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«Los creadores vivimos en una precariedad bastante salvaje»

– La pregunta es obligada: ¿Quién es Martin Martina?

– Es una persona adolescente de 13 años intersexual. El personaje está construido en base a una persona real que vivió en mi pueblo, Zestoa. No la conocí porque murió antes de que yo naciera. También era Martin Martina e intersexual. Con mi libro, le hago un homenaje.

– O sea, que es real aunque acabe envuelto en tintes ficticios.

– Fue un personaje que abrió caminos enormes a la libertad. En ocasiones, en los pueblos pequeños hay gente que va más allá de las costumbres sin ser muy consciente de ello. Abre un imaginario y un modo de vida a otras personas que no llegaron a conocerla. Su eco nos llega, nos transforma. Me gustaba mucho el eco que me traía Martin Martina. Para mí, era alguien muy inspirador. Sabía que tenía que construir un universo a partir de esta persona y lo he hecho.

– ¿Y es el personaje el que hace que surja la trama?

– Totalmente. A veces, cuando creas algo, hay un punto en el que la historia te acosa y no puedes no contarla.

– ¿Como una obsesión?

– Viene desde 2017. En aquel momento yo estaba creando otras cosas, guiones de teatro. Hacer de repente literatura no era algo premeditado. Por eso creo que ha sido el personaje el que ha hecho que yo cree este universo. Crear esta trilogía ha sido algo muy bonito. Había como pantallas que se iban desplegando como si fueran retos. Me hacían preguntarme dónde lo colocaba, si en un sitio real o ficticio. Todo fue como un juego. Para llegar hasta ahí, he pasado muchas las pantallas.

– Sin hacer spoiler, ¿cuál es el argumento de su novela?

– Martin Martina tiene 13 años, y está en el instituto y no tiene problemas. Sin embargo, ocurre algo por lo que esta persona es castigada a pasar el verano sin móvil en el pueblo de sus abuelos. Allí, además hacer amigos, descubrirá que sus abuelos no son lo que él/ella/elle pensaba. Guardan secretos relacionados con su infancia y con su naturaleza.

– Suena a novela de aventuras para adolescentes.

– Es lo que quería. Además, hay una trama más política porque en el pueblo están construyendo un tren de alta velocidad. Todos sus habitantes y especialmente los jóvenes están implicados en parar esas obras. Todo esto guarda relación con nuestra mitología, que tiene un profundo apego con la naturaleza.

– Esa historia tendrá continuidad más adelante en otras dos entregas.

– Más adelante, no. La segunda sale ahora, en diciembre.

– ¿Tan pronto? ¡Qué rapidez!

– Sí, estoy en el proceso de entrega de la segunda novela. Tenía que ser así. Hay grandes escritores que han escrito sagas impresionantes y algunos no las han terminado. Puedes caer en el peligro de que si no lo escribes seguido, pierdes el gancho o te entra otro trabajo y no sabes cómo vas a reactivar tu historia.

– Otro reto importante debe ser enganchar a los jóvenes que prefieren las pantallas.

– Existe una preocupación. En Elkar me decían que hay que detectar dónde se desengancha la gente joven de la lectura. A veces, es el instituto porque a todos nos han obligado a leer. Es algo que tenemos que revisar como sociedad. Debemos reflexionar sobre cómo inculcamos el amor por la lectura. La literatura ha sido un salvavidas para mí, sobre todo, en la adolescencia. Para muchos adolescentes también lo es, pero no damos con la clave de hacerles llegar esa pasión.

– En su perfil de Instagram (@lagatadepandora), dice que escribe historias y las dirige...

– Al venir del mundo del teatro y del guion, mi cabeza siempre está pensando en cómo poner todo en 3D. Es inevitable. Esta novela también tiene mucho de pensar en cómo reflejaría cada escena si fuera una secuencia de una serie. Eso le da rapidez.

– También es actriz y cantante en 'Grises'. Toca muchos palos...

– Son como bases. Estudié violín de pequeña. La música fue mi primera incursión en el arte. En 'Grises' he pasado 20 años yendo a festivales, tocando y sacando seis discos. En la adolescencia decidí que quería ser actriz y me fui a Madrid a estudiar. La propia precariedad del creador te lleva a explorar muchas cosas. Los creadores vivimos en una precariedad bastante salvaje. Poco se habla de ello... Me encantaría estar dedicada a la trilogía un tiempo, pero de un libro que se vende, el autor recibe un euro. Esa precariedad te hace estar en diferentes lugares a la vez. Siempre he estado envuelta en todo lo artístico.

– ¿En qué trabaja ahora?

– Preparo una obra con el grupo de teatro Kamikaz Kolektibo. Además, tengo una escuela de artes escénicas en Zestoa (@eromenprodukzioak), donde comienza el curso en octubre.