Nada es comparable a aquella primera vez
Este jueves hace 20 años Hondarribia lograba en O Grove su primera bandera de la historia en la ACT, que fue también el primer triunfo de una embarcación vasca en la máxima competición
Parece que fue ayer sería un comienzo clásico para este reportaje, pero la comodidad que ofrece el tópico no debe hacernos caer en lo vulgar. Cantaba Carlos Gardel en 'Volver' que 20 años no es nada, pero echen la vista atrás y recuerden dónde estaban hace dos décadas, qué hacían y cuánto han cambiado. Imagínense entonces lo que suponen esos 20 años en el deporte en general y en el remo en particular. Una eternidad. En aquella época, la ACT era una liga aún en pañales de cuyo futuro y viabilidad se dudaba. Las embarcaciones cántabras, con Castro y Astillero a la cabeza, dominaban el Cantábrico con puño de hierro. Una tripulación gallega como Mecos era alternativa a ese dominio y el remo vasco, inmerso en una dicotomía entre el respeto a la tradición y la adaptación a los nuevos tiempos, difícilmente hacía frente al poderío cántabro. En aquel 2003 Hondarribia no dejaba de ser un club de clase media que había sufrido para lograr su clasificación para disputar una Liga ACT en la que, instalado en la segunda tanda, no había pasado de un cuarto puesto en Pasaia, por lo que soñar con una bandera era poco menos que una quimera.
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Sin embargo, aquel 10 de agosto de 2003, en las aguas gallegas de O Grove, dónde si no, la Ama Guadalupekoa logró su primera bandera de la historia en la ACT, que fue también la primera que logró una tripulación vasca en esta competición que hoy, dos décadas después, las embarcaciones vascas dominan sin contestación. De aquella cuadrilla hondarribiarra que tocó la gloria en la comarca del Salnés aún siguen hoy en la Ama Guadalupekoa su entrenador y entonces también proel, Mikel Orbañanos, y su patrón Ioseba Amunarriz, que recuerdan con mucho cariño aquel triunfo inesperado que dio inicio a dos décadas plagadas de triunfos, hasta 93. «Fue una victoria especial porque era la primera bandera ACT que ganaba Hondarribia y la primera de un club vasco. Creíamos que era una bandera preciada e importante para nosotros», recuerda Orbañanos. «Además, conseguir una bandera siempre te hace feliz y en aquel momento nos hizo mucha ilusión».
No es para menos. Los hondarribiarras habían sufrido para clasificarse para disputar la Liga, donde eran octavos. «No era fácil estar en esa Liga porque ahí había mucho nivel», recuerda el técnico oriotarra. «Entrar y codearte con las traineras que estaban arriba para nosotros era un triunfo. Astillero dominaba, Mecos y San Juan andaban muy bien. Había nivel», añade.
«De aquella cuadrilla destacaría la fidelidad y el compromiso que tenía todo el equipo»
Mikel Orbañanos
Aquel día, Hondarribia remó en la segunda tanda junto a Orio, Urdaibai y Cabo da Cruz, que fue su gran adversario en la tanda. «Tuvimos rivales fuertes al lado como Cabo. Sabíamos que ellos no cedían hasta el final y supimos sacar nuestra mejor versión en el último largo y ganar la regata. Hicimos un trabajo de diez, aunque es verdad que luego nos ayudó el viento», confiesa el entrenador oriotarra, que apenas llevaba un año en la dirección técnica y que ese 10 de agosto fue el proel de la Ama Guadalupekoa.
Pelea entre 'gallos'
En la tanda de honor remaban los 'gallos': Pasai Donibane, Castro, los locales de Mecos y el líder Astillero, que había ganado cinco de las siete primeras banderas. «Nosotros, aunque no lo queríamos exteriorizar, veíamos que teníamos posibilidades ya que el viento iba para arriba. Sabíamos interiormente que nuestro tiempo era bueno y que iba a costarles mejorarlo», recuerda Orbañanos.
Mediada la regata, ninguna de las embarcaciones de la tanda de honor mejoraba el registro de Hondarribia. Pasai Donibane cedía dos segundos; Castro, tres y Astillero, cinco. Tras la última ciaboga, la victoria comenzó a coger cuerpo. La Erreka, a nueve segundos, era la única amenaza, pero solo pudo ser tercera tras Cabo da Cruz.
En la Ama Guadalupekoa el silencio presidió la regata. Había nervios, muchos nervios ante la posibilidad de lograr una bandera que el club no ganaba desde 2000, cuando había ondeado precisamente la bandera de casa. Las referencias de lo que sucedía llegaban desde la motora que estaba al lado de la trainera y en la que Txomin Orbañanos, Miguel Mari Oronoz y Josu Bandrés iban cantando los tiempos mientras se mordían las uñas.
«El recibimiento que nos hicieron al llegar a Hondarribia con la bandera fue apoteósico»
Joseba Amunarriz
«De aquel día a mí se me ha quedado el recuerdo de los tres que estaban en la motora, su manera de celebrar aquella victoria. Aquel día fue...», señala entre risas Ioseba Amunarriz, que como Orbañanos apenas llevaba un año en la popa de la Ama Guadalupekoa y que no sabía por tanto lo que era ganar una bandera. «Los dos nos quedamos con eso y con el recibimiento de la afición, que fue grande y muy emotivo. Pero la cara que tenían los de la motora cuando ganamos la bandera se me ha quedado grabada», señala Orbañanos. «Estaban tan o más contentos que nosotros», recuerda.
Hubo celebración en O Grove, pero el plato fuerte estaba en casa. Tres años de sequía tenían a la afición hondarribiarra sedienta de triunfos y el recibimiento que tributaron a los remeros en la Hermandad de Pescadores aún se recuerda. «Fue apoteósico», confirma Amunarriz. «Nadie dentro del bote había vivido un recibimiento como ese. Fue increíble. Salir al balcón y ver a toda esa gente abajo...», recuerda con nostalgia.
Aquel día remaron Mikel Orbañanos, Gonzalo Carrión, Gorka Puertas, Aritz Ribero, Igor Kanpandegi, Eñaut Labaien, Osertz Alday, Jon Parra, Ramón Olaskoaga, Asier Puertas, Joseba Etxebeste, Aitor Alza, Samuel Kanpandegi y Ioseba Amunarriz como patrón. «De aquella cuadrilla yo destacaría lo que destaco ahora, la fidelidad y el compromiso que tenía el equipo con la forma de hacer las cosas. Ese ha sido siempre nuestra arma, tener claro lo que teníamos que hacer. En aquel equipo había mucha gente de la cantera y eso al final te da fuerza. Y luego, que nos comportábamos como una familia», destaca Orbañanos.
«En aquellos tiempos, entrar y codearte con las traineras que estaban arriba era un triunfo para nosotros», coinciden
Aquella victoria fue el inicio de una historia que aún hoy continúa. «Cuando llegó Mikel fue cuando comenzamos a dar pasitos hacia adelante e ir para arriba», señala Amunarriz. «Vino en 2002, empezó a meter su escuela y ahí pegamos un salto. En 2004, también y año a año hemos ido creciendo hasta llegar al nivel que tenemos ahora». El patrón hondarribiarra cree pese a todo que «más importante que aquella bandera son los 20 años que llevamos ahí. Siempre se dice que llegar es fácil, que lo difícil es mantenerse. Estar tantos años ahí arriba es señal de que el trabajo que estamos haciendo es muy bueno. Hay botes que intentan llegar a nuestro nivel, que hacen selecciones y no lo consiguen. Y aunque aquí parece que solo vale ganar, el ser segundos siete años seguidos es señal de que algo grande estamos haciendo».
Dos décadas después de aquella primera victoria, Hondarribia suma 93 y acaricia el centenar de triunfos. «Intentaremos seguir por el mismo camino y, tarde o temprano, llegaremos», asegura Mikel Orbañanos.
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