El GPS se pierde en Donostia

«Recalculando ruta». Una frase que ha pasado casi a la historia y que ha sido sustituida en las aplicaciones móviles por un simple aviso sonoro, dueña de más de un sobresalto en la carretera. ¿Ahora qué hago? ¿Por qué no responde? Otras veces es el propio GPS quien le juega una mala pasada al conductor, como en el caso de la familia guipuzcoana que sufrió un accidente hace una semana en Lleida por seguir la pantalla que le envió por la ruta más rápida, pero que también era una carretera helada, prohibida en invierno. A la vista está que los GPS no son infalibles y además pueden ser motivo de distracción al volante, pero la mayoría de problemas, según apunta Mario García, portavoz del Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN), suelen atribuirse «más al factor humano», que a un fallo de la tecnología.

En Gipuzkoa, los principales sobresaltos atribuibles a la máquina tienen que ver con lugares en los que el dispositivo marca un paso habilitado y la señalización lo contrario, principalmente por las obras y cambios de tráfico que todavía el aparato no ha actualizado. Una ruta por Donostia descubre varios puntos 'negros' en los que el GPS conduce hacia zonas prohibidas, con el riesgo de multa que conlleva seguir la ruta equivocada.

García pone tres ejemplos: las obras de La Concha, el corte de la calle Mundaiz por los trabajos de la nueva estación de Atotxa y el giro de la calle Easo a San Martín. Llama la atención la carretera trasera de Tabakalera, pues el conductor se encuentra con un muro donde la aplicación marca una vía libre. Estos puntos pueden sorprender a «turistas o vecinos del interior de Gipuzkoa que vienen el fin de semana». «Son cambios en la movilidad muy rápidos», que por mucho que Google u otras empresas actualicen sus servicios a diario, «son miles y miles los que suceden en todo el mundo», excusa García.

Si a ello le sumamos los renombramientos del callejero, los caminos privados o rurales y las vías estrechas, las dificultades afloran. Modificaciones que pueden llevarse a cabo en un par de horas y que no aparecerán recogidas en el GPS hasta pasadas semanas.

Las apps de mapas «reconocen que hay una vía, pero no van a distinguir si está en buenas o malas condiciones, si tiene un barrizal o un desprendimiento». Incluso si el vehículo pudiera pasar, como en el viaducto de Iztueta, junto a los juzgados de Atotxa. «Hay furgonetas de reparto y camiones que vuelcan en esa zona», comenta.

¿Será que nos hemos vuelto demasiado dependientes de la tecnología? Desde el RACVN, Mario García incide en que cualquier dispositivo orientado a la conducción «es un elemento de ayuda, pero no uno en el que depositar el cien por cien de la confianza». También avisa de la importancia de recordar las enseñanzas adquiridas en la autoescuela, y de la necesidad de añadir a las clases «las nuevas incorporaciones del automóvil» en cuestión de tecnología. Asimismo, recomienda realizar cursos de conducción en condiciones adversas, como las que ofrecen en el circuito de Jarama, pues hay situaciones en las que «tener un montón de kilómetros» no es sinónimo de seguridad.

Teniendo claros estos apartados, a la hora de realizar un viaje o desplazamiento el usuario debe contar con un móvil o GPS físico que no cree distracciones en la carretera. Lo más aconsejable es que cuente con «un buen procesador» para mantener estable la señal de geolocalización –«a más potencia, mayor lectura de información»–, cargado o conectado al vehículo y con la actualización más reciente instalada. Hay que tener en cuenta que en un dispositivo más antiguo la batería dura menos horas, y que las compañías desproveen de mejoras a los terminales a medida que lanzan nuevas versiones.

No existe una aplicación o marca infalible, aunque destaca Google Maps como la que más herramientas ofrece al conductor, con más de 10.000 millones de descargas solo a través de la App Store. Según los ejemplos dados en el centro de Donostia es el más fiable, pero si decidimos realizar una ruta pasando por la calzada contigua al Hotel Londres, en la avenida de la Libertad con la calle Easo, no avisa de que estamos conduciendo por un doble carril bus-taxi, solo permitido para vehículos de servicio y motos. Una acción que de ser cazados por la Policía Municipal conllevaría una multa de 200 euros. Sin embargo, García admite que los fabricantes de coches están progresando y normalizando la conectividad con el smartphone o integrando un sistema operativo en sus modelos.

Prueba de ello es Android Automotive, pantallas inteligentes que no necesitan de un teléfono móvil para operar y que ofrece las mismas comodidades del gigante de Silicon Valley, pero abandonando los servicios de la empresa automovilística. Así, se acaba con las actualizaciones en taller bajo previo pago de un canon y se homogeneiza una función donde Google se ha convertido en el número uno.

Con todo, y a la espera de que las plataformas mejoren sus servicios, queda en manos de los conductores conocer estas variaciones en la carretera y núcleos urbanos porque a veces la máquina pierde frente a la realidad.

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