una tradición familiar
El calor tampoco para los ánimos: «Al final, se está bien y hay ambiente, así que se aguanta», señala una donostiarra. «Es cierto que dependemos mucho del tiempo», advierte la gerente del 'Dragón', «sobre todo si llueve». Aún así, Amelia aclara que es difícil predecir con exactitud cuándo acudirá el público. «A veces, la gente nos sorprende», confiesa.
«Siempre sabemos si ha ido bien o mal al final de las ferias», explica Teresa desde su puesto de dulces. Por ahora, «los visitantes parecen entusiasmados». En cuanto a los feriantes, «siempre tenemos buenas expectativas», asegura Francisco en la cabina de control del 'Speed'. Para Teresa, es importante mantener una actitud positiva: «Hay que ser optimistas y con ojos bonitos.»
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