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Sacar un punto en casa de un rival que apunta a jugar la Champions la próxima temporada y que lleva 17 partidos menos disputados este curso, es un botín que no se puede despreciar. Más teniendo en cuenta las ausencias de Zubeldia, Aguerd, Zubimendi y Barrenetxea, hombres importantes en el esquema de Imanol. El Villarreal está por hoy mejor que la Real y dispone de una delantera con mayor cantidad y calidad, pero no pudo vencer a un conjunto txuri-urdin que es todo corazón. Le faltará fútbol, frescura, ideas o desborde pero su compromiso le mantiene a un punto de Europa a falta de seis jornadas. En La Cerámica quiso jugar un partido valiente buscando alto a su rival en la presión pero tras el descanso le entraron las dudas, entendió que corría muchos riesgos y ahí se perdió. Jugó a lo que no sabe y a punto estuvo de volverse de vacío. Como solía decir Lillo: no arriesgar suele ser lo más arriesgado, así que para no correr riesgos hay que arriesgar. Después de adelantarse por 1-2 en el minuto 49 le salvó la campana, los tres goles anulados al submarino amarillo y los reflejos de Remiro en un par de ocasiones.
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La Real arrancó con un claro plan de partido: presionar muy fuerte arriba la salida de juego del Villarreal para obligarle a jugar en largo y desactivar las virtudes de sus centrocampistas. Por eso colocó Imanol a Kubo junto a Oyarzabal para saltar enseguida a por los dos centrales, Foyth y Logan Costa, emparejando a Marín con Comesaña y a Sucic con Parejo. Pero Marcelino vio la jugada y movió ficha con Denis Suárez, teórico hombre de banda izquierdo que actuó de segundo mediocentro para facilitar la progresión desde atrás. Y costó detectar esa situación y quién debía seguirle, ya que Traoré no se atrevió porque ello significaba dejar solo a Cardona en banda. En medio de esas dudas al ajustar llegó el 1-0 del Villarreal, en una presión alta descordinada en la que Barry viene a descargar y Cardona encuentra una autopista por la izquierda. Traoré no termina de taparle el centro y Yeremy Pino, después de que Barry arrastre a Aihen, marca.
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El primer cuarto de hora no fue nada bueno porque el conjunto local podía correr con espacios a partir de esa superioridad que encontraba en la zona ancha y que luego orientaba a la banda izquierda. La Real reaccionó con una triple maniobra que consistió en que Kubo no saltara tan pronto a Logan Costa, Traoré avanzara metros para estar más cerca de Cardona y Turrientes fuese el que se colocase con Comesaña, para así dejar a Sucic con Suárez. Desde ahí comenzó a equilibrarse el partido.
Con balón, Imanol apostó por una salida de tres hombres, con los dos centrales ayudados por Turrientes o Aihen, con Traoré de pivote. Con eso pretendía tener un apoyo más por dentro y un recurso para la primera presión tras pérdida para que el Villarreal no pudiese contragolpear.
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La media hora anterior al descanso fue bastante buena, más allá de la jugada del empate por el penalti por mano de Barry. La Real se apoderó del balón, bajó las revoluciones del juego a un ritmo más pausado que le interesaba más que el ida y vuelta y empezó a hacer peligro con Kubo por la derecha. Sergio, Marín y Oyarzabal fijaban a centrales y pivotes rivales, y eso generaba situaciones de uno contra uno para el japonés. En el minuto 28 estrelló un balón en la madera después del desvío de Luiz Junior y en el 45 se escapó por línea de fondo de Cardona para que el meta se luciese ante Sucic. La Real se iba al descanso con un 53% de posesión y 226 pases por los 184 del rival.
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A los cuatro minutos de la reanudación esa presión que perseguía tuvo su premio con el 1-2 en un saque de banda de Femenía atrás hacia Foyth y la carrera de Oyarzabal hacia Luiz Junior tras la cesión del central. La fe del realista y la torpeza en el control del portero local pusieron en ventaja a los txuri-urdin al poco de iniciada la segunda mitad. Para entonces Imanol ya había movido ficha en el descanso quitando a Sucic del centro del campo para dar entrada a Pacheco y jugar con una línea de cinco atrás, algo que pocas veces suele dar réditos a la Real porque, entre otras cosas, no sabe defender cerca de su portería y esta temporada, además, le faltan centímetros en el área sin Le Normand y Merino.
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El caso es que, metida en la cueva, el partido se le hizo eterno. La idea no funcionó porque al perder un hombre en la zona ancha regaló la iniciativa del juego al Villarreal y porque atrás faltó contundencia en los duelos exteriores a los carrileros. Marcelino llevó a Yeremy a la izquierda para que se midiera con Traoré y enseguida llegó el empate rubricado por Ayoze. Imanol tapó esa banda con la entrada de Aramburu pero se le descosió la otra con la entrada de Javi López, superado por Nicolas Pépé. Entre Remiro, el asistente y la divina providencia se salvó un punto muy valioso por la pelea europea, pero el sufrimiento fue muy grande.
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