Eustasio Amilibia vuelve a la Alcaldía
El retrato del cuatro veces alcalde cuelga ya en el despacho de Goia tras 180 años de avatares que incluyen disparos de las tropas franquistas, su aparición en Chile, la donación de su familia a la ciudad y su restauración
Aunque esta es la historia de un cuadro, bien se podría decir que Eustasio Amilibia vuelve a (su) casa. Un retrato del cuatro veces alcalde de San Sebastián, donado hace 6 años al Ayuntamiento por el viudo de su bisnieta, cuelga ya en el despacho de la Alcaldía, tras su restauración por el museo San Telmo.
El retrato fue realizado en octubre de 1836 por un pintor francés de nombre desconocido. Eustasio de Amilibia y Egaña (Tolosa, 1801) fue un destacado político liberal progresista. Al estallar la primera guerra carlista se alistó en la milicia de San Sebastián y luchó a las órdenes del general Espartero en la toma del fuerte de Oriamendi y las batallas de Hernani y Urnieta.
En pleno asedio carlista (1837) fue nombrado por primera vez alcalde de San Sebastián, un cargo que volvió a desempeñar en 1841-1843 y en el periodo 1848-50. Tras ejercer como gobernador civil de la provincia (1855) y diputado general de Gipuzkoa (1852-61), periodo en el que logró que la capitalidad del territorio pasara de Tolosa a San Sebastián, fue designado en 1861 alcalde de Donostia por cuarta y última vez, cargo que desempeñaría hasta su muerte en 1864.
Consiguió para Donostia la capitalidad de Gipuzkoa y logró que se autorizase el derribo de las murallas
Ese último mandato fue crucial para el futuro de la ciudad ya que presidió la corporación municipal que logró que el Gobierno autorizara en 1863 el derribo de las murallas militares que constreñían el desarrollo urbanístico de San Sebastián. El Ayuntamiento honró su figura otorgando en 1917 su nombre a una calle, pero tras la Guerra Civil (1937) la denominación se sustituyó por la de avenida de Zumalacárregui. En 1962, en desagravio, la ciudad volvió a recordar a Eustasio Amilibia con una calle del barrio de Amara, cuando se preparaban los actos del centenario del derribo de las murallas.
El retrato del exalcalde se guardaba en la casa de su familia, en el número 7 de la calle Hernani. La vivienda y todo su mobiliario fueron requisados en septiembre de 1936 durante la entrada de las tropas franquistas en la ciudad. Para entonces, Coro Machimbarrena, nieta del ex alcalde, y sus hijos ya habían huido. Los sublevados no pudieron detenerles, pero se dieron el gusto de 'fusilar' el retrato de Eustasio Amilibia, al que asestaron tres balazos.
Exilio familiar
Algunos familiares murieron en la Guerra Civil (Joaquín y Coro), otros cayeron heridos en combate (Julián), hubo quienes pasaron 20 años encarcelados (Ramón) y también quienes, como María Asunción, se exiliaron en otros países. El rastro del cuadro se perdió, pero en los años 60 del siglo pasado la familia logró recuperar el agujereado lienzo en Chile. El cuadro fue parcialmente restaurado, aunque en 2017 aún se mantenían visibles los estragos que dejó el odio bélico en la tela.
El viudo de una bisnieta del personaje donó hace seis años el cuadro al Ayuntamiento
María Asunción de Amilibia Machimbarrena heredó el cuadro y en su testamento expresó su voluntad de que la obra se entregase al Ayuntamiento de San Sebastián para que fuera «conservada y expuesta». Su viudo, el inglés Richard Fookes Scott, hizo entrega del retrato hace seis años al alcalde Eneko Goia, en un emotivo acto en su despacho. El gobierno municipal puso el lienzo en manos del museo de San Telmo para su inventariado, catalogación y restauración.
Restauración
El trabajo de recuperación de este óleo de 72 por 59,8 centímetros fue encargado por San Telmo a la firma Óvalo. El informe de diagnóstico precisaba que en el lienzo «se aprecian tres lagunas retocadas que con anterioridad han pertenecido a tres orificios» de bala: el superior estaba a la altura de la cabeza, «en el pelo del personaje en el lado derecho»; un segundo impacto se apreciaba en el cuello, «en este caso en el pañuelo o alzacuello del retrato»; y, por último, había un tercer impacto un poco más abajo «en el mismo lado a la altura de la solapa». Los orificios se intuyen «por el retoque del anverso, ya que el reverso se encuentra forrado con una tela que lo recubre en su totalidad».
Tras la documentación gráfica de la obra, acción imprescindible antes de cualquier intervención de restauración, se procedió a eliminar mediante disolventes orgánicos «los barnices oxidados y los retoques de restauraciones anteriores».
El cuadro presentaba un «amarillamiento generalizado de la policromía debido a la oxidación de la pintura», explica Lourdes Plano, encargada de recuperar la obra. Los criterios de la restauración han estado determinados por «un respeto riguroso a los estratos originales, atendiendo prioritariamente a la conservación del objeto como elemento funcional, artístico e histórico, y están encaminados a la recuperación del valor estético de la obra».
Gracias a un «planchado del lienzo» por el reverso, se consiguió nivelar muchos de los «abolsamientos producidos por el envejecimiento del adhesivo usado en el forrado de la tela». Una vez niveladas las pérdidas de pintura «con un estuco hecho a base de yeso y cola animal», se realizaron retoques con acuarela en las zonas con pérdidas. «Tras el barnizado de la superficie se hicieron los ajustes de color finales, con pigmentos al barniz, quedando así ocultas las huellas del impacto de las balas».
El restaurado retrato de Eustasio Amilibia cuelga desde hace unas semanas en el despacho del alcalde. Goia solo tiene que levantar un poco la vista desde su mesa para fijarse en este homólogo suyo que puso los cimientos de la Donostia de hoy.
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