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Al ritmo que marca Donostiarra
DV comparte una sesión de entrenamiento en la bahía de Pasaia con el líder de la Liga Eusko Label, que llega lanzado a las próximas regatas
Son casi las seis y media de la tarde y en el hangar que Kaiarriba tiene en Trintxerpe Igor Makazaga reúne a sus remeros en torno a él para explicar en qué va a consistir el entrenamiento del día. Se palpa el buen ambiente en el equipo, el viento sopla a favor y todo se asume con la naturalidad de quien sabe que ése es el camino correcto. Previamente, el preparador sanjuandarra ha estado charlando con Eugenio Rodríguez, Haritz Esnal y Julen Ucín, preparador físico y médicos del club, para consensuar con ellos cómo plantear las semanas que tienen por delante. Nada se deja al azar.
Los remeros y el cuerpo técnico portan todo el material hasta el pantalán y en su camino, a escasos 50 metros, se cruzan con Trintxerpe, que se prepara también para entrenar. El líder de la Liga Eusko Label y el colista de la Liga ARC-2. El remo profesional y el amateur. Dos realidades que conviven en mundos absolutamente opuestos.
«¿Has visto? Hay que frenarles porque si no... Si les pides más, te dan más»
igor makazaga
La sesión diseñada por Makazaga y sus ayudantes es corta, de apenas una hora, y en ella van a participar los 18 remeros de la plantilla y los dos patrones. «Todos los remeros tienen una parte mínima en el agua, pero dos tercios de la plantilla complementa su entrenamiento con trabajo en el ergómetro, mientras que el otro tercio, que no siempre es el mismo porque puede ir rotando, hace el trabajo completo en el agua», explica a DV Makazaga.
Con la Torrekua II ya en el agua, el entrenador de Donostiarra da las últimas instrucciones al patrón, Arkaitz Díaz, sobre las series a realizar. El inicio, lógicamente, es suave, a 18 paladas. «¡No rebotar! ¡Espalda atrás!», grita desde la motora. Poco a poco el ritmo se va incrementando con series a 32-33 paladas. «¡Brillo y claridad!, ¡brillo y claridad!», insiste. «¡Sujeto posición en popa y proa! ¡Cadera y pierna!».
El bote sale de la bahía de Pasaia a mar abierto con San Pedro y San Juan como espectadores de excepción. Por allí, como si fuera una pasarela, desfilan también Tolosaldea, Hernani, Arraun Lagunak y Trintxerpe.
«Siempre hay una base de trabajo físico, perotratamos de darle un poco más de importancia a la parte técnica»
Superado el faro, el mar se vuelve más revoltoso y tanto la Torrekua II como la motora empiezan a bailar al ritmo de las olas. «¡Si una ola me saca del sitio, recupero y vuelvo, recupero y vuelvo con tranquilidad!», aconseja Makazaga a sus pupilos.
Las series se vuelven más exigentes, tanto por el ritmo como por el oleaje y se ensaya una ciaboga tras la cual la trainera enfila de nuevo su proa hacia la bahía. Es entonces cuando la Torrekua II y Arkaitz Díaz comienzan a jugar con las olas a su favor y, tras coger la primera, el bote se dispara y pone en dificultades a la motora, que sufre para seguir su estela. «Trabajad bien el bote y ayudarle cuando quiera ir rápido», les dice el preparador sanjuandarra tras detenerse la embarcación, que se dirige al muelle donde San Pedro tiene ubicadas sus instalaciones para dar entrada a Jon Iruretagoiena, el segundo patrón que había acompañado a Makazaga y a Eugenio Rodríguez en la motora, y a los cinco remeros que habían estado haciendo ergómetro.
Justo en ese momento Donostiarra se cruza con la Libia sanpedrotarra, líder de la ARC-1, que se dispone a echarse al agua para comenzar su entrenamiento con vistas a la regata de mañana en ese mismo escenario.
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Los nuevos embarcan y vuelven las series a 18 paladas. Las rutinas se repiten, aunque esta vez la Torrekua II no saldrá a mar abierto. Dentro del bote son Jon Agirrezabala y el proel Endika Alberdi quienes llevan la voz cantante, aunque su entrenador sigue cuidando los detalles. «¡Busco de reojo a mi compañero para acompasarme con él!», «¡Notad que cada palada lanza al bote!», les sugiere.
«Frenar y domar»
Vuelven las series a 32 paladas y en alguna ocasión Makazaga se ve obligado a tirar del freno de mano. «¿Has visto?», le dice a Eugenio Rodríguez, «hay que frenarles porque si no... Si les pides más, te dan más», le comenta, satisfecho de ver cómo sus remeros están disfrutando del entrenamiento.
«Ahora todos los conceptos de remada los tienen interiorizados. Hay un momento de la temporada en el que cuesta pero, cuando puedes explotarlos, te sientes bien haciéndolo», comenta el técnico en referencia al modo en el que sus remeros suben el ritmo casi por inercia. «En otros momentos de la temporada, cuando tienes que tirar un poco de ellos, van un poquito más forzados. Les cuesta un poquito más e incluso pueden protestar, pero ahora tienes que ir frenándoles, domándoles porque si no se te van. Entrenan con otro brío, sobrellevan el entrenamiento con mayor facilidad y todo eso ayuda».
Vigilar esos ritmos de entrenamiento, que no vayan por encima de lo estipulado, es básico para Makazaga. «Lo hago para trabajar la solidez de la remada, porque tocar ritmos de competición o superiores ponen en riesgo conceptos de la remada. Esos conceptos se pueden trabajar mejor en ritmos de crucero o por debajo», explica el técnico que ahora prioriza más la parte técnica que la física. «Siempre hay una base de trabajo físico, pero tratamos siempre de darle más importancia a la parte técnica porque al final, con tantas regatas, no hace falta incidir tanto en lo físico porque los chavales ya van entrando».
Tras una hora de series, la Torrekua II regresa al pantalán con la sensación del deber cumplido. «Ahora toca trasladar todo esto al fin de semana», concluye.
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