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Ákos Tompa encarna una de esas historias gratificantes de superación que en ocasiones regala el deporte y en este caso, el fútbol y la Real Sociedad. Hace apenas unos meses, este portero de 197 centímetros y 17 años vivía postrado en una silla de ruedas, paralizado de cuello para abajo a causa de una grave enfermedad autoinmune. Ahora defiende con garantías la portería del segundo filial txuri-urdin, el C, que milita en Segunda RFEF (seis partidos este curso), y del juvenil de División de Honor (once encuentros). El pasado martes jugó contra el Southampton el último partido de la Real U21 en la Premier League International Cup. Su equipo ganó 3-4. Para él, cada encuentro es una auténtica victoria.
La Real confía en hacer de él un portero para el primer equipo. Tiene planta, poderío, ocupa mucha portería, es zurdo y presenta en el juego con los pies una de sus grandes virtudes. A alguno que le ha visto jugar le recuerda a Courtois por su envergadura. Por todo eso lo fichó el club txuri-urdin en el verano de 2023 del Budapest Honvéd húngaro. El meta todavía se encuentra en ese periodo de mejora por su juventud –el próximo marzo llega a la mayoría de edad– y de recuperación de la terrible enfermedad que dio al 'pause' a su carrera y sus ilusiones durante un año entero que se le hizo interminable.
Ákos acostumbró a su organismo a rechazar balones como si fueran virus. Quizá por eso su sistema inmunitario, casi por mimetismo, comenzó a rechazar células sanas de sus órganos y tejidos, hasta dejarle K.O. e impedirle siquiera ponerse los guantes.
El meta magiar protagonizó una recuperación progresiva, lenta, sin duda traumática, pero también seguro que cargada de coraje. El poder retornar a los terrenos de juego a finales de la temporada pasada fue terapeútico para él. Y también el hecho de poder defender este curso el arco de la Real 'C', ya profesional, ante equipos como el Izarra, el Ejea, el Teruel o el filial del Zaragoza. También dejó su portería a cero en un amistoso con la selección de Hungría Sub-18 ante Macedonia del Norte (5-0), con la que también jugó ante Bosnia (1-1) y Eslovaquia (triunfo 2-3). Ya había sido internacional Sub-17 y Sub-16 con el combinado magiar.
«Afortunadamente logré superar la enfermedad, he estado un año recuperándome y ahora estoy completamente sano», dice Ákos Tompa. Comenzó a rehabilitarse en su país y concluyó el proceso en Gipuzkoa. La Real ya se había comprometido en ficharle antes de que enfermara y no dudó en esperar al guardameta y respetar lo pactado.«Pude jugar algunos partidos la pasada temporada y la preparación durante el verano fue bien; trabajé con el tercer equipo durante todos los entrenamientos, así que estaba en buena forma, esperando el inicio», añade.
Ahora va definiendo sus propósitos, que son progresivos y al mismo tiempo ambiciosos: «Mi objetivo es tener tantas oportunidades como pueda en el juvenil y, si es posible como ya ha ocurrido, estar en el tercer equipo; pero a largo plazo lo que quiero es estar en el segundo o incluso en el primer equipo de la Real». No es fácil que un portero de la cantera llegue a la elite y se asiente en el primer equipo. Los que han conseguido llegar en los últimos lustros han tenido que hacer las maletas, siempre a la sombra de cancerberos fichados de fuera.
Ákos Tompa comparte agencia de representación, Mátyás Esterhazy, con el exjugador del Sanse Peter Pokorny y con la gran figura del fútbol húngaro, Dominik Szoboszlai, crack del Liverpool que la Real Sociedad quiso fichar, sin éxito, en 2022, antes de emprender las contrataciones de Cho, Brais y Kubo. Sus asesores le definen de esta manera: «Ákos es una persona increíblemente fuerte para quien nada es imposible. Tiene una gran habilidad en situaciones de uno contra uno y buen juego de pies».
Tompa nació el 10 de marzo de 2007 en Hungría y comenzó a dar sus primeras patadas a un balón en el Ákos Orosháza. Se dice que fue su entrenador Károly Elekes el que, en vista de su estatura, le colocó por primera vez en una portería para intentar atajar los balones.
En 2019, se incorporó a las categorías inferiores del Budapest Honved FC, el club del que salieron el mítico Ferenc Puskás y otro histórico como Sándor Kocsis. Pese a su extrema juventud, llegó a entrenar con el primer equipo del club húngaro, siempre con el hambre de quien quiere ganarse una carrera.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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