Los nuevos límites de velocidad se topan con opiniones encontradas

Desde este martes San Sebastián tendrá como norma general un límite de circulación de 30 kilómetros por hora en el conjunto de sus calles, con algunas excepciones de 10, 20, 40 y 50 km/h que se indicarán con las correspondientes señales. La ciudad cumple así con la normativa estatal, cuyo objetivo principal es acabar con la siniestralidad en las vías urbanas. Un cambio que encuentra distintas opiniones entre los sectores que se ven más afectados y a los que damos voz en estas líneas.

En el Real Automóvil Club, lejos de ver ventajas en la medida, opinan que consigue todo lo contrario de lo que busca. En lo medioambiental, su presidente, Pedro Martínez, asegura que se generará mayor contaminación. «A menor velocidad los vehículos permanecerán encendidos más tiempo para realizar el mismo recorrido y deberán circular a revoluciones más altas, con más frenadas y acelerones. Todo ello se traduce en un mayor consumo de combustible, mayores emisiones y mayor contaminación acústica», indica.

También pone en duda la mejora de la seguridad: «Si impones una velocidad artificial, haces que haya que estar mirando constantemente el cuenta kilómetros, por lo que dejo de mirar mi entorno y hay más riesgo de que se produzcan más golpes». Desde el club automovilístico se propone «adecuar la velocidad a cada vía concreta, garantizando la seguridad. Porque hay fórmulas».

Los chóferes de Dbus creen que estos cambios afectarán a la prestación del servicio y que será el usuario el que se verá más perjudicado. «Vamos a tardar más en hacer los recorridos, que ya de por sí estaban muy ajustados», asegura Javier González, conductor de autobús y presidente del comité de empresa. En este sentido, señala que se notará sobre todo en las líneas de mayor recorrido, como son la 31, 24 y 27. En cuanto a cómo será la conducción a partir de ahora, apunta a «un aumento del estrés y la ansiedad por andar con los tiempos más justos e intentar llegar a la hora y no poder». Además, explica que tener que ir a 30 km/h en algunas vías sin disponer de un limitador de velocidad «nos hará tener que vigilar el velocímetro para no pasarnos, y mientras hacemos eso perdemos de vista la carretera». González pide por ello una mayor inversión para tener un servicio de transporte más eficiente. «Si queremos mantener las frecuencias tendríamos que poner más autobuses, quitar paradas o acortar recorridos» dice, aún a sabiendas de que por ahora no parece que haya fondos para ello.

Al igual que el sector del autobús, el del taxi también opina que va a ser el usuario quien se verá más perjudicado. «El taxista va a tardar más tiempo en hacer un servicio. Se va a perder la agilidad que había hasta ahora», apunta Xabier Pintado, gerente de la empresa de taxis Vallina. Considera, eso sí, que la mayor duración de las carreras no tendrá una repercusión en el precio, porque va por kilometraje pero que «se va a perder la agilidad que había hasta ahora. Un recorrido que antes podía ser de 15 minutos ahora igual sube a 18-19», indica. En cuanto a la limitación de velocidad reconoce que «habrá que acostumbrarse, pero en algunas vías el se va a quedar el coche parado».

Para los conductores de moto también «va a resultar algo difícil adaptarse a los cambios», en palabras del vicepresidente del Real Moto Club Gipuzkoa, Joaquín Zabalza. En línea con lo apuntado por otros, reconoce que «hay vías en las que será muy incómodo circular a 30 km/h y para mantener esa velocidad habrá que estar mirando la aguja». En este sentido, asegura que hay carreteras en las que un límite de 50 km/h «ofrece el equilibrio suficiente entre seguridad y velocidad». Su compañero, Ibon Arbaiza, autor del libro 'Cómprame una moto', reconoce que «está bien lo de pacificar el tráfico y devolver la ciudad a los peatones», pero opina que «no se está haciendo de la mejor manera». Desde su punto de vista, una reducción del límite de velocidad tiene que ir acompañado de una alteración en el diseño de las calles. «El conductor tiene que percibir que circula por un entorno en el que puede haber peatones y ciclistas cerca, de forma que aumente su atención. No vale solo con colocar señales». También pide que, si el objetivo es reducir los atropellos, se debe exigir al peatón que cruce siempre por donde y cuando debe.

«No va a ser una medida que vaya a ayudar a potenciar el uso de la bici, pero sí a mejorar la seguridad vial», apuntan desde la asociación de ciclistas urbanos Kalapie. Lamentan que la normativa de la DGT que aplica San Sebastián «aunque nos beneficia, no nos tiene en cuenta lo suficiente». En este sentido reclaman otro tipo de medidas de nivel más físico para limitar la velocidad, como reducir la anchura de los carriles o colocar badenes, entre otros.

La presidenta de la asociación Stop Accidentes, dedicada a la de ayuda y orientación a los afectados por accidentes de tráfico, también ve positiva la medida. «Tanto desde la perspectiva del calmado del tráfico como desde la de devolver las ciudades a los peatones, sin quitar del medio al resto de participantes dentro del tráfico rodado». Asegura que «se trata de compartir el tráfico y respetar, porque está comprobado que, a menor velocidad, menos peligro de fallecimiento y de lesiones en caso de atropello o golpe. Es más seguro».

Según explica el director del Taller de Sensibilización Medioambiental +55 y también miembro de Kalapie, Carlos Pérez Olozaga, reducir la velocidad de los vehículos de 50 a 30 km/h en la ciudad «supone una reducción del nivel del ruido ambiental del orden de 3 decibelios, la mitad». Asimismo, conllevará una disminución importante de las emisiones contaminantes, entre ellos de entre un 10-15% la de los óxidos de nitrógeno, «que son a su vez precursores de la formación del ozono troposférico, contaminante ambiental muy peligroso». Aunque la reducción de emisiones más importante, indica, «vendrá dada por el descenso en el número de desplazamientos en coche por el centro de la ciudad, y un mayor uso de bicis y transporte público».

La medida no parece que vaya a generar mayores problemas a los profesores y alumnos de las autoescuelas. «El alumno se adapta a lo que hay. Quizá tenga problemas el alumno que antes ha sido conductor de motocicleta y tiene que re-educarse, que es lo que cuesta», apunta Arantza Otamendi, presidenta de Autoescuelas de Gipuzkoa, quien teme, eso sí, que a los coches de autoescuela se les pitará más a partir de ahora porque irán más despacio, «pero porque siempre vamos cumpliendo las señales, respetando pasos de cebra…». En cualquier caso, se muestra encantada con las nuevas limitaciones: «En un tiempo dejará de haber accidentes. La clave es proteger al peatón, sobre todo niños y mayores. Según la OMS con esta norma el riesgo de fallecer se reduce por cinco». Eso sí, recuerda que esta nueva normativa «es para todos, bicis y patinetes incluidos, que no siempre cumplen ni van por donde tienen que ir ni a la velocidad que deben».

Desde el Ayuntamiento, la concejala de Movilidad, Pilar Arana, recuerda que «se trata de la aplicación de una norma estatal de obligado cumplimiento» y que «permite acercarnos más hacia un modelo de ciudad más amable con el peatón», ayudando a reducir los efectos de la siniestralidad. Rechaza la idea de que se hayan generalizado las limitaciones, puesto que «se ha realizado un importante trabajo para analizar las características de cada vía para buscar la solución más adecuada, con vías a 40 km/h o 50 km/h en ejes principales». Una alternativa pensada sobre todo para el transporte público, para que el impacto de la medida sea menor. «En las primeras semanas de implantación se analizarán las afecciones y se realizarán los ajustes necesarios en las líneas afectadas». Asimismo, concluye que, a nivel medioambiental, «los estudios demuestran que las medidas de calmado de tráfico disminuyen los tiempos de estar el vehículo detenido, los cambios de marcha, el uso de frenos y combustible entre otros».