Muriqi, el niño de la guerra con el gol en la sangre
El ariete del Mallorca huyó con lo puesto en la Guerra de los Balcanes; hoy su equipo echa de menos los tantos que venía marcando antes del parón de Liga
Es un tanque con una zurda precisa y un gran remate de cabeza gracias a sus 194 centímetros de altura. Un delantero difícil de parar. Vedat Muriqi (1994, Prizren) aterrizó en la isla para fichar por el Mallorca. Era el mercado de invierno de la pasada temporada y el equipo bermellón necesitaba un delantero para luchar por la permanencia en Primera. La llegada del kosovar sorprendió a la afición mallorquista: no estaba jugando con la Lazio y sus números no eran los más atractivos. 34 partidos y 14 goles después, Muriqi es un ídolo en Mallorca. Es la principal referencia goleadora del conjunto bermellón hasta el punto de acaparar el 57 por ciento de los goles (8 de 14) en Liga. Ha anotado sus ocho goles en remates dentro del área grande, de los que tres han sido con la cabeza y cinco con la zurda. Uno más marcó en Copa en la eliminatoria anterior a la de hoy.
'Il Pirata', como así le han bautizado, llega al Reale Arena con la pólvora mojada. No ha marcado en ninguno de los tres partidos de Liga que se han jugado después del parón por el Mundial y eso significa que cada vez está más cerca el día en el que vuelva a ver puerta. Su mala racha no tardará en romperse. A Muriqi esa presión no le asusta. Nada puede temer quien debió salir con lo puesto de su domicilio cuando estalló la Guerra de los Balcanes. Muriqi tenía cinco años, a finales de los 90, cuando su familia se vio obligada a huir de su Prizen natal hacia territorio albanés para escapar del sangriento conflicto. «En mi familia éramos unas cincuenta personas y llegamos a estar metidos todos en un habitáculo de una casa. Cuando los alemanes empezaron a prestarnos ayuda teníamos que repartir un litro de leche al día y cebollas para todos», ha relatado el delantero. «Siempre digo que ningún ser humano debería ver las cosas que vi yo durante esos años. Tenías que escapar de tu casa porque llegaban varios soldados, te decían que iban a poner unas bombas y debías huir corriendo».
Balón en largo a él y a jugar
Muriqi es ese jugador que simplifica mucho el trabajo a su entrenador Javier Aguirre. La receta, casi siempre la misma: tras recuperación, balón en largo buscando a su referencia para que descargue de cara y a partir de ahí, elaborar ya en campo contrario buscando finalizar mediante centros laterales buscando al mismo Muriqi. Ahí el Mallorca se convierte en un equipo peligroso. Tiene jugadores de calidad en tres cuartos de campo capaces de dar claridad a la jugada.
Las derivadas de la guerra condicionaron también sus inicios en el fútbol. Entre los 17 y los 19 años jugó en dos equipos albaneses, el Teuta Durrës y el Besa Kavajë. Después decidió marcharse a Turquía. Tras su paso por el Girensuspor y el Gençlerbirligi, una gran temporada, la 2018/19, en la que marcó 26 goles con el Rizespor, hizo que el Fenerbahçe lo reclutara. Muriqi no desaprovechó la oportunidad de un grande y sumó 17 tantos en 36 partidos. Suficientes para que el Lazio pagara por él 20 millones de euros en el verano del 2020. En Italia no le fue bien. Ni con Inzagui, ni con Sarri. Condicionado por las lesiones y su bajo rendimiento anotador —solo hizo dos goles— parte de la afición la tomó con él y el Lazio le buscó acomodo en el último mercado.
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