Punto de sutura
El empate duele menos, soñamos con ese cabezazo de Merino con tintes épicos pero no tirar entre los tres palos, como hizo el Alavés, le da premio
No he podido dormir en toda la noche». Álex Remiro fue tajantemente sincero cuando un error suyo le costó un empate a la Real ante el Athletic en un mal despeje de puños sobre una falta lanzada por Muniain. La misma cara triste que mostró ayer cuando se dio cuenta de que su acción de tocar el balón con la mano fuera del área suponía su expulsión. El de Cascante ante los dos errores más graves desde que es jugador de la Real se ha comportado de una manera ejemplar. Y es de aplaudir.
El portero es como el bulto que sobresale del coche, como ese lamparón en la camisa antes de una reunión con el jefe. Sobre todo cuando falla. El rostro del cancerbero navarro era un libro abierto. Nadie como él sabía lo que suponía esa acción. Casi una hora en inferioridad y además sin poder jugar el siguiente partido de Liga. En San Mamés. Casi nada.
Noticia relacionada
¿Podrá Álex Remiro jugar el derbi entre el Athletic Club y la Real Sociedad?
Es el peaje que hay que pagar en una profesión de riesgo, como la de portero. Falla un delantero. 'Ánimo, venga, la siguiente entra', se le dice. Regala un pase un mediocampista: 'no pasa nada, chaval, segi'. Falla el portero y... silencio sepulcral. Pueden ser miles los balones largos que le han mandado a la Real –como el de ayer de Sivera– que Remiro ha despejado. La estadística es caprichosa, siempre hay una vez que el destino juega una mala pasada.
Demasiado premio
Se fue André Silva y la Real tuvo que poner plato pequeño y piñón grande para intentar, en inferioridad, ganar al Alavés. Después de tres empates a cero consecutivos la cuesta se empinaba y de qué manera. El cúmulo de las desgracias llegó con el penalti de Merino a Ander Guevara. Teníamos la esperanza de que Marrero hiciera, como en pretemporada ante Memphis Depay, un paradón, pero Rioja tiró a la barra, como se dice en argot, y se pasó de intentar subir un puerto de segunda a uno fuera de categoría.
La quinta esencia de la racanería fue el punto que sacó el Alavés, que no chutó a puerta. No se contabilizan paradas ni de Remiro ni de Marrero, y sin embargo se llevó premio. Un punto. Demasiado para lo que hizo.
La justicia divina hubiera sido que después de que Zubimendi incendiara Anoeta con un gol de rabia, ese cabezazo de Mikel Merino hubiera encontrado puerta. La Real con diez, primera expulsión en la temporada para los txuri-urdin, fue mejor que su rival pero solo se llevó un punto de sutura. El domingo, más y mejor, pero en Copa. Para bajar el polvorón.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión