Las ferias con mejores vistas

Las ferias donostiarras tienen el atractivo de divisar unas vistas «admirables» del mar. Así lo describe Fernando Martín, dueño de uno de los puestos de juego –dardos y se escopetas–. Unas ferias en el Paseo Nuevo que perviven gracias a 'veteranos' como Fernando, Jose Miguel Rodríguez –dueño del Mesón Tívoli– y Teresa Redondo –golosinas, pepinos–, además de gracias a las familias y adolescentes, que ponen la vida y los ingresos. En concreto, Fernando y su puesto llevan apareciendo en la Aste Nagusia toda la vida. Suelen recorrer Gipuzkoa en épocas de ferias –sea en pueblos o en ciudad– y montan su puesto. En Donostia, los puestos «se suelen montar desde el martes y se abren desde el viernes» cuenta. «Me encanta la ciudad y estamos muy contentos de estar aquí. No podría ser en un mejor sitio, con estas vistas». No es el único feriantes que alaba la vista. Pero todo esto no es lo único que le gusta de la fiesta donostiarra. «La verdad es que me gusta estar con los niños, son muy buenas personas. Además, los niños vascos en concreto se portan muy bien». Fernando y su compañera coinciden en el «cariño» que tiene a los más txikis. Las atracciones son el plato principal y Nuria Vegas cuenta que a sus hijos les gusta mucho el «kokobongoi». El resto prefieren las de mayor adrenalina, como el 'barco', y son estas las que les atraen a venir a ferias.

No obstante, también hay problemas. Aunque siempre se ha hablado de masificación, el feriante Fernando asegura que este año, aunque estamos al inicio de la Semana Grande, «no hay tanta gente como otros años y eso para nosotros es una clara reducción de clientes. Los necesitamos, necesitamos que haya más ambiente». Por un lado, cree que «el calor es uno de los factores que está determinando esta reducción». Preocupado, Fernando cree que las previsiones esta Aste Nagusia «no van a ser muy buenas». Pero esperanza hay que tener y Fernando se conjura para ser optimista y confía en que mejoren los números.

Y es que los feriantes necesitan ingresos. Teniendo en cuenta «lo que cuesta montar los puestos, quedarse todo el día hasta el cierre en cada feria... que no venga gente es duro» explica Teresa Redondo. «Cuando vengo a una feria, lo primero que hago es limpiar el remolque. Vengo a la mañana prontito para hacer las manzanas de caramelo, porque esto hay que hacerlo todos los días. Luego, empaqueto almendras y garrapiñadas que las hacemos nosotros, coloco un poco el remolque, comemos algo para reponer refuerzas y por la tarde, más o menos a partir de las 16.30, nos ponemos a trabajar» explica Teresa su jornada de trabajo como feriante. «Cerramos nuestros puestos dependiendo de la feria en la que estemos, nos adecuamos a su horario, Lo bueno de las ferias de Semana Grande aquí, es que no cierran muy tarde. El día antes de comenzar Aste Nagusia, cerramos a las 24.00 horas porque no habían empezado las fiestas. Estos días, creo que como muy tarde cerraremos a las 2.00.

Los precios son otro de los punto clave en estas ferias y también algo comentado. Esto afecta mayoritariamente a todas las familias con hijos pequeños o preadolescentes. De este gran grupo de personas, está el caso de Nuria Vegas, madre de dos hijos de 8 y 10 años. «Ahora por montar en una atracción te cobran cuatro euros. Han subido, en ferias de otros barrios hace poco estábamos pagando 3,50», cuenta Nuria asombrada. «Y cada año incrementa más». El feriante Fernando, por su parte, explica que cada dueño es el que decide el coste final de las atracciones o puestos –dentro del marco regulatorio legislativo–. «Yo por mi parte he decidido dejarlos igual, sin subirlos».